Problemas a la vista

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Diana esperó durante una media hora hasta que vio dos siluetas que corrían en su dirección. Una de ellas era el soldado Tewöliun que volvía de cumplir con su misión y la otra era el orgulloso jefe de los elfos guardianes.

Cuando estuvieron a la altura de Diana, ésta pudo observar con mayor detenimiento al elfo.

Éste era alto y de porte fuerte y serio pero su rostro era gentil y amable además de atractivo.

Su piel, tersa y suave, era blanca como porcelana y sus manos eran delicadas pero fuertes.

Vestía ropas elegantes, dentro de lo que cabe, pues llevaba la armadura de plata con el emblema de Ariwëy grabado, con la cota de malla debajo junto con el resto del equipo militar.

Cuando Diana finalizó su observación, el elfo dijo:

- Zalith auncalem libremencio

Esta frase le recordó a Diana el día que Ewynor le había hablado por primera vez... aquella tarde de verano.

Cuando se recompuso contestó:

- Zalith wentyr gyardinem

El elfo no hizo ninguna reverencia, cosa que a Diana le sorprendió, tan solo se inclinó hacia delante en una señal de respeto.

Tras la cortés presentación el elfo dijo:

- Soy el teniente Döwlune, a vuestro servicio majestad

- Gracias teniente pero sólo os he hecho llamar para un asunto menor- dijo Diana

- Sea lo que sea, acompañadme por favor- dijo el elfo mientras señalaba hacia dentro del palacio.

Diana asintió y siguió al elfo por los pasillos de Crisantyl hasta su despacho, que se encontraba en el ala este, cerca de las habitaciones de sus soldados, los elfos guardianes.

El despacho estaba medio escondido tras una esquina para que nadie pudiera encontrarlo de casualidad y confiscar los valiosos planes de los elfos.

La puerta del despacho era azul turquesa, y a Diana ese color le recordó a la preciosa melena de la ninfa del agua que le había regalado el agua de la vida.

El despacho era mucho más grande de lo que parecía a primera vista. Todos los muebles eran de colores azul y blanco, pasando por miles de tonalidades. Había muchas estantería muy bien ordenadas cargadas de libros. La mesa y la silla eran blancas al igual que unos sillones donde el elfo le indicó que se sentara

Cuando lo hizo el elfo le dijo:

- Bueno princesa Diana, ¿Cuál era ese asunto menor por el que me ha llamado?

- Bien teniente- comenzó Diana- supongo que conocerá a los Gyardinemiol.

El elfo asintió por lo que Diana prosiguió:

- Pues, me gustaría que me mostrara sus horarios para que mañana hagan ambos la ronda de mañana juntos

El elfo parecía sorprendido por lo que le preguntó a Diana:

- ¿Han hecho algo malo?

- No, no es solo que tengo unos asuntos bastante delicados entre manos y ese cambio sería vital para el correcto funcionamiento de mis planes. Después de esta semana puede volver a ponerlos en sus puestos habituales pero necesito ese cambio para mañana.- aclaró Diana.

El rostro del elfo se ensombreció y Diana pensó que le había molestado que tocase sus horarios por lo que se sorprendió cuando el elfo dijo:

- Solo hay un problema, Ewynor y Arwin abandonaron ayer el palacio para una misión de la corona.

El bosque de AriwëyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora