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Las cuatro paredes de ese pequeño cubículo insonorizado hizo que sintiera el vacío más grande que nunca tuvo en su vida. La máscara sobre su rostro nunca antes se había sentido tan fría como en ese momento, al igual que su corazón, tan frío y carente de todo que parecía ser un ente sin vida. Namjoon le devolvió su frialdad o le había quitado la tibieza de su presencia, ya no estaba seguro que es lo que hizo el vampiro en su cabeza, en su cuerpo o en su corazón, lo único que tenía claro era que quería volver junto a él. 

-¿Te hice esperar de nuevo?-preguntó Hoseok al entrar por la puerta, ahora vestido diferente, con un conjunto totalmente negro, igual al suyo, con la diferencia que entre sus artículos mantenía pistolas semiautomáticas en los areneces colocados en tórax y piernas. Su rostro cubierto por un cubre boca negro ocultaba sus facciones juveniles, sin embargo el brillo de sus ojos se mantenían exactamente como en la mañana a diferencia de un pequeño corte en su ceja, algo que no lo extraño en los mínimo. Aunque Jin no observara su rostro por completo sabía que estaba sonriendo. 

-Vine temprano.

-Luces diferente-mencionó Hoseok al caminar al otro lado de la habitación quedando de pie en una esquina.

-La ropa hace la diferencia.

-No me refería a eso...-Un par de golpes interrumpieron a Hoseok el cual se mantuvo de pie entre las sombras mientras Jin se mantuvo de pie en la otra esquina de la habitación, en la oscuridad fundiéndose entre la oscuridad. 

-Buenas noches-la voz de un humano al entrar se escuchó clara y fuerte pese a los latidos de su corazón que se mantuvieron en un constante palpitar apresurado en su pecho, además del aroma que desprendía su cuerpo de nerviosismo hasta cierto punto llegando al miedo. 

-Dijiste algo interesante por teléfono, danos detalles-pidió Hoseok con voz distante.

-Primero di tu nombre-Exigió Jin, tenía una fuerte aversión al estar en un lugar donde desconocía con quien estaba tratando, ni para qué necesitaba su presencia. Hoseok no había querido dar ningún detalle antes del encuentro, lo que lo mantuvo muy descontento, claro que ver ciertos cortes en el leopardo en su ceja y el aroma a sangre en su cuerpo hizo que su mal humor mejorara en cierto punto.

-Sargento Kim Taehyung, unidad de homicidios-el policía quedó en silencio esperando que uno de los dos Rastreadores dijera algo. Al no tener respuesta optó por tomar asiento en una de la sillas que se encontraban alrededor de la mesa en el centro del cubículo. -Sé que la manada de leopardos tiene problemas-dijo al cabo de unos minutos los cuales se tomó para tranquilizar su mente y pulso, nunca antes había estado en presencia de dos Rastreadores, ya era suficiente con estar frente a uno. Su actitud distante y sus cuerpos que parecían ser más una sombra que un ser vivo lo ponían nervioso.

-No sabemos nada respecto al tema, el hecho de que seamos felinos no quiere decir que pertenecemos a una manada, menos en esta zona-habló Hoseok.

-Vi cómo se llevaban a una cambiante ayer en la madrugada a la fuerza-dijo en cambio El Sargento Kim Taehyung. 

-¿Qué más viste?-preguntó Jin con poco interés, pese a querer acercarse y exigirle que le dijera que es lo que vio, se mantuvo imperturbable en su lugar, observando con detenimiento al humano. Tenía ojos claros de color avellana los cuales se mantenían analizando cada centímetro de la habitación, en cambio su actitud valiente se encontraba intacta pese a estar frente a depredadores, admiraba aquello en un humano, no muchos mantenían la calma al restar a solas en una habitación con cambiantes fuertes como ellos. Además claro de que fácilmente podían detectar si mentía o no, eso usualmente los ponían más nerviosos aún.

-Solo vi eso, quise perseguir la furgoneta en donde se la llevaron pero no la alcancé. 

-Si no viste nada más, no es asunto tuyo, no te metas donde no te conviene-aconsejó Jin con voz dura, sin embargo con sus palabras esperaba alejar al humano de esos asuntos, podría resultar muerto si no tenía cuidado. Se veía joven, no debía pasar de los 24 años, su cabello levemente rizado y dorado le daba un aire a querubín, de esos pintados en las Iglesias, sería una lástima que terminara muerto por un asunto que no le concernía.

EL RASTREADOR ( Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora