No todo siempre sale bien

255 10 0
                                    

Después de trabajar, Rodrigo me invitó a comer pizza; subimos al auto y en el camino a la rotisería nos pusimos a hablar.

- ¿Qué fue lo que te enamoro de mí?. – me sonrojé.

- En realidad no sé, todo me gusta de vos, pero lo primero que me fijé en vos fue lo buena que sos con todos, y el carácter que tenés para defenderte e imponerte a mí, para que todos salgan beneficiados en la empresa con la nueva versión de mí. ¿Y a vos que te enamoro de mí?.

- Bueno, cuando te conocí no me gustó nada de vos, todo lo que tenías de lindo por fuera, por dentro era todo lo contrario; siempre enojado con todos y muchas de las veces sin razón. No sé que me enamoró, pero tu cambio fue determinante para que me gustaras, nunca me gustó el Rodrigo de antes, eso sí.

- Llegamos. – dice.

- ¡Qué rápido!.

- En esta rotisería venden pizzas riquísimas. – dijo muy entusiasmado.

Compramos la pizza y nos fuimos en el auto.

- ¿A donde vamos a comer la pizza?. – le pregunté.

- A la plaza de acá a la vuelta, ¿Te parece bien?.

- Sí, vamos.

Bajamos del auto y caminamos unos pasos para encontrar un banco, él se sentó en un extremo del banco y yo en el otro, apoye la pizza en medio. En la plaza no había nadie, sólo éramos nosotros dos; apartó la caja de pizza que nos separaba, se sentó a mi lado y me besó; me emocioné mucho, lo abracé fuerte y nos quedamos así por un rato. Comenzamos a comer la pizza porque sino se iba a enfriar y hablamos sobre nuestra relación. Decidimos no contarle a nadie que teníamos una relación, porque era muy pronto para hacerlo, y cuando nos sintiéramos preparados lo íbamos a hacer.

Santiago se acercó a mi escritorio y me invitó a almorzar. Me pareció raro porque es lo que hacemos todos los días; mientras pensaba en lo raro que era, él me dice: “sólo nosotros dos, tengo que hablar contigo”. Me puse nerviosa no se por qué, y rápidamente le dije que sí. Él se dirigió al Margarita, y yo a decirle a Sara, y que le avisara a Rodrigo que no fuera al Margarita porque Santiago quería hablar conmigo a solas; me fui antes de que me preguntara algo.

Estaba esperando en la mesa donde casi siempre nos sentamos los tres.

- Llegué. – le dije. – ¿pedimos?.

- Bueno dale. – Y pidió para los dos.

- Contame, de que querías hablar a solas.

- Te lo voy a decir de una, no voy a andar con rodeos. – hizo una pausa. - Lo pensé bien y creo que lo mejor es que no seamos amigos.

- Pero dijimos que íbamos a ser amigos. Podemos intentarlo.

Niega con la cabeza y sus ojos comienzan a enrojecerse.

- No puedo Luisana, ya bastante tengo con tener que verte todos los días en la empresa. Yo entiendo que no sentís nada por mí, pero vos también entendeme, es muy doloroso para mí tenerte cerca.

Me sentí muy mal al escucharlo decir esas palabras, yo de verdad quería ser su amiga. Pero lo entiendo, y si es doloroso para él verme, voy a tratar de evitarlo lo más que pueda, es lo único que puedo hacer por él. Sé que va a encontrar a alguien que lo quiera como se lo merece porque, a pesar de que lo conozco poco sé que es una buena persona, y además no es feo.

Por respeto a la poquita amistad que teníamos y a la amistad que él tenía con Rodrigo, tenía que decirle la verdad, no podía no decirle nada.

- Santiago, lo que voy a decir ahora no es para lastimarte, sé que te va a sorprender, pero me siento en la obligación de decírtelo. Con Rodrigo acordamos no decirle nada a nadie pero… – respiro hondo.

- ¿Que me querés decir?. – dijo muy intrigado.

-   Rodrigo y yo estamos saliendo. Lo amo y por eso no puedo aceptarte; pensé que vos aunque sea tenías que saberlo.

Intenté tomarle la mano que tenía sobre la mesa para consentirlo, pero él la quita y se queda mirándome fijamente, con los ojos a punto de soltar una lagrima; se levantó y se fue sin decir una palabra, no me gustó que se haya ido así, pero no podía detenerlo. Regrese a la empresa luego de comer (porque ni siquiera habíamos empezado a comer cuando él se fue), y al entrar sentí gritos desde la oficina de Rodrigo; le pregunté a Sara qué estaba pasando.

- Te lo tenías guardado, no me dijiste nada de que vos y Rodrigo son novios.

- ¿Qué?.

- Sí, toda la empresa lo sabe, mira a tu al rededor como te están observando. Santiago entró muy enojado a la oficina de Rodrigo, y le reclamó de que ustedes fueran novios, dijo exactamente: “como me pudiste hacer esto si éramos amigos, vos ya sabías que me gustaba”. Ahora todos ya saben que tenés a dos galanes peleándose por vos. Qué feo que tu amiga se tenga que enterar de está manera.

- Yo te lo iba a contar; todo sucedió muy rápido. No puedo creer que esté pasando esto, no sabía que iba a reaccionar así al contarle sobre la relación que tengo con Rodrigo. ¿Qué hago?.

Salió Santiago de la oficina echando humo de la cabeza y se dirigió al primer piso a agarrar sus pertenencias. Cuando se estaba retirando de la empresa, se paró adelante mío y me miró por unos pocos segundos, luego continuó su marcha a la salida. No sabía dónde meterme, todo el mundo me miraba y hablaba sobre mí.

Lo que viví no se lo recomiendo a nadie, y espero qué lo que pasó no afecte en la relación que tengo con mis compañeros. Si algo he aprendido de todo esto, es que no siempre es bueno ocultar las cosas; y que la confianza no se debe traicionar.

A la salida del trabajo le conté a Sara todo lo que pasó con Rodrigo y con Santiago; estába un poco enojada por no contarle pero entendió que todo fue muy repentino.

AMOR SIN BARRERASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora