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No creí que ver a alguien jugar blackjack fuese tan fascinante, pero los gestos que ella hace cuando el dealer le da un 12 o un 15 son muy graciosas. -¡¿Again?!- Se queja y me mira –No es justo...- Me dice y mira mis cartas -¿Por qué tú tienes un 20 y yo un horrendo 15?- Me pregunta haciéndome reír.

-Quizás sea yo quien tenga suerte en este viaje...- Respondo y en realidad ni siquiera estoy seguro de decirlo por el juego.

Ella permanece en silencio y al ver la manera tan intensa en la que le estoy viendo, decide evitar el contacto visual. –Si tu lo dices...- Se limita a responder y cuando es su turno pide otra carta con sus ojos cerrados.

-¡Seis!- Exclamo y ella los abre para darse cuenta que tiene 21.

-¡Oh my god!- Exclama haciendo que todos en la mesa riamos.

-¡Felicidades!- Le digo y sujeto su mano sin pensar en mis actos.

Sus ojos se centran en nuestras manos y sonríe. –Gracias.- Me dice y vuelve su mirada al dealer mientras que comienza a pagar las apuestas ya que ha obtenido 23. –Creo que deberíamos ir a almorzar, ¿no? He ganado trecientos dólares ya y no los quiero perder. - Bromea.

-Claro, vamos... yo he ganado ciento cincuenta, pero me alcanza para invitarte a almorzar a un buen sitio.- Bromeo mientras que ambos le entregamos las fichas de cinco al dealer para que las cambie por unas más grandes.

-Supongo que debería ser yo quien te invite; he ganado más.- Propone y niego.

Le agradecemos al dealer y nos levantamos de la mesa. –No te dejare invitarme. Lo siento, mi religión no me lo permite.- Digo y se me queda mirando de manera muy extraña mientras caminamos hacia el cajero.

-¿Tu religión? ¿De qué hablas? - Pregunta finalmente.

-La caballerosidad. - Explico y reímos a la par.

-Esa es una nueva religión...- Comenta cuando ya estamos haciendo la fila.

-Una muy importante para mi Alai.- Le digo y es que realmente siento que es así.

Nuestra conversación se ve interrumpida debido a que ya es nuestro turno para cambiar las fichas. Una vez que ambos tenemos nuestro dinero seguimos nuestro camino. -¿Dónde almorzamos señor caballero?- Me pregunta sonriente.

-¿Te gusta la comida francesa? Aquí hay un restaurante increíble con un patio que tiene una vista increíble.- Le explico.

-Claro que si, se de cual hablas... Mon Ami Gabi se llama y es de mis favoritos.- Se explica.

-Otra coincidencia...- Comento y obtengo toda su atención.

Sus ojos verdes me miran de una manera extraña y asiente –Supongo que si...-

Es difícil decirle algo ante esas palabras sin sentirme extraño; creo que a ella le pasa igual porque simplemente entramos al restaurante en absoluto silencio y esperamos a ser ubicados en una de las mesas del patio.

Una vez que el mesero nos lleva hasta nuestra mesa, yo aparto su silla y vuelvo a acomodarla cuando ella ya está sentada -¿Tú haces esto con todas las mujeres?- Me pregunta mientras me siento frente a ella.

-Ya te lo he dicho, tengo la tendencia a ser caballeroso.- Repito. Le observo y está algo pensativa -¿Qué sucede? ¿Te molesta que sea así contigo?- Me atrevo a preguntar.

Ella niega de inmediato –No, claro que no... Es solo que creía que los hombres ya habían olvidado esas costumbres.- Comenta.

Debo admitir que sus palabras llaman mi atención por completo -¿Acaso tu esposo no es caballeroso contigo?- Pregunto y me estoy arrepintiendo de mis palabras apenas han salido de mi boca.

-La verdad es que ya no.- Me dice y esto si que no me lo creo.

-¿Cómo?- Pregunto con un hilo de voz.

-Al principio de la relación lo fue. Supongo que cuando uno comienza el noviazgo todo es color de rosa, pero luego con el tiempo algunas cosas se van perdiendo.- Explica.

-No debería ser así.- Sentencio y nuevamente siento que debí callarme.

-Pienso igual, pero no puedo reclamarle que no me abra la puerta del coche o que no aparte mi silla, ¿o si?- Me pregunta.

-No lo sé... tampoco creo que no puedas decirle nada... si tu sientes que las cosas están cambiando.- Comento y no sé qué rayos hago dándole consejos sobre su matrimonio.

-El casamiento lo cambia todo. Yo no creía en eso, pero créeme que sucede más rápido de lo que uno cree.- Dice con un tono extraño.

-¿No le amas como antes?- Pregunto en un arrojo.

Quisiera tener mi respuesta antes de arrepentirme de haber hecho la pregunta, pero el mesero no ha podido escoger un momento mas inoportuno para venir a preguntarnos que queríamos beber.

Mi mente es un caos y me pregunto si su respuesta puede influir en algo la manera en la que yo me siento en estos momentos...

EL INVITADO DE LA BODA [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora