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Al escuchar sus palabras el felino decidió bajar del marco de la ventana, pasó por delante altivo como era su costumbre, sin mostrar un ápice de nada en su actitud, como si su pequeña declaración hubiera caído en oídos sordos.

¿Hasta cuando ese pantera iba a negar lo que claramente sentía? Pues Namjoon pudo ver el deseo en aquellos ojos verdosos la primera vez que los vio, que se vieron el uno al otro, esa atracción visceral que los atacó no podía estar en su imaginación solamente.

-¿Hasta cuando vas a negarlo?-Preguntó en voz alta tensando su mandíbula cuando estuvo a la par caminando hacia las escaleras, muy al contrario de su rostro que mostraba su claro descontento su voz se escuchó tranquila como una pregunta cualquiera lanzada al aire, una sin importancia alguna. Por su puesto el pantera no pudo observar aquel rostro que mostraba un sentimiento diferente.

-No sé de qué habla-Contestó escueto.

-Habló de tu creciente atracción hacia mi.

-Insisto Namjoon, no se de que habla.

Esa actitud hilarante hizo cambiar la expresión de Namjoon, ver que se negaba a sus sentimientos, a sus deseos, a su instinto, le parecía fascinante, pues los cambiantes sobresalen por dejarse guiar por sus instintos, tan animales que no logran controlarse con facilidad. Observar aquel control hacía que quisiera meterse bajo su piel hasta hacer que perdiera el control.

Ya deseaba ver el punto en el cual aquel pantera dejara salir todo lo que mantenía cubierto bajo una fina capa, la cual con premeditación se había esforzado en romper. Con su mirada, con su aroma, con su actitud.

-Sera interesante.

Su voz al igual que el terciopelo sonó suave, sedoso, lleno de un deseo desenfrenado, el cual viajó hasta llegar a los oídos del pantera que ya bastante lejos se encontraba.

Alguna veces Namjoon deseaba poder leer su mente y saber que es lo que pasaba por la cabeza del testarudo Rastreador, ese pensamiento le rondaba la cabeza día y noche desde que lo conoció, añorando saber sus deseos, sus ideas, lo que mantenía tan dentro de su cabeza como un secreto.

Al llegar a su castillo esperó encontrar a una fiera, deseosa de pelear, de revelar aún más ese estado salvaje que tanto le gustaba. Cuando estuvieron en aquel corredor ver su estado furibundo, atacando al igual que un animal salvaje hizo todos sus sentidos activarse, sentir su cuerpo aprisionado en el muro hizo que el suyo ardiera en deseo, ese pequeño roce lo hizo desear más, mucho más.

Por desgracia al volver lo encontró apacible, con su vista puesta en el horizonte, sus ojos brillaban con los pequeños destellos del sol que apenas salía tras las montañas nevadas. Esa imagen jamás podría borrarla de su cabeza, el pantera parecía una bella pintura ante sus ojos, tan perfecta, lleno de tanto sentimiento, unido con el paisaje ante sus ojos. Tenerlo ahí en sus dominios tan apacible hizo quererlo aún más. Mantenerlo entre las paredes de piedra por siempre para jamás dejarlo ir.

Llegó con el propósito de hacerlo enojar para verlo perder los estribos una vez más y así tener otra oportunidad de acercarse a su cuerpo, deleitarse con su aroma que si bien no era del todo perceptible, logró captar un ínfimo olor a sándalo y flores sobre su piel, esa tersa y suave dermis que lo llamaba deseosa de sus caricias, de sus manos y sus labios sobre ella. Lastimosamente el cambiante no daba señales de ir más lejos de un simple reclamo, por lo que dejó el asunto, en cambio decidió acercarse un poco dejando a un lado su actitud molesta, dando así al felino una oportunidad de recomponerse.

Mucha fue sorpresa cuando el Rastreador tomó aquella oportunidad y aunque fuera un poco, bajó sus defensas y hasta se atrevió a bromear, esa faceta lo abrumó aún más, lo atrajo como una abeja a una hermosa flor. En ese momento Namjoon quiso mandar todo al demonio y decirle que aquel artefacto bien podía estar perdido por siempre y no le importaría en lo más mínimo.

Sus pensamientos acerca de lo que consideraba importante llegaron a él como un balde de agua fría, ¿desde cuándo consideraba un ser vivo más importante que el poder y la inmortalidad?, su pregunta hizo un meollo en su cabeza que prontamente fue contestada ahí mismo. Todo el poder del mundo palidecía a la par de aquellos bellos ojos verdes, esa actitud salvaje, indomable, terca y egocéntrica.

Por otro lado Jin con todo el esfuerzo del mundo trató de no ceder ante esa seductora voz tan baja que vino a sus oídos para tentar con su suavidad a su muy destrozada mente. Tenía que alejarse de ese vampiro lo más rápido posible, hacer su trabajo para luego irse tan lejos, olvidar esos ojos sangrientos que lo miraban con intensidad, de su aroma que lo volvía loco, tenía que salir de ahí.

Al bajar las diminutas escaleras que llevaban a la torre Jin se percató del pequeño detalle de su traslado a Seúl, ¿cómo carajos iba a llegar hasta ahí?, no quería acercarse una vez más a Namjoon, menos viajar de la misma manera, por el pequeño detalle de que luego del viaje iba a estar completamente indefenso, inconsciente y no tenía a nadie para cuidarlo. No es que pudiera simplemente decirle a Namjoon que lo llevara a la casa de Seulgi, uno porque el vampiro no sabía donde quedaba y segundo porque no quería que supiera donde se estaba quedando. Estaba en un gran aprieto y no sabía cómo salir con ambos pies sobre la tierra.

-Espero no te enojes por mi pequeño atrevimiento-Extrañamente la voz de Namjoon se escuchó insegura, con un ápice de temor y tal vez con algo de angustia.

Jin no entendía a que se refirió con eso, pero al llegar a la habitación del vampiro supo porque dijo lo que dijo, pues encima de la cama una montaña de bolsas estaban sobre ella y en el suelo muchas cajas de zapatos apiladas una encima de otra. En seguida Jin quiso darse media vuelta para asestar un golpe en esa perfecto rostro, sin embargo tuvo que aplacar ese sentimiento, no era la primera vez que un cliente le compraba algo como eso.

En muchas misiones había necesitado algunos artículos especiales, como armas y cosas varias, las cuales eran compradas por sus clientes con gusto pese a que no debían hacerlo, incluso el rey del Norte de la India compró mucha seda y joyas para Seulgi y para él en agradecimiento por haber llevado a su princesa a casa, sana y con una pequeña sonrisa en sus labios. Jin y Seulgi ya habían cobrado por el trabajo y se negaron a aceptar algo más allá de su pago pero el rey tigre fue tajante en que se llevaran sus obsequios, y como no podían rechazar un regalo de su majestad optaron por llevarse todo.

No es la primera vez, no es la primera vez, se repetía una y mil veces al acercarse a la cama para observar el contenido de las bolsas y si, efectivamente se trataba de ropa para nieve. Entonces estaba pasando lo que temía que pasara. El vampiro no iba a devolverlo a Seúl, al menos no por ahora.

-Tenemos que salir al exterior y ver que encuentras ahí fuera.

¿Había dicho tenemos?, su oído era muy bueno por lo que se abstuvo de pedir que repitiera lo que dijo.

-Namjoon, trabajo solo-Al decir aquello dio media vuelta, esperando que sus ojos dijesen que no estaba dispuesto a ceder en ello. Confiaba en poder recalcar su modo de trabajar pero sobre todo quería que Namjoon no se pusiera en sus trece y se negara como siempre lo hacía.

-Tengo que acompañarte y eso es todo, te espero abajo.

Y una vez más lo dejó ahí con las palabras atoradas en su garganta, pues se desvaneció en el aire con una ligera curvatura en sus labios, la cual no hubiera sido captada por Jin de no ser que lo estaba viendo con especial atención.

Amo a Namjoon, amo a Namjoon, nunca voy a dejar de decirlo, amo tanto a este personaje que me vuelve loca, hay me enamore 😍😍😍😍😍😍😍😍😍

Nunca voy a dejar de decirles cuanto los quiero y nuca voy a dejar de agradecer por el tiempo que dedican a leer lo que escribo.

Que tengan un lindo día, con amor Ely.

EL RASTREADOR ( Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora