EL RASTREADOR ( Namjin)

7💗

- Pero si apenas regresaste-protestó Solar desde la mecedora, en el porche de su casa, una hermosa construcción de dos pisos rodeada por muros de ladrillos que la separaba del bullicio de la ciudad.

- Lo siento mucho hermanita, pero tengo que salir, tengo negocios que atender en Seúl.

- Espero que esos negocios tengan nombre y apellido-bromeó divertida acariciando con ternura su vientre crecido.

- ¿Cuántas veces tengo que decirte que eso no pasará? Soy demasiado feliz solo como para querer una vida de pareja-objetó Jin subiendo los tres escalones del porche, al llegar hasta donde estaba Solar puso sus rodillas sobre el suelo de madera y acarició el vientre de su hermana con una mano mientras colocaba una mejilla a un lado. Le fascinaba hacer aquello, en especial cuando obtenía la respuesta que estaba esperando, una patada por parte de su sobrino no nato hizo que soltara una risotada fuerte.

- Solo espera que salga... va a patear tu trasero-protestó Solar en tanto intentaba levantarse haciendo a Jin a un lado. -¡Necesito que salga ya mismo! ¡Me siento como una pelota!

El calor a hogar envolvió a Jin escuchando los gritos de su hermana menor, aún no podía creer que su pequeña hermanita, a la que enseñó peinar su cabello, a manejar bicicleta, a la pequeña mocosa que protegía de muchos alfas cuando entró a la adolescencia estuviera esperando su primer cachorro.

La alegría se instaló en su interior apenas entró a su casa, aquellas paredes de color crema lo recibieron al pasar el umbral. Aún recordaba a su padre relatar la historia de como compraron la casa en ruinas antes de que él naciera y la reconstruyeron completamente, incluso como habían construido desde los cimientos más de la mitad, su padre podía pasar horas y horas hablando de su hogar y lo orgulloso que estaba por todo el trabajo que invirtió en ella. Aquella casa vió crecer a sus padres como pareja y como familia y después vio crecer a Jin completamente, lo vio madurar y también lo vio hacerse cargo de su pequeña hermana cuando sus padres ya no pudieron hacerlo. Antes de que sus pensamientos depresivos fueran a apoderarse de su mente y lo transportaran al pasado la voz de Erik interrumpió.

- Es un alivio tenerte de vuelta.

El alfa de su herma bajaba despacio por las escaleras acomodando una solapa de su traje negro con tranquilidad. - Solar se alegra mucho cuando estas aquí, se vuelve más brillante y... Erik no encontraba la palabra exacta para describir la actitud de su omega cuando estaba con su hermano.

- ¿Tranquila es la palabra que estás buscando?

- ¡Dios bendito! no tienes idea de lo loca que está con lo del embarazo-se quejó.

Jin pudo observar las ojeras que llevaba Erik y no supo mas que sonreír ante esa imagen, no quiso decirle que muy probablemente las cosas se pondrían peor cuando el pequeño leopardo naciera-se le pasará pronto-dijo en cambio.

- Eso dijiste desde que le propuse matrimonio y empezó con los arreglos de boda... me engañaste no he visto un cambio... sigue igual de loca.

- ¡Hey! Sabías en lo que te metías, te lo advertí cuando viniste a mi a pedirme su mano... dije y cito textualmente: Es la leopardo más loca que conocerás en tu vida y si aún sabiendo eso la quieres a tu lado, estaré encantado de darte su mano en matrimonio-se defendió Jin observado con ojos cariñosos a Solar que se encontraba en la cocina sirviendo una copa de vino blanco seguramente para él, su hermana sabía la obsesión que Jin tenía por el vino y agradecía que no tratara de quitarle ese vicio saludable como comúnmente trataba de hacer Seulgi.

- ¡Mi hermano te lo advirtió!-gritó Solar desde la cocina con una inmensa sonrisa.

- ¡Y no me arrepiento!-gritó Erik con un suspiro a su esposa, para luego dirigirse a Jin en apenas un susurro-tenemos temas que arreglar.

- Enviame toda la información por correo-susurró Jin con rostro serio para luego cambiar a uno sonriente cuando Solar estuvo cerca.

-¿Que se traen entre manos?¿Por qué tan serios?-preguntó Solar mirando acusadoramente a los dos felinos que tenía enfrente.

- Solo le estoy diciendo a Erik que más vale que te consienta mucho, porque sé que lo necesitas-dijo Jin con una adorable sonrisa, acariciando los rubios cabellos de su hermana.

Por milésima vez Jin mintió a Solar, ahora ya no le molestaba hacerlo, era por su propio bien. Su hermana menor no sabía a qué se dedicaba realmente, solo su cuñado que mantenía el cargo de segundo al mando en la manada sabía que era un Rastreador. A ojos de Solar Jin era un piloto de vuelos comerciales y claro que tenía licencia para volar, lo había conseguido para tapar su trabajo real, a veces pensaba que era una lástima no ejercer su profesión, esperaba que en algún momento de su vida viviera la vida que decía vivir.

Durante toda la mañana Jin se dedicó a escuchar a Solar sus incontables historias del embarazo y sus interminables quejas por no poder cambiar a su forma animal y las quejas por los estragos del embarazo no se hicieron esperar también, pero había un tema al que Jin le encantaba escuchar. A su hermana se le iluminaba el rostro y sus ojos cuando hablaba de cómo el cachorro pateaba su vientre y lo ilusionada que estaba por tener a su pequeño leopardo entre sus brazos, muy alegre Solar parloteaba sin cesar una y otra vez de como se imaginaba las facciones de su bebé y le emocionaba aún más poder probar toda la ropa que le había comprado a su pequeño.

- Dime que estarás aquí cuando nazca, debes de estar aquí Jinnie-se plantó Solar frente a Jin impidiéndole el paso antes de que abandonara la casa.

- Claro que estaré, lo prometo.

- Juralo. Pidió Solar

Con dificultad Jin pronunció aquellas palabras-lo juro.

Su pequeña hermana sabía que Jin jamás faltaba un juramento, nunca lo había hecho y jamás lo haría, en especial si ese juramento tenía que ver con ella.

- Ahora sí te dejo ir-dijo con una enorme sonrisa en su rostro, para luego abrazar a Jin con dificultad y tanto como su vientre se lo permitía.

Jin aceptó el abrazo de Solar con gusto, aspiró su aroma y con dificultad se fue de su hogar, donde estaba la razón de su vida, su familia.