Lo inesperado

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Me despierto, miro el reloj que tengo arriba de la mesita de luz, salto de la cama como nunca lo había echo y me apresuro en cambiarme; se me estaba haciendo tarde para ir a trabajar, tenía que estar a las 8:00 am y ya eran las 8:30 am, no sabia que hacer, me puse muy nerviosa, nunca había llegado tarde al trabajo; mi pelo estaba todo enredado, mi ropa toda sucia de ayer, necesitaba hacer todo rápido ; me peine no con tanto lujo y me vestí como la mujer maravilla, pero solo me faltaban los zapatos , los de anoche me habían lastimado mucho los pies por que eran de tacón y yo no estoy acostumbrada a usarlos por largo tiempo, y mucho menos bailar con ellos, me acorde que tenia unos mocasines negros muy lindos guardados, ¿Pero dónde?; busque y busque pero ya no podía buscar más, se me hacia mas tarde; miro para un costado de mi cama y lo único que veo son las zapatillas deportivas que uso para salir a correr los fines de semana, me los pongo, agarro mi cartera y salgo de inmediato para la parada; la verdad es que me quedaban horribles con el atuendo de ejecutiva que llevaba puesto, toda la gente que se encontraba en la parada me miraba las zapatillas, por suerte vino el ómnibus y subí con prisa; pasada la hora de viaje, me bajo y corro hacía el edificio; al llegar todos me miraban con los ojos grandes como asustados; veo que Sara se levanta de su asiento y se dirige hacía mi.

- ¡¡Luisana anda rápidamente a la oficina del jefe!!

No le conteste nada, estaba nerviosa y tenia vergüenza, toque la puerta y una voz desconocida me dice, “adelante”. Tomé el picaporte de la puerta y estaba frío, en realidad estaba igual que siempre pero yo en ese momento, lo sentí mas frío que nunca; entre y al mirar hacia el escritorio, había un hombre guapo sentado en el asiento del jefe.

- ¡Buen día! - le dije.

- ¡Buen día! - me repite.

- ¡Buen día señorita Álvarez! – me dice mi jefe, que se encontraba parado justo adelante del armario donde se guardan los archivos.

- La llegada tarde de hoy se la perdono, por que nunca faltó desde que empezó a trabajar conmigo.

- Gracias, no va a volver a suceder.

- Te presento a mi hijo, el ingeniero Rodrigo Estragón.

- Mucho gusto. – le extiendo la mano.

- Rodrigo ella es Luisana Álvarez, tu secretaria.

Cuando dijo “ Tu secretaria” quedé en shock, no lo podía creer, yo ya me había acostumbrado a trabajar para Ricardo, después de haber estado trabajando un año con él no podía imaginarme trabajando para alguien más, pero no me quedaba de otra, y tenia que seguir haciendo mi trabajo como lo venia haciendo hasta ahora.
Siento una voz que me llama.

- ¡Señorita!, ¡señorita! - me decía Ricardo al ver que no reaccionaba.

- ¡Sí!

- Le decía que al pasar a ser la secretaria de mi hijo, va a tener que acostumbrarse a su manera de trabajar, yo creo que usted va a adaptarse rápidamente a Rodrigo, tengo fe en usted. – Asentí con la cabeza.

- Bueno tengo que retirarme, fue un placer haber trabajado con usted Luisana. – y extiende su mano para saludarme.

- El gusto fue mío, y muchas gracias por todo lo que ha hecho por mi. – me sonríe y se va

Al terminar de retirarse, yo me dirijo a el nuevo jefe con un tono de voz suave.

- Si se le ofrece algo, estoy a sus ordenes.

- Cuando necesite algo la llamo, puede retirarse. – me contestó sin apartar los ojos de la computadora.

- Si señor.

Me retiro de inmediato a mi escritorio, me siento, me tomo la cabeza con las manos y digo en voz baja “otra ves tengo que pasar por el proceso de acostumbrarme” y pienso hacia adentro  “capas que se maneja igual que el padre; ojala que sea así”. En eso de que hablaba sola, se acerca Sara.

- ¿Y?, ¿Qué te dijeron?, ah ah ah no me digas que te echaron por las zapatillas.

- ¡No! ¡Callate!, no me echaron, solo me presento al nuevo jefe y me dijo que tenia que acostumbrarme a él, nada mas.

- Menos mal amiga. - y se ríe.

- Bueno, vamos a ponernos a trabajar, por que si no ahora sí vamos a ser despedidas.

Durante el transcurso del día, yo hice el trabajo que me había quedado pendiente de revisar, unos contratos de obras. Al terminar de trabajar me fui para mi casa a descansar, no daba mas del cansancio.

AMOR SIN BARRERASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora