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Rodeo la furgoneta hasta donde nadie puede verme. Agradeciendo la soledad, respiro hondo unos instantes, llevando aire fresco a mis ardientes pulmones. El calor se apacigua, y yo también. Mis alas se retraen, desapareciendo entre los omóplatos con un crujido de huesos y cartílagos… hasta la próxima vez.
-Toma. Me sobresalto un poco ante la voz de Hyunjin. Tras darme la vuelta, acepto la camiseta que me tiende y me la pongo.
-Gracias.
-¿Te encuentras bien? -me pregunta, clavando sus ojos en los míos.
-Sí, claro. Siwon está vivo. Me estremezco por dentro al pronunciar esas palabras y me doy cuenta de que acabo de asimilarlo. Siwon está vivo. No está muerto. Me flaquean las piernas, están a punto de cederme… Sin embargo, el recuerdo del draki gris eclipsa mi alivio. Mirarlo es como ver lo que yo podría ser, lo que nosotros podríamos ser -los drakis de cualquier lugar-, si nos tuvieran presos durante años y nos trataran como a animales salvajes. Y la forma en la que ese draki mira a Jisung me da malas vibraciones. Hyunjin me observa muy serio.
-Nosotros vamos a marcharnos por nuestro lado, Jeongin, ¿lo recuerdas? No deberías sentirte responsable de ellos.
-Sí. Asiento con la cabeza, aunque no estoy muy convencido. Las emociones de Siwon son muy intensas y tiran de mí. Él cree que necesita que yo vuelva a la manada. Lo necesita… o lo desea. No estoy muy seguro de cuál de las dos cosas. Puede que ambas. Tomo aire, y es entonces cuando capto su olor, ese aroma que es inconfundiblemente de Hyunjin. Al estar tan cerca de él de nuevo, siento cómo mi pecho se contrae de dolor. En las últimas veinticuatro horas, ha habido momentos en los que me he preguntado si volvería a tener esto. Levanto la cara hacia él. Allá donde me mira Hyunjin, noto como si me tocara, como si me acariciara. Dentro de poco solo estaremos él y yo. Y Han. Estaremos a salvo y encontraremos a mi madre. Todo volverá a estar bien. Aun así, sigo sintiendo cierta desazón. Noto que el cuero cabelludo se me tensa con un hormigueo, consciente de que el draki gris se halla a solo unos metros de distancia. Y Siwon pretende llevarlo a nuestro pueblo, cuando ni siquiera él está en las mejores condiciones para regresar. Y hay algo más que eso, algo que parece ir mal. Me preocupa que no hayamos escapado del todo. Puede que todavía no seamos libres. Aún tengo la sensación de que algo… se avecina. Como si percibiera mis negros pensamientos, Hyunjin se acerca más. Sus manos suben y bajan por mis brazos. Yo lo miro y me pierdo en el mar profundo de sus ojos.
-Todo ha salido bien -afirma-. Lo hemos conseguido, tal como habíamos planeado. Y ya era hora.
-Esboza una media sonrisa y añade-: Ya he esperado bastante tiempo para tenerte a solas. Con sus esperanzados ojos fijos en los míos, yo no puedo pronunciar las palabras que arden en mi interior. No puedo decirle que, en lo más hondo de mi ser, en el tuétano de mis huesos, no tengo la sensación de que esto haya terminado, así que oculto mis sentimientos con una sonrisa.
-No estaremos demasiado solos, la verdad. Mi hermano estará con nosotros. Hyunjin sonríe de oreja a oreja.
-Le caigo bien…
-¿Tú crees? -bromeo.
-Sé que es así. No intentes sembrar dudas en mi cabeza. Sus dedos danzan sobre mis costillas, haciéndome cosquillas. Incluso ese leve contacto me deja sin aliento…, y no porque yo sea cosquilloso. Doy un respingo y salto a un lado, pero Hyunjin me sigue, me atrae hacia él y me apoya contra la furgoneta.
-A Jisung le caigo bien -repite- y se apiadará de mí lo bastante para darnos un momento a solas de vez en cuando. Su mirada recorre mi rostro, caldeando mi piel.
-Ah, ¿sí?
-Sí.
-Genial -respondo con tono burlón-. Todavía me debes una cita. Una cena, una película… La risa se esfuma de sus ojos avellana y su mirada se torna seria e intensa. Rebosa el anhelo de alguien que ya ha esperado demasiado tiempo.
-¿Y qué pasa contigo? ¿Te apiadarás de mí y aliviarás mi sufrimiento?
-replica, hundiendo la nariz en mi pelo e inhalando profundamente.
-¿Es que has sufrido mucho?
-susurro; mi vanidad se muere de ganas de oírlo.
-Sufro por ti…, por desear estar contigo siempre y no conseguir más que unos instantes robados aquí y allá -dice, y entonces, como para subrayar su afirmación, el sonido de mi nombre se despliega en el viento.
-¡Jeongin! Hyunjin suelta un gruñido y se cubre la cara con las manos.
-¿Ves lo que quiero decir? Jisung se acerca; su cabello reluce como perlas bajo la luz de la luna.
-Ah, estáis aquí… Siwon cree que deberíamos ponernos en marcha ya, dice que todavía estamos demasiado cerca del cuartel general de los enkros. Una pregunta acude en el acto a mi mente, «¿Y desde cuándo te importa lo que quiera Siwon?», pero me contengo. Cuanto menos le afecte Siwon, mejor: así podrá pronunciar su nombre como si jamás le hubiera partido el corazón.
-Claro -digo, escapando de la cálida solidez del pecho de Hyunjin con un suspiro. Nada me gustaría más que acurrucarme y dormir con él como almohada… Jisung se aleja, y entonces oigo cómo se abre la puerta trasera de la furgoneta y voy hacia allí; no quiero dejar a mi hermano solo con ese draki que lo mira como si fuera el primer rayo de sol que ve. Hyunjin me detiene y vuelve a atraerme rápidamente a sus brazos para darme un apasionado beso. Sus labios sobre los míos: eso lo es todo. Me deleito en la sensación de sus manos, la textura de sus palmas endurecidas al cogerme la cara. Sus pulgares presionan ligeramente mis mejillas y me derrito sobre él. Cuando por fin nos separamos para tomar aire, Hyunjin susurra hacia mi pelo:
-Será solo hasta que lleguemos al restaurante de carretera donde dejamos aparcado mi coche. Esperaremos hasta entonces. Sus palabras son como un baño de agua fría. Debería hablar ahora y contarle que me preocupa dejar a Siwon herido con la responsabilidad de Miram y el draki gris… Pero no consigo encontrar mi voz. Y puede que Siwon se haya recuperado lo suficiente cuando lleguemos al restaurante. Después de todo, los drakis nos curamos rápido. Doblo mis dedos contra el fresco algodón de su camisa y lo abrazo un largo instante.
-No te preocupes por mí. Estaré bien. La parte trasera de la furgoneta está abarrotada. Aunque Miram va sentada delante con Hyunjin, Siwon y el draki gris acaparan gran parte del espacio. Siwon ha insistido en que Miram ocupara el asiento del copiloto con el argumento de que ya había pasado bastante tiempo encerrada en una celda. Como esa es una experiencia penosa -mi breve estancia con los enkros puede dar testimonio de ello—, yo no he protestado. El draki gris parece demasiado grande. Se come todo el espacio, lo absorbe todo para él, dejándonos a Jisung y a mí apretujados el uno contra el otro, y yo pienso con añoranza en el asiento del copiloto que ahora disfruta Miram.
-Bueno, ¿y tú tienes nombre? -le pregunta Jisung al draki gris, y eso me pilla por sorpresa. Su tono es un poco demasiado amistoso para mi gusto. Le lanzo una mirada. El me la sostiene y se encoge de hombros. Observándolo con atención, consigo no poner los ojos en blanco. Este draki debe de tener un nombre. Existiría en algún sitio, probablemente en este mismo país, antes de que los enkros lo atraparan. Él asiente una vez.
-Minho -responde. Minho… Un nombre de sonoridad antigua; le va como anillo al dedo.
-¿Por qué no te concentras en intentar desmanifestarte mientras estás aquí metido? -le sugiere Siwon. Minho lo mira, torciendo los labios casi con disgusto. No lo culpo. ¿Quién quiere esforzarse abiertamente, con público, en hacer algo que no puede?
-Quizá en otro momento -se apresura a sugerir Jisung, con voz dulcemente reconfortante-. Solo has olvidado cómo se hace. Volverás a recordarlo. Minho lo contempla con atención, sus ojos de peltre lo devoran. No puedo descifrar sus pensamientos, pero sé que no me gusta que observe a mi hermano. Y punto. Nos paramos en una cafetería en medio de ninguna parte. El sonido del tráfico en la autopista es esporádico. Capto el aroma de comida caliente en el aire incluso antes de que Hyunjin abra una de las puertas. Me ruge el estómago. Esta mañana hemos compartido una bolsa de rosquillas, que no es precisamente el alimento de los campeones. A todos nos vendría bien un poco de comida de verdad. Una brillante luz se cuela a través de la puerta trasera, y yo bizqueo ante la intrusión.
-Es evidente que no podemos entrar todos a comer en el local -dice Hyunjin, mirando por encima del hombro para asegurarse de que no se acerca nadie que pueda ver a una criatura alada de más de dos metros en la parte trasera de la furgoneta-. Jeongin y yo podemos pedir comida para todos y traerla hasta aquí. Hace un gesto con la cabeza, indicándome que baje del vehículo. Yo me apeo y cruzo con él el aparcamiento. La grava suelta cruje bajo mis pies. Es un largo paseo. Hyunjin ha estacionado al fondo del recinto, lejos de las puertas y de ojos curiosos.
-Gracias -murmuro-. Es estupendo tomarme un respiro fuera de ese lugar.
-Ya me lo imaginaba -contesta él, cogiéndome de la mano-. Y Miram no parece tener muchas ganas de rodearse de humanos. No ha estado exactamente habladora. Pedimos hamburguesas y patatas fritas. Me encargo de pedir raciones extra, sabiendo cómo come Siwon y suponiendo que Minho tendrá un apetito igual de voraz. Mientras esperamos el pedido sentados en taburetes ante la barra, me siento casi normal. Como Jisung nos ha interrumpido la última vez que estábamos juntos, es agradable para los dos.
-¿Os apetecería beber algo mientras esperáis? -nos pregunta la camarera desde el otro lado de la barra. Le decimos que sí, y nos sirve dos refrescos muy fríos en vasos de plástico rojo. Yo jugueteo con una pajita.
-Esto podría ser lo más parecido a una verdadera cita que tengamos en un tiempo… Hyunjin niega con la cabeza. -No es precisamente lo que yo tenía pensado. Podemos hacerlo mejor.
-Me guiña un ojo-. Y lo haremos. Saco la pajita de su envoltorio de papel, me llevo un extremo a los labios, coloco ambas manos ante la disfrutar de este rato  boca formando una especie de cuenco y empiezo a soplar, interpretando una melodía. Luego bajo las manos y le pregunto a Hyunjin:
-¿Impresionado?
-No puedes imaginar cuánto. Yo asiento, satisfecha.
-Pues espera, que aún falta lo mejor. Acto seguido, me pongo a interpretar una canción antigua, sacada de una peli de vaqueros. Una vez terminada, me echo hacia atrás con una floritura, hago una mueca y Hyunjin aplaude.
-No conocías este talento mío, ¿verdad? -alardeo, disfrutando de la situación.
-Supera con creces a tus otras… habilidades. Me echo a reír y giro en el taburete. Me siento muy normal, muy bien y muy contento al estar así con él. Feliz, tontorrono y despreocupado. Casi puedo fingir que los demás no están esperándonos. Hyunjin me atrapa las piernas y me detiene. Su cara es solemne cuando se inclina a besarme con esos labios suyos, tan frescos y suaves, sin importarle siquiera si alguien nos mira. Yo agarro el borde de su chaqueta, atrayéndolo más hacia mí, profundizando el beso, deseando que estuviéramos solos. Nos separamos al cabo de un momento y me quedo sin aliento. Hyunjin siempre ha sido guapo, pero me había olvidado del efecto de su sonrisa. El destello cegador de los dientes blancos, los profundos surcos que recorren su boca… Es una de las primeras sonrisas auténticas que le veo desde que escapamos del cuartel general de los enkros, y se me encoge el corazón. El color variable de sus ojos resplandece como piedras preciosas. Como si pudiera leerme el pensamiento, me dice:
-Pronto solo estaremos nosotros. Como ahora. Tendremos todo el tiempo del mundo por delante. Y tú podrás enseñarme a hacer música con una pajita. Al cabo de un rato volvemos a la furgoneta con los brazos cargados de bolsas calientes y llenas de comida, cuya grasa se filtra a través del papel blanco. Por la ventanilla del copiloto, le pasamos a Miram la comida para ella y para Hyunjin. Miram nos da las gracias con una sonrisa forzada. Algo es algo. Ahora que Siwon ha regresado, quizá ella aprecie todo lo que he hecho para rescatarla. Puede que ahora las cosas sean diferentes entre nosotros. Noto un inesperado nudo en la garganta al descubrir que me gustaría que fuese así. Antes de abrir la puerta trasera, Hyunjin me da un beso en la sien.
-Mañana seremos libres. Yo vuelvo a tomar aire. Mañana. Me invade la ansiedad al pensar en todos los momentos que compartiré con Hyunjin, como el que acabamos de vivir en la cafetería Pero serán aún mejores, porque los besos y la charla no tendrán que terminar. Hyunjin coge el tirador para abrir la puerta, pero de pronto se detiene. Yo también me paro y me quedo mirándolo al ver que adopta la inmovilidad de un depredador.
-¿Qué ocurre? -le pregunto. Él levanta una mano como si necesitara un silencio completo para escuchar. Yo ladeo la cabeza y examino el aparcamiento. No hay nada en la gran extensión de grava negra, excepto un surtido disperso de coches y camiones. Algún cliente entra o sale de la cafetería. Aun así, los rasgos de Hyunjin están tensos, y sus ojos avellana registran la zona con gran atención. Al cabo, sacude la cabeza, agitando su cabello castaño sobre la frente.
-Nada, supongo. Abre la puerta trasera y me ayuda a subir. Mi última visión de él antes de que cierre la puerta solo me reafirma en que algo le perturba, aunque no sé qué es. Tras darme la vuelta, le entrego comida a todo el mundo y me pongo cómodo para comer. Doy un mordisco a una patata frita e intento pasar por alto el hormigueo que siento en el cuero cabelludo.

🔅Alma de Luz🔅 [Hyunin#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora