Capítulo 9

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Noah y yo nos movíamos todo lo que podíamos para liberarnos, pero los hombres no nos lo permitieron.

-¿¡Cómo pudiste traicionarme!?-gritaba Noah, tratando de escapar-.¿Después de todo lo que hemos pasado juntos?¡Yo confiaba en ti!

-Creo que me olvidé de contarte que no quedé como guardia del Hotel Matanza porque me dieron el puesto de agente externo- dijo Nicolás, riendo-. ¿En serio pensaste que tú y tu noviecita podrían escapar? Lo siento príncipe azul, pero hoy no podrás salvar a tu princesa.

Tenía que hacer algo, no podía quedarme allí quieta. Trataba de pensar en algo para que Noah y yo corramos hacia la estación de trenes.

-Muchas gracias, Nicolás-dijo uno de los hombres, luego se dirigió a mí-. Tu padre estará muy complacido de volver a verte. Bueno, verte antes de morir.

Me estremecí. Pensar en mi padre me traía malos recuerdos de las pesadillas que tenía con él constantemente. No quería volver a verlo, mucho menos terminar muerta. Miré a mi alrededor, en busca de algo que nos ayude. En el sillón no había nada que nos ayudaría, en la mesa solo había platos sucios, y en la cocina habían unas ollas y cuchi...¡Cuchillos! Eso era lo que necesitábamos. Tenía que hallar la forma de llegar a la cocina, tomar dos cuchillos, darle uno a Noah y salir corriendo.

Pero no podíamos salir corriendo así nomas, ¿y si habían más personas afuera por si escapábamos? Tenía que idear un plan de escape que funcionara. Los guardias le decían cosas a Noah, pero yo no estaba prestando atención. Lo único que escuché fue que estaban por llevarnos a los autos para ir de vuelta al hotel.

No lo pensé más. Miré a Noah, esperando que me mirara, y le señalé los pies de los guardias. Creo que entendió lo que quería decirme, porque movió su cabeza en afirmación. Conté hasta tres despacio y ambos comenzamos a pisarles los pies como nunca hasta que no tuvieron más opción que soltarnos. Noah se dirigió a los guardias y comenzó a pegarles para que no nos tocaran otra vez. Yo corrí hasta la cocina y tomé los dos cuchillos que había cerca.

-¡Noah, atrapa!-grité, lanzándole el cuchillo. Tras lanzarlo, uno de los hombres se acercó a mí y no dudé en comenzar a atacar con el cuchillo. Le di justo en la cara y salí junto a Noah por la puerta principal. Esta vez, era yo la que guiaba, corriendo por enfrente de él. Aunque no sabía donde quedaba la estación. Miré hacia atrás y, al no ver a ninguno de los guardias ni a Nicolás, paré un segundo.

-Tú sabes cómo llegar a la estación-dije, sin aliento-. Tú corre al frente y yo te seguiré.

-Está bien, pero toma mi mano-dijo extendiendo su mano-. No quiero que te quedes atrás, ni que te pierdas-tomé su mano y volvimos a correr lo más rápido que podíamos, sin mirar atrás.

Pasamos por el camino de tierra que conducía hacia la estación. Mientras Noah corría, yo corría y miraba cada tanto para asegurarnos que nadie nos estaba siguiendo. Continuamos hasta llegar a la plataforma.

Al llegar no había ningún tren, pero ambos bajamos a las vías y corrimos hacia adelante, sin detenernos. Todas las personas nos miraban raro, no entendían porque arriesgábamos nuestras vidas bajando a las vías. Podía aparecer un tren en cualquier momento y matarnos a instante. Pero Noah y yo no pensamos en ese momento, solo queríamos alejarnos de allí lo más rápido posible. Entre más corríamos más nos alejábamos de ese pueblo extraño que solo nos causó problemas. A los lados de las vías había campos con animales. No sabía los nombres pero uno era blanco con manchas negras y otro tenía una cola muy larga y corría muy rápido.

Pasó un largo rato hasta que ambos decidimos detenernos a descansar. Estábamos exhaustos.

-¿Tienes idea de dónde estamos?-pregunté.

Atrapada (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora