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El muro se encuentra a varios pasos delante, quien diría que las noches de la India parecen ser más espesas que en ningún otro lugar, perfectas para ser el manto negro que un pantera necesita para ocultarse, con pasos sigilosos se detiene frente a un muro de tierra, lo trepa fácilmente con sus garras, el cuerpo felino de pelaje negro brilla en la oscuridad, su cuerpo musculoso se eleva despacio por el muro hasta llegar al techo de la vivienda envejecida de un solo piso. El pantera mira alrededor hasta detener sus ojos en la silueta de un hombre alto, con ropas militares, en sus manos lleva un rifle, en la cinturilla del pantalón una pistola descansa, el hombre confiado camina lentamente de izquierda a derecha.

Mostrando sus dientes el pantera hace uso de las blandas almohadillas de sus patas para no ser escuchado mientras se acerca sigilosamente al acecho, su respiración es lenta y acompasada, digno de un cazador inigualable, con sus ojos centelleantes observa a su primera presa, se acerca despacio a él a gatas sabiendo que el hombre no lo escucha, no lo ve, ni siquiera sabe que en pocos segundos ya no estará respirando. De un salto cae sobre él, desgarra su cuello con sus dientes haciendo la sangre brotar de la abertura, el líquido viscoso emana silenciosamente en tanto aquel hombre emite un ultimo quejido estrangulado. El pantera deja al hombre sin vida en techo para seguir su camino hasta las escaleras que lo dirige a un pasillo de la primera planta. La casa es antigua, el patio está en el centro y los cuartos se encuentran alrededor, el pantera se oculta tras una columna redonda observando a dos guardias humanos. Según su investigación en aquella casa se encontraban 2 guardias en la parte de abajo, 1 en el techo que ya estaba muerto y otro más dentro junto con un cambiante escorpión el cerebro de todo, imbécil pensó el pantera, no debió meterse con un rey el cual podía darse el lujo de pagarle a un rastreador para ir tras de su precioso tesoro, claro que el escorpión confiado de estar en medio de su territorio rodeado de sus hombres y guardianes creyó que estaría a salvo sin imaginar que para un rastreador ningún lugar era impenetrable, todo tesoro se encontraba al alcance de sus manos. Había sido difícil infiltrarse en territorio lleno de escorpiones y humanos terroristas pero no imposible.

Existían unos cuantos rastreadores en el mundo, todos felinos, sus sentidos del olfato estaban mucho más desarrollados, podían captar un aroma a kilómetros de distancia, prácticamente captan el olor de cualquier cosa, sobre todo si el objeto mantiene el aroma del propietario, son capaces de rastrear cualquier aroma por donde había estado el objeto, con ello lograban obtener un rastro hasta donde lo habían llevado sin embargo nada estaba oculto para un rastreador, nada en el mundo podía ser oculto de ellos, por su única habilidad no era fácil contratar sus servicios , costaban demasiado y resultaba aun más difícil encontrarlos. Todos los rastreadores eran escurridizos, ellos te encontraban, no al revés y necesitabas un contacto, el único que lograba comunicarse con ellos era Lux, un hombre misterioso de gran tamaño, de ojos negros, en su rostro se divisaban sus raíces griegas y su piel hablaba de tierras con rayos del sol que calientan la tierra, este hombre misterioso se encargaba de pasar los trabajos a los rastreadores y este decidía cuales tomar, en dos o tres días te visitaba, si no lo hacía, mala suerte.

Con gran sigilo el pantera se mueve en la oscuridad, serpenteando por las sombras que le brindan las columnas redondeadas. La noche es fresca y tranquila, el viento sopla suavemente, el pantera observa a los dos hombres caminando tranquilamente envueltos en una conversación de lo más profunda, en un borrón una figura café con tonos dorados atrapa a ambos, deshaciéndose de los dos humanos con un solo zarpazo.

El pantera se une a su compañera felina, una hermosa guepardo de ojos verdosos más oscuros que los suyos, ambos felinos se encaminan directamente hacia el interior de la casa, la puerta azul de madera les impide el paso en su forma animal ambos felinos no pueden entrar sin hacer ruido, ambos tienen que cambiar a su forma humana.

EL RASTREADOR ( Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora