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De acuerdo, todos tenemos nuestras fantasías sexuales y probablemente hacerlo en la playa es una de ellas, pero, de ahí a que se hagan realidad es algo muy diferente. Hay que encontrar el momento, la persona y que el ambiente se preste; con ella tengo todo eso y mucho mas y es por eso que ahora mi cuerpo se encuentra sobre el suyo mientras mis movimientos le hacen delirar.

Sus dedos se enredan en mi cabello, su boca me besa de manera intermitente a medida de los gemidos lo van permitiendo y sus piernas se enredan en mi para hacer que el placer sea mayor. Nuestros cuerpos se convierten en cómplices perfectos para provocar que el placer sea el principal invitado de este día. Sus gemidos a mi oído advierten que lo mejor esta por llegar y no me equivoco cuando le siento rendirse a todo esto que provocamos juntos. Mi ser entero se estremece junto a ella y sigo sus pasos dejándome ir al lugar que tanto me gusta cuando estoy a su lado.

—Te amo. — le digo al oído con mi respiración a tope.

Ella me besa agitada y se sonríe —Yo a ti. — rebate y vuelvo a besarla, para luego dejarme caer a su lado sobre la arena.

—Amo esta casa y su playa. — comento divertido y con mi respiración a mil, me siento y busco mi traje de baño.

Ella se sienta también y busca su bikini para colocárselo —me pasa igual. — dice divertida.

—¿Lo habías hecho en la playa? — me atrevo a preguntarle y ríe.

—No, y ¿tú? — me cuestiona.

Niego de inmediato con la cabeza y sonríe —tampoco. —

Me encanta saber que hay algo que hemos hecho juntos por primera vez y a ella al parecer, también le agrada ya que su sonrisa es amplia. —nuestra primera vez juntos en algo... creo que no será la única. — comenta con un tono lleno de picardía y rio.

[...]

Después de aquel mágico momento juntos en la playa, entramos a la casa, nos duchamos, nos cambiamos y decidimos cocinar juntos. Es como si intentáramos descubrir que tal se nos da la convivencia o algo así, podríamos llamarlo un "simulacro." Afortunadamente, se nos da de maravilla y ella parece haber olvidado todo lo que vio de su hasta ahora esposo, o quizás no y simplemente esta intentando de que la rabia y la tristeza no le ganen, eso no lo sé.

Estoy a punto de sacar los fideos del agua, cuando alguien golpea la puerta y nuestras miradas se cruzan de inmediato. —voy yo, de seguro es alguno de los vecinos que vio el auto y quiere saludar. — dice y rápidamente va hacia la puerta.

Sigo con mi tarea de cocinero, cuando de repente escucho un fuerte ruido tal y como si algo se hubiera caído —¡creíste que no sabia lo de tu amante! ¡nadie se burla de mí! — escucho la voz de Fernando y sin pensármelo dos veces, voy corriendo hacia la puerta.

Al llegar al vestíbulo, la veo a ella en el suelo con su mano sangrando y quejándose del dolor en la cara. Mi mirada rápidamente hace un paneo de todo y me doy cuenta de que se cortó con un cristal del jarrón que seguramente fue victima de la caída.

—¡¿Qué mierda crees que haces?! — le grito al imbécil de Fernando que se inclina hacia ella para tomarla de las muñecas y hacer que se levante. Quisiera acercarme a él para romperle la cara, pero veo que tiene una navaja en su mano.

—¡No te atrevas a acercarte a mí! — me advierte amenazándome con darle un navajazo a ella.

—Alai, amor... ¿estas bien? — pregunto sin apartar mi mirada de la de él mientras me voy acercando.

—Si...— responde débilmente —Fernando, suéltame... mi papá sabe todo... lo del espionaje corporativo, lo de tu engaño con Amanda... lo de tus fiestas...— le advierte ella.

—Suéltala o llamo a la policía. — le advierto.

—¿Y que le dirás? ¿Qué el esposo de tu amante vino por ella? — me amenaza.

—No hará falta más que mostrarles todas las pruebas que tenemos en contra tuyo para que seas tu quien termine en la cárcel. — lo amenazo.

Él la mira, después me observa a mi y en lo que yo creo que es un acto de sensatez, la suelta, pero lo hace de una manera abrupta haciendo que su mano ya lastimada vuelva a ser victima de uno de los trozos rotos del jarrón. —esto no se quedará así. — advierte y como el cobarde que es, sale corriendo.

—Mi amor, ¿estas bien? — pregunto agachándome frente a ella para ayudarla a ponerse de pie.

Ella asiente algo asustada y me abraza como si su vida dependiera de eso. —no pensé que seria capaz de algo así. — dice entre lágrimas que se son consecuencia del miedo.

—Tranquila amor, todo estará bien... no voy a dejar que ese hijo de puta vuelva a acercarse a ti, ¿sí? — ella no responde y se que esta aturdida —ven vamos a curar esas heridas y llamar a tú papá, él tiene que saber lo que ese cabron te hizo. —le digo intentando no alterarme más de lo que ya estoy y le hago alejarse del vestíbulo para así cerrar la puerta e ir juntos a la cocina a curar las heridas que no puede evitar que él le hiciera.

EL INVITADO DE LA BODA [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora