Prólogo

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LA CANCIÓN DE TEVUNANT

" Resistir sin esperanza es la mayor expresión de dignidad del ser humano"

José Saramago

"There's so many diferent worlds

so many different suns

and we have just one world

but we live in different ones"

Estrofa de "Brothers in arms", Dire Straits

Era una cálida noche de otoño. Una suave bruma se extendía sobre la superficie del lago Odei. El contorno perfectamente circular que formaba la luna era únicamente rasgado por una de las cumbres de los Picos Gemelos, dos altas y escarpadas montañas de piedra en cuya base había existido un enorme glaciar hace mucho tiempo, y en cuyo circo se había formado el lago con el paso de los años. Una densa vegetación rodeaba al lago, extendiéndose muchos kilómetros desde sus tranquilas orillas.

La noche estaba en calma, la luna brillaba en todo su esplendor y el único sonido que se oía era el que algún pequeño roedor producía al correr sobre la hojarasca. Pero ese silencio cesó de pronto, un gélido viento que provenía de entre los Picos Gemelos comenzó a arañar las hojas de los árboles desnudando las ramas de aquellos que se encontraban más cerca de la orilla. Era tal su intensidad que comenzó a retirar la bruma que cubría casi completamente el lago, hasta que en su superficie se reflejaron los dos oscuros picos y la luna que los iluminaba con su luz tenue.

Se encontrababajo el agua, trataba de salir pero estaba atrapado por las rocas. Conteniendo la respiración forcejeó y consiguió liberar la cintura y una de las piernas. Levantó con fuerza la roca que mantenía oprimida la otra pierna y se agachó para tomar impulso mientras trataba de localizar la superficie. Vio el reflejo que formaba la luz de la luna y se proyectó hacía él con todas sus fuerzas. Sentía los pulmones a punto de estallar, pero tenía que aguantar un poco más, solo un poco, pues veía la luz más cerca a medida que ascendía mediante poderosas brazadas. Por fin consiguió emerger, saliendo del agua hasta la cintura, tomó una enorme bocanada de aire y volvió a caer en ella. Nadó hacia la orilla. No era momento de pensar, sólo lo necesario para poder sobrevivir. En los momentos de peligro hay que mantenerse concentrado únicamente en lo que atañe a los problemas que los causan. No era momento de pensar en algo en lo que uno más tarde podría pensar, cuando estuviera fuera de peligro. Eso era lo que le habían enseñado, o lo que había aprendido por sí mismo. Daba igual, este era uno de esos momentos peligrosos. Tenía el cuerpo entumecido y los miembros agarrotados, cada brazada constituía un esfuerzo enorme y la orilla estaba a más de veinte de distancia. Consiguió hacer pie y caminó hasta la orilla. Cuando llegó a ella cayó de bruces mientras tosía, pero tenía que levantarse. Lo hizo y caminó tambaleándose hasta perderse en la espesura. Allí podría descansar, y pensar.

La Canción de tevunantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora