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Derrotado era poco para lo que se sentía en ese preciso momento, en medio de la calle, observando en todas direcciones, olfateando por aquí y por allá.

No se supone que sería así de difícil encontrar el rastro del vampiro, su colonia era particularmente escasa y el aroma natural del vampiro le daba cierto toque especial, por lo que estaba seguro de que podría encontrar su rastro fácilmente desde el estacionamiento donde se supone debería estar su auto, pero solo encontró un leve aroma, seguramente en algún momento del día había estado en ese lugar pero nada más. 

Ahora en la calle en pleno centro de la actividad comercial, justo frente de aquel rascacielos no detectaba ni una pizca de ese perfume que por desgracia se convirtió en su favorito porque sí, olía bien. 

-Esta bien concéntrate-Habló para sí mismo, en un intento por pensar en algo que le permitiese encontrar un rastro aunque fuera mínimo. 

Al pensar una y otra vez en las opciones que le quedaban, decidió por la que menos se decantaba escoger. Con un suspiro fue atrás en sus pasos, eso quería decir que debía ir al punto de partida. 

Una vez en el exterior de la oficina de aquel petulante vampiro se propuso a recoger un rastro, por más minúsculo que fuera y al encontrar un pequeño rastro de esa colonia se echó a andar en dirección al ascensor. 

Por su parte la secretaria observó detenidamente al felino que después de haber salido de una manera en la que indicaba que estaba de muy mal humor, regresó cabizbajo, solo para irse otra vez muy concentrado en lo que hacía, lo que sea que estuviera haciendo. 

-Jenny-Escucho por el intercomunicador al Soberano del aquelarre.

-¿Si Sr. Kim?

-¿El felino volvió?

-Si Sr.

- ¿Ya se fue?

-Si Sr. -Luego de afirmar aquello escucho al Sr. Kim cortar la llamada y por muy extraño que fuera antes de que lo hiciera logro escuchar una leve carcajada del Soberano del aquelarre, eso era muy extraño, jamás lo había escuchado reir y menos aún carcajear, en todo el momento en que llevaba una vida inmortal, jamás vio un atisbo siquiera de una sonrisa.


Sin importar que es lo que hiciese o a donde fuese el rastro de aquella fragancia lo traía una y otra vez a la puerta del petulante chupasangre. 

Ya sin ninguna opción en su haber decidió ir de vuelta a la calle, ya era la una de la mañana por lo que tal vez el aire fresco podría despejar su mente, al menos eso se planteó muy precariamente, lo cierto era que ya no deseaba que ese aroma amaderado estuviera en sus fosas nasales, estaba tan impregnado en su memoria que incluso aunque no estuviera olfateando lo en ese instante, esa escencia venía como un fantasma a la superficie, apenas perceptible, más aún seguía ahí.

Tan absorto se encontraba en tratar de olvidar ese aroma que estaba a punto de volverlo loco que, por primera vez su mente se propuso a divagar, sin estar al tanto de lo que sucedía en el exterior.

Algunos autos pasaban a toda velocidad por la calle que apenas y lograba ver las luces pasar rápidamente.

-¿Desde cuándo eres tan descuidado-La afilada hoja de un cuchillo presionó su garganta y un leve escozor empezó a formarse debajo de ella, en tanto una leve línea carmín bajaba lentamente por la línea de su cuello hasta llegar a la clavícula.

Su respiración acompasada y su mirada no cambiaron con la presencia de aquel individuo
-Nunca bajó la guardia.

Entonces el clic alnquitar el seguro de su pistola resonó fuertemente, logrando que aquel ser alejara su navaja.

EL RASTREADOR ( Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora