La propuesta

290 12 1
                                        

Viernes, día de organizar todo para la salida del finde, pero nadie sugirió nada. Igualmente yo no tenía muchas ganas de salir, así que me quedaré en casa descansando. Cuando me estaba retirando del trabajo, Rodrigo me detiene.

“¡Luisana!”. Escuché a lo lejos detrás de mí, y me di la vuelta para ver quien era. Era Rodrigo que venia caminando hacia mí.

- ¿Pasó algo?.

- No. Era para invitarte a cenar o a algún otro lugar que quieras ir.

- Gracias pero quiero descansar. – me pareció raro que me invitara.

- Es sólo una cena y te regreso enseguida a tu casa.

- Puedo regresar sola gracias. Sara y Santiago ¿no van a ir?.

- Podemos salir solos también ¿no?.

- Sí. Pero me resulta raro salir con mi jefe.

- Ahora olvídate que soy tu jefe; sólo quiero saber más de vos ya que estamos intentando ser amigos.

Por un momento me quede mirándolo a los ojos y me decidí.

- Bueno vamos. – Y nos dirigimos hacia su auto.

Al subir, Rodrigo me da su celular; no entendía para qué.

- Pasame tu número, así estamos en contacto.

Escribí mi número y lo agende con mi nombre. Le devolví el celular y arrancó el auto.

Me llevó a un restaurante muy elegante y yo no estaba nada elegante vestida. Mientras esperábamos que nos llegue la comida, nos pusimos a hablar. Hablamos un poco sobre trabajo; luego Rodrigo me sorprendió con una pregunta personal.

- ¿Tenés novio? O ¿ Estás saliendo con alguien?. Si no querés contestar está bien; es sólo por curiosidad.

- No, no tengo novio. Tampoco estoy saliendo con nadie. – cada vez me parecía más rara está situación; pero aproveche y le pregunté. – ¿Y vos?.

- No tengo. – Y sonrió.

- Ya que sacaste éste tema de conversación, ¿sos muy exigente para tener pareja? digo, porque como sos tan exigente en el trabajo, capas que sos así también para conseguir pareja.

- No, no soy exigente en ese aspecto. Cuando el amor llega no hay nada que se pueda hacer. De hecho a mi ya me llegó.

- ¡Ah qué bien!. Me alegro mucho por vos. – mentira.
En ese momento en que nos traen la comida, me suena el celular. Era Santiago.

- Hola Santiago, ¿llamabas por la salida de mañana?.

- No. Era para decirte si querés venir a una cafetería que queda a unas cuadras de tu casa. Sara y yo estamos en la cafetería; venite y hablamos acá de la salida.

- Ahora no puedo Santiago, estoy cenando con Rodrigo. Si me esperan en un rato voy. ¿Qué hacen tan cerca de mi casa?.

- Sara dijo que había una cafetería muy buena cerca de tu casa y vinimos. De paso te ahorrabas viaje.

- Bueno, ¿Me esperan entonces?.

- Si te esperamos. ¿Por qué no nos invitaron a cenar?.

- Después te explico Santiago, ya voy para ahí. Nos vemos.

- ¿Pasó algo? ¿Por qué te llamo Santiago?. – dice Rodrigo inmediatamente que corté la llamada.

- Me llamó para planear lo de mañana. – le dije mientras comía apresuradamente.

- ¡Ahhh!. Y ¿Te llama siempre a esta hora?.

- No siempre, pero hablamos. ¿Esto es una interrogación?.

- No te estoy interrogando, sólo preguntaba.

- Bueno me tengo que ir. Gracias por la invitación.

- ¿Ya te vas?.

- Cumplí con tu propuesta, ahora me están esperando. Nos vemos.

- Te llevo.

- No gracias, me voy sola.

- Yo te invité, te llevo yo. Dejame que te lleve.

- Bueno está bien. Acepto que me lleves porque si no llego tarde.

AMOR SIN BARRERASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora