Uno menos en el calendario.

2.4K 190 35
                                    

Los días pasaban con rapidez, con muchísima rapidez, mucha más de la que me gustaría. Me obligaba a mí misma a disfrutar del tiempo con Michael, de su compañía, de su presencia, de sus abrazos, de besar sus labios. Me había obligado a mí misma a no olvidar nada, ni un solo momento, no podía dejar nada en el olvido porque sabía que aquellos recuerdos iban a ser lo único que me quedara de aquella realidad que había vivido por error, pero que sin lugar a dudas se había convertido en el mejor error que había cometido en toda mi vida. No me arrepentía, jamás lo haría.

Algunas veces me veía atormentada por el miedo de volver a casa sin Michael, y además de todo, por el hecho de tener que dar una explicación de en donde me había metido durante aquel mes y medio que estaría fuera hasta el 11 de Noviembre.

Sabía que iba a tener que dar muchas explicaciones y que ninguna de ellas podía incluir el tema de la máquina del tiempo, ni de haber conocido a Michael Jackson, o me tacharían de loca y probablemente terminaría asistiendo a terapia y apareciendo en los noticieros y periódicos por lo ridículo de mi argumento; aun así, no me apetecía ponerme a pensar en alguna mentira creíble para ofrecer como explicación a mi desaparición. No en esos momentos. En mi cabeza solo había una cosa realmente importante y esa era el disfrutar de la compañía de Michael, nada más.

El día había terminado, otro más se había ido y cada vez veía más cercana mi despedida de Neverland, pues a partir del 29 de octubre y hasta el 11 de Noviembre, Michael se la pasaría en México, ofreciendo cinco conciertos en el estadio más grande de mi país, por lo que tendríamos que dejar el rancho pronto para pasar los pocos días que me restaban viviendo en 1993, en algún lujoso hotel de la capital mexicana.

El calendario marcaba como fecha el día 26 de octubre de 1993, hoy justamente se había cumplido un mes desde que había conocido a Michael en aquel ascensor en Tenerife, España, y ahora, en tan solo dos días más, Michael y yo saldríamos de Neverland rumbo al aeropuerto para viajar a México, a sabiendas de que al menos yo, no iba a regresar.

No me gustaba pensar en ello, realmente me afectaba… me preguntaba cómo iba a hacer para volver a mi vida original después de haber vivido el mejor de los tiempos junto a la persona más maravillosa que había tenido la oportunidad de conocer, en el lugar más asombroso en el que había podido poner un pie.

Neverland era mágico, estar ahí era espectacular, ni si quiera podía expresarlo con palabras, era un lugar único y se sentía la presencia de Michael por todos los rincones. Era su mundo, de eso no tenía una sola duda; ahí era a donde él pertenecía.

Michael y yo habíamos evitado hablar sobre mi regreso al 2014, lo habíamos acordado así para no sentirnos mal al respecto, para poder disfrutar de lo que teníamos hoy, ahora mismo, frente a nosotros, aunque yo no pudiera evitar darle vueltas en la cabeza al asunto sin decirle nada a él, y seguramente a Michael le pasara lo mismo, pero ninguno de los dos tocaba el tema.

Aquel día, habíamos desayunado juntos, como siempre, luego habíamos estado viendo películas hasta que nos dimos cuenta de que la hora de comer se nos había pasado. Michael había enviado a su chofer por una pizza y de paso le pidió que pasara a casa de Macaulay para invitarlo a jugar con nosotros una guerra de globos con agua, que por supuesto, Mac terminó ganando con trampas… de nuevo.

-       Esto es muy injusto – me había quejado – ustedes dos hacen equipo para hacerme perder primero –

-       Eso no es cierto – Mac dijo entre risas – pero tú eres muy lenta –

Fruncí el ceño.

-       Lo siento, Helena, pero él tiene razón – escuché a Michael decir.

Desde 2014, hasta 1993 #MoonwalKingAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora