-34-

5.1K 390 18
                                    

Después de haber buscado algo de ropa en mi departamento y de casi dos horas de viaje por carretera, finalmente estaciono el auto en la entrada de coches de una hermosa casa blanca ubicada frente al mar. Conocía de su existencia porque David me ha hablado de ella, pero lo que no sabía es que era tan hermosa.

—Iré buscando las llaves. — me informa y simplemente se baja del auto sin decir nada más.

Ha estado bastante callada durante todo el viaje y por más que he querido hacerle sentir mejor no lo he conseguido, honestamente le entiendo y sé que debe vivir su "duelo" por llamarlo de algún modo, imagino que no es fácil darse cuenta que todo lo vivido junto a alguien ha sido una completa mentira, yo realmente no sabría cómo reaccionar si estuviese en su lugar. Apago el auto, bajo del mismo, busco el poco equipaje que hemos traído en el maletero y voy hacia la casa.

—Pasa. — me pide cuando termina de abrir la puerta.

Entro a la casa y me quedo sorprendido ante lo hermosa que es por dentro. Pisos de color gris imitación madera, paredes pintadas de tonos claros y decoración náutica todo hace que el lugar se vea extremadamente relajante y elegante. — es hermoso. — digo mirando a mi alrededor mientras ella cierra la puerta detrás de nosotros. 

—Mi padre le regalo esta casa a mi madre hace cinco años como aniversario de boda. — me explica mientras camina hacia el panel de control del aire acondicionado y ajusta la temperatura.

—Vaya regalo. — comento y observo las fotografías que hay en los cuadros que cuelgan en la pared. —Te ves increíblemente hermosa en esta foto. — confieso observando una foto de ella posando en la playa. 

—Gracias, en algún momento pensé en incursionar en el modelaje y esa fue la prueba piloto. — me dice haciéndome sonreír.

— ¿Y qué sucedió? — pregunto mirándole.

—Nunca envié las fotografías a ninguna agencia, así que no sucedió nada. — responde y me alegra saber que al menos he podido hacer que se distraiga un poco.

—Te hubiesen contratado enseguida, eso tenlo por seguro. — le digo y por primera vez desde que salimos de la oficina, ella me regala una sonrisa genuina que me contagia.

—Ven, te enseñare el resto de la casa. — me propone y antes de continuar, dejo los bolsos sobre uno de los sofás.

Caminar de su mano el resto de la casa hace que una sensación única me invada por dentro. Imagino una vida con ella en nuestro hogar formando una familia juntos y siendo felices, ¿será que podamos cumplir ese sueño? Hoy por hoy, el presente es diferente, ella esta dolida y comprendo que no es momento para hablarle de ningún futuro.

—Me encanta esta casa. — afirmo.

—A mi también, amaba venir aquí, me relajaba muchísimo. —

—Podemos quedarnos aquí el tiempo que gustes. — le aseguro y la manera que me mira ahora es tan especial que quisiera detener el tiempo.

Sé acerca a mi fijando esos ojos verdes en los míos y como siempre deja a mis sentidos en alerta —¿estarás siempre para mí? — me pregunta y noto como su mirada se cristaliza de una manera que hace que mi corazón se encoja.

Asiento sin dudarlo y llevo mis manos a cada lado de su rostro —siempre. — aseguro y acerco mis labios lentamente a los suyos para besarle suave.

Sus labios responden a mi beso, pero lo hace de una manera tímida, una que me deja saber que esta triste y por consecuencia me detengo. Ella me mira a los ojos y su expresión es como de melancolía —debí irme contigo aquella noche en New York, tendría que haber dejado que ocurriese de todo entre los dos para que mi boda con Fernando nunca pasara, eres tú el hombre de mi vida y no él. — asegura y no sé muy bien cómo reaccionar en estos momentos, solo se me ocurre acariciar su rostro, su cabello y sus brazos para luego abrazarla contra mi pecho con fuerza.

—Eso ya no importa, lo único importante ahora es que estamos juntos y que será así a partir de ahora. — le aliento.

—Me duele mucho lo que me ha hecho. — confiesa.

—¿El que te engañara? — me atrevo a preguntar.

Ella niega con su cabeza y se aferra aún más a mí. —el engaño ya casi me da lo mismo, pero el que me utilizara para robar información de la empresa me hace sentir no solo la más estúpida del mundo, sino que muy poca mujer. — expresa.

«No puedo creerlo, David también le ha confesado lo del robo de información.» Pienso y ahora entiendo porque esta tan mal.

—Nunca digas una cosa así, tú eres una mujer increíble, eres hermosa, inteligente, decidida, sensible y ni hablar de lo increíblemente buena que eres. — le halago con la única intención de que se crea un poco más todo lo que es.

Alai levanta su mirada separándose un poco de mí y me mira fijamente —Martin. — dice haciendo una pausa.

—Dime preciosa. — murmuro.

—Cuando regresemos a Orlando, acepto vivir contigo, si aún quieres, claro. —me dice y la felicidad que siento en estos momentos es inexplicable.

—Claro que aun quiero. — respondo firme y su sonrisa es un poco más grande esta vez haciendo que vuelva a besarla un poco más intenso.

—Él no se merece ningún tipo de consideración de mi parte. — murmura sobre mis labios.

—Para nada, lo único importante es que tú seas feliz, solo eso. — ella asiente y sonríe —me dedicare a que lo seas, ¿te parece si comenzamos por ir a la playa? — propongo y sin dudarlo me besa.

—Vamos. — afirma y realmente amo que reaccione así porque lo único que me importa es hacerla feliz, solo eso.

EL INVITADO DE LA BODA [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora