Capítulo 2
(Liam) 💬
No puedo creer que voy de regreso a mi tierra.
Pensar que volveré a ver a mi familia, a mis amigos y... ...a ella.Por un lado, ya quiero llegar. Pero, por el otro, no sé.
Ella, seguramente, habrá cambiado mucho.
Recuerdo que era tan hermosa, mas no sé si ya está comprometida o algo así.Estoy tan concentrado en mis pensamientos, que no escucho a mi hermano llamarme...
—¡Liam! ¡Hey! ¿Te sientes bien? —dijo, mientras me miraba con cara de preocupación.
—Eeehh, ¿yo? Claro —dije, rascándome la cabeza y con una sonrisa fingida.
—Mmm... Estabas muy lejos de aquí. — replicó él.
—Tranquilo brother, no pasa nada. —sentí, terminando la conversación.
El avión ya aterrizó. Salimos y, luego de pasar por migración, nos dirigimos a la salida.
Mi familia nos esperaba con globos y pancartas de bienvenida; siempre lo he dicho, mi familia es muy cursi para mi gusto.Nos recibieron con los brazos abiertos, con abrazos y besos. La verdad, me encantó volver a sentir el calor de mi familia.
Nos fuimos a comer, ya que no habíamos comido nada durante el vuelo.
(Samy)
—¡Chicas, bajen a desyunar! —dijo, con voz fuerte, mi padre.
—¡Ya vamos! —responde montse.
Estábamos terminando de arreglarnos; me tocó a mí arreglar a sophi.
Una vez terminé, bajamos.—¡Wow! Esas no son mis hijas. —dice mi padre, con cara de asombro.
—Sí, somos nosotras papi. ¿No nos conoces? —le dice sophi, un tanto angustiada.
Ella es tan inocente...—Claro que las conozco princesa. —dijo él, al tiempo que sonrió.
—Y ¿Para dónde van? —preguntó.—Sólo iremos al parque. —respondimos todas al unísono.
—Mmm... Eh... bueno... ¡A desayunar! — añadió.
Nos sentamos en el comedor y comenzamos a comer.
Hablamos de muchas cosas. Entre ellas, del cumpleaños de Sophi y de muchas cosas más.Venimos hasta el parque, porque a Sophi se le había antojado venir a jugar aquí.
No la entiendo. Tenemos un jardín, juegos y demás. Pero, en fin, es sólo una niña y necesita distraerse. Así que, la complacimos un poco.A sophi le encantan las fotos y todo lo que tenga que ver con cámaras.
—¿Me tiras una foto para enseñársela a mami? —dijo, emocionada.
—¡Claro princesa! —dije, con voz suave.
—Colócate en este lado. —dijo montse.
—Ahí va. Uno, dos y... ...tres. —conté, tomando la foto.—¡Deja ver! —dijo, dando saltos de emoción.
—Mira muñeca, que linda. —le mostré.
—¿Vamos por unos helados? —dijo Esther, parándose del banco.
—Siiiiiii. - todas contestamos.
Después de mucho jugar, nos fuimos a casa.
(Liam)
Llegamos a la casa después de pasar a saludar a todas mis tías, yo con un cansancio encima, pero bueno.
Cuando entré a la casa no pude evitar decir: “Hogar dulce hogar”.
—Ya ni me acuerdo de mi habitación —dice Dylan, rascándose la cabeza.
—Tonto, tenemos la misma habitación. —dije, dándole una palmada por la nuca.
—¿De verdad? —dice, haciéndose el inocente.
—Bueno, chicos. Vayan a descansar, mañana es otro día. —dijo mamá.
Nos despedimos y nos fuimos a la habitación.
Dylan no duró más de dos minutos en caer rendido. No lo culpo, ha sido un viaje sumamente largo.Yo, mientras tanto, aunque tenía sueño, no dejaba de pensar en ella; en samy.
¡Oh Dios! Cuánto tiempo ha pasado. Y yo sigo poniéndome nervioso cuando hablo de ella.Sin pensarlo más, me levanto y voy a la habitación de mi hermana. Sé que ellas son amigas y debe tener su número.
Toco la puerta y nadie responde, por lo que decido entrar. Noto que está dormida y comienzo a revisar las libretas de los números de telefonos y ahí lo encuentro; lo apunto y, dejando todo como estaba, me retiro lentamente. Cuando agarro la manilla de la puerta...—Tú no cambias, ¿eh? —dijo, haciéndome tragar en seco.
—Yo también te quiero hermanita. —repliqué saliendo de la habitación.
Me dirijo al balcón y marco su número.
(Samy)
Daba vueltas en la cama tratando de conciliar el sueño, pero fue en vano.
De repente, cuando ya me estaba quedando dormida, escucho mi celular sonar. Pero, no le presto atención porque ya me quiero dormir.
Suena varias veces, hasta que Esther me dice:—¡Dios, coge esa cosa si no quieres que lo rompa!
Me levanto y lo tomo, injuriando a la persona que me llama a esta hora. Salgo al balcón y cuando me decido a coger la llamada, cuelgan.
—¡Arg! ¿En serio? ¿Qué maldito relajo es? —dije, enojada.
Me doy la vuelta para irme a la cama, cuando vuelven a llamar. Esta vez, respondo al instante, y con rabia digo:
—¿Se puede saber a quién carajos se le ocurre llamarme a las dos de la mañana?
Nadie responde, sólo escucho la respiración de quien me llama.
—¿Encima, no van a responder? Idiota, púdrete. —dije.
Me decido a colgar, y es justamente cuando lo escucho hablar.—No lo hagas samy, o mejor dicho, ratoncita.