-11-

7.1K 506 30
                                    

Creía que al mínimo contacto de nuestros labios, ella me rechazaría y me abofetearía como lo haría la mayoría de las mujeres casadas, pero no. Su boca y la mía han comenzado una travesía sin fin donde a cada segundo aumenta la intensidad de nuestro beso. No sé cómo ha sucedido, pero la tengo acorralada contra una de las paredes de la piscina y entre nuestros cuerpos no hay distancia alguna. En mí entrepierna comienza un descontrol que ella nota e incita al mover sus caderas de la manera que lo hace y yo simplemente deseo con todas mis fuerzas que no hubiese nadie a nuestro alrededor.

Hago una pausa obligada en nuestro beso y tomo aire mientras que mis ojos se pierden en esa mirada verde tan sensual que tiene ella –Dame un buen motivo para no pedirte que vayamos a mi cuarto. - Le digo completamente agitado y se sonríe.

Muerde su labio inferior, se sonríe, y en contra de todo pronóstico me besa nuevamente. Debo decir que besa como los mismísimos dioses y hay que ser muy idiota para dejar pasar una mujer así –Quisiera dártelo, pero el mundo ha dejado de existir para mí. - Me dice y bajo el efecto de estas palabras, mis dedos se pasean por todo el contorno de su cuerpo.

-Subamos entonces. - Propongo a pesar de que sé que lo que estoy por hacer está completamente mal.

No sé qué sucede, sus ojos se han quedado mirando a la nada y de repente coloca sus manos en mis pectorales –Espera...- Dice con un hilo de voz.

-¿Qué sucede?- Pregunto algo confundido cuando veo que sus ojos se han cristalizado por completo.

-Quiero, pero no puedo...- Explica e inesperadamente cubre su rostro con sus manos.

¿Está llorando? No quiero verle así. No es como quiero que se sienta.

-Hey, mírame. - Le pido levantando su rostro delicadamente con mis dedos bajo su barbilla.

-Martin, yo nunca le he sido infiel a nadie y ahora contigo... es que desde el día de mi boda has llegado a complicarlo todo. - Me dice bajito y debo admitir que sus palabras me toman por absoluta sorpresa.

¿Eso quiere decir que no me lo he inventado? ¿Ella también siente algo por mí?

-¿Complicarlo todo? ¿En qué sentido? ¿Qué es lo que te sucede conmigo? - Interrogo.

Ella apenas me mira –Desde la noche que nos hemos conocido en New York tu siempre te has aparecido en mis pensamientos, pero tenía la certeza que nunca más te vería y por eso lo deje pasar como un simple ligue de una noche sin más consecuencias, pero ahora... es que no entiendo porque has aparecido nuevamente en mi vida.- Explica y reclama a la nada.

-Quizás nuestro destino era encontrarnos, ¿no crees? - Le pregunto y es que realmente comienzo a creerlo.

Ella niega –Si lo que quieres es que termine en tu cama no tienes que pintarme el cielo de azul... No comiences a hablar de destino y todo eso con tal de conseguir lo que quieres. – Me pide y creo que ella no entiende lo que me sucede.

Tomo su rostro entre mis manos delicadamente y le sonrió –Ojalá fuese sexo lo único que quisiera de ti, pero es exactamente eso lo que más miedo me da. Desde el día que te he vuelto a ver que no puedo dejar de pensar en ti. Llevo semanas envidiando a Fernando por ser tu esposo. No sé qué nombre ponerle a todo esto, pero comienzo a darme cuenta que no es simple deseo. - Confieso.

-Soy un asco de mujer, ¿no? - Pregunta y se abraza a mí.

Sonrió al escucharle decir esto y no puedo más que atraparla a mí con mis brazos. –No, quizás te has apresurado en tomar la decisión de casarte. - Explico. 

-¿Por qué no has llegado antes para detenerme?- Me pregunta haciéndome reír a pesar de la situación.

Ella se separa de mí y me mira fijamente - ¿Y si mejor nos aclaramos en todo esto y te doy motivos para que no sigas con él? - Rebato y sus ojos se abre de par en par.

-¿Cómo sería eso?- Pregunta preocupada y no puedo evitar reír de su reacción.

-Olvídate de todo lo que nos espera en Orlando y hagamos de cuenta que nos hemos conocido aquí. Veamos qué es lo que sentimos el uno por el otro y si es lo que sospechamos que es; pues haremos lo que debamos hacer para estar juntos... ¿Qué dices? - Me atrevo a proponer sabiendo que puedo llegar a perder el corazón en todo esto, pero no me queda más que jugármela.

-Es arriesgado...- Dice tímidamente.

Encojo mis hombros y sonrió –El que no arriesga, no gana.- Sentencio.

Puedo notar las dudas en su rostro y solo puedo esperar su respuesta.

Asiente –Esta bien, veamos que nos sucede. Haremos de cuenta que nuestro alrededor no existe.- Acepta y mi sonrisa lo dice absolutamente todo.

Estoy en Las Vegas, y mi más grande apuesta no estaría precisamente sucediendo en una mesa de póker. Mi apuesta es conmigo mismo y con esta mujer. Ganar su corazón o perder el mío; esa son las opciones.



EL INVITADO DE LA BODA [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora