Mi Michael

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Lo vi salir, seguro me estaba buscando porque miraba de un lado a otro, intentando localizarme. Me mordí el labio inferior, tratando de contener la risa hasta que me decidí en salir corriendo hasta donde él se encontraba ahora que me daba la espalda.

Corrí lo más rápido que me fue posible y cuando estuve a poca distancia le lancé el globo blanco lleno de agua que había estado sosteniendo entre mis manos mientras esperaba que él apareciera.

El agua cayó sobre su camisa roja, empapando su espalda casi por completo; fue entonces cuando solté una carcajada.

-       ¡Hey! – gritó al sentir aquello, sacudiéndose.

-       ¡Lo logré! – di un par de saltitos, victoriosa.

-       ¡Tramposa! – me miró – No cantes victoria aun – murmuró.

-       Uy si, ¿Qué vas a hacer al respecto? – le reté.

-       Ya verás –

Lo vi correr rumbo a la toma de agua de la cual estaba conectada una de las mangueras del jardín. Sabía lo que tramaba.

-       Ni lo pienses, Michael Jackson – grité mientras lo señalaba con mi dedo índice.

Él solo sonrió malévolamente y dio vuelta a la llave, dejando salir el agua y siguiéndome mientras yo corría lo más rápido que me era posible tratando de alejarme y protegerme del chorro de agua helada que amenazaba con empaparme. No había avanzado demasiado cuando sentí como mi espalda se mojaba, luego mi cabello, y un camino de lodo se formaba a mi paso mientras intentaba resguardarme. Podía escuchar las risas de Michael a mis espaldas, parecía que se estaba divirtiendo, yo también lo hacía.

No me había dado cuenta de lo resbaladizo que se encontraba el suelo hasta que sin más, fui a dar a él, cayendo de sentón. De pronto las risas de Michael se detuvieron y corrió hasta pararse frente a mí, me miró preocupado y entonces yo me eché a reír nuevamente.

-       ¡Debiste ver tu cara! – alcancé a decir entre risas.

-       ¿Estás bien? – preguntó serio.

-       Claro que si – me puse de pie sin dejar de reírme. – no fue para tanto –

-       ¿Por qué nunca dejas que sea yo quien te ayude a levantar? O que te abra la puerta, te corra la silla… ¿Por qué no me dejas ser caballeroso? – se cruzó de brazos.

-       Lo siento, Michael – sabía que eso era importante para él, pero siempre lo olvidaba – ya te había dicho que no estoy acostumbrada a esos gestos, debe ser eso – traté de excusarme.

-       No importa – sonrió de medio lado - ¿Te lastimaste? – volvió a preguntarme.

-       No, no pasó nada. Tranquilo – miré mi ropa llena de lodo.

-       ¿Estás segura? –

-       Cálmate, no me duele nada. Fue gracioso – volví a reír.

-       Si lo fue – rió también.

-       ¿Y por qué ríes hasta ahora? – fruncí el ceño.

-       Porque ahora sé que estás bien –

Miré mis manos llenas de lodo y entonces una idea se me pasó por la cabeza. Mi dedo índice rozó la mejilla de Michael, ensuciándolo un poco mientras él me miraba fijamente.

-       Ahora estamos a mano – dije.

-       No, ahora estamos sucios los dos –

Desde 2014, hasta 1993 #MoonwalKingAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora