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Días después: 20 de noviembre

Orlando, Florida

Nuestros solitarios y paradisiacos días en Hawái han llegado a su fin, la realidad nos vuelve a sacudir mientras entramos a la oficina y para nuestra sorpresa, nos encontramos con un banner colgando que dice "bienvenidos" y como si eso no fuera suficiente, en el área común de la oficina hay una larga mesa con diferentes fuentes que tienen variedades de comida para el desayuno. Mi esposa se sonríe mientras que nuestros compañeros de trabajo se acercan a nosotros para abrazarnos y saludarnos —¡Ya los estaba extrañando! — escuchamos a decir a David y al terminar de saludar a nuestros compañeros, allí esta él con una pequeña bolsa de regalo en su mano.

—Pá, yo también te extrañaba— le dice ella y lo abraza con fuerza.

—No mientas, de seguro te querías quedar en Hawái— bromea él y se separan para que luego sea yo quien lo salude.

—Gracias por esta bienvenida— le digo mirando a nuestro alrededor y se sonríe.

—Es que les tengo una sorpresa— explica con un toque de misterio.

Mi esposa se acerca a mí y yo aprovecho para pasar mi brazo por encima de sus hombros y que se pegue a mi cuerpo —¿Qué sorpresa? — pregunta ella y como siempre, el suspenso no es algo con lo que ella pueda lidiar.

—Aquí tienen— nos dice mientras que nos entrega la bolsa y sin entender mucho, ella la abre para encontrarnos con dos pequeñas cajitas.

—Mmmm... cuanto misterio— comenta ella mientras abre la primera y cuando vemos la pequeña ropita de bebé color blanca con la frase "mis abuelos me aman mucho", ambos nos emocionamos como dos niños —¡Es hermoso! — dice ella con sus ojos llenándose de lágrimas.

—Gracias David, esto es hermoso— le digo mientras que ella se recupera.

—Si bien no estaba preparado para esta noticia tan pronto, debo admitir que me hace muy feliz— nos dice y luego sonríe —hija, hay otro regalo allí— le deja saber y ella de inmediato abre la otra cajita y lo mira extrañada cuando lo que nos encontramos allí son unas llaves.

—¿Qué es esto papá? — pregunta con un hilo de voz y él nos sonríe.

—Hace unos meses compre una casa en el barrio de Winter Park, pero debía ser renovada. Se la encargue a uno de los arquitectos y bueno... quiero que sea de ustedes, creo que necesitaran una casa más grande para cuando nazca mi nieto— nos informa y esto definitivamente no lo esperábamos.

—David... esto es demasiado— digo con un hilo de voz a causa de la emoción.

—No lo es, sobre todo cuando les ha costado tanto hallar esa tan ansiada felicidad...— expone y esta vez soy yo quien va a abrazarlo.

—Gracias, no debiste— digo fundiéndome en un abrazo con quien ahora es más que un amigo para mí.

—Solo encárgate de hacerlos muy felices, ¿sí? — me pide.

—Eso no lo dudes, viviré para ello— respondo con toda la sinceridad del mundo mientras nos vamos soltando.

—Entonces, desayunemos y después vayan a conocer su nuevo hogar. — nos dice y si hay algo que no esperábamos a nuestro regreso, era esto.

Una vez que ambos conseguimos salir de este asombro tan grande que nos dio el regalo de mi suegro, vamos con el resto de la oficina a disfrutar del banquete que hay para todos nosotros mientras que como era de suponerse nos preguntan cómo es que hemos llegado a esta situación donde ahora somos marido y mujer, y en espera de un bebé. Obviamente no podemos decirles cómo se han dado las cosas mientras que ella aún estaba casada, pero si podemos explicar que nos conocimos antes de que Alai uniera su vida a Fernando. Esa cuartada nos sirve para decir que estábamos enamorados desde antes y que a nuestro reencuentro no pudiéramos evitar sentirnos así.

Es claro que el hecho de que Fernando haya sido infiel antes y durante el matrimonio hizo que nuestra relación fuera un poco más "aceptable" por llamarlo así, pero la realidad es que nadie debería juzgarla sea como sea que ocurrieran las cosas, pero lamentablemente el mundo todavía no está preparado para escuchar que nuestra relación comenzó durante su fallido matrimonio, tal vez un día lo esté... no lo sé, lo único que sé es que quiero cuidarla a ella y a nuestro hijo de cualquier tipo de situación que pueda hacerles daño y esta es una de ellas.

—¿Te parece si vamos a conocer nuestro nuevo hogar? — le pregunto al oído y su sonrisa de inmediato responder a mi pregunta.

—Por favor... muero de ganas por conocerlo— me dice con ese entusiasmo que nunca quiero que ella pierda cuando se trata de dar un nuevo paso en nuestra relación.

—Entonces no esperemos más, vamos— le digo y así como lo hago siempre, la tomó de la mano con la única intención de salir huyendo juntos a donde sea que la vida nos lleve.

EL INVITADO DE LA BODA [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora