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«Ellos no te conocen. Ellos no te conocen», me repito. Ese es el mantra que me digo una y otra vez mientras llego a la carretera, a la luz y al campo visual de los cazadores. Hyunjin es el primero en mirar en mi dirección, demostrando así que, pese a lo despreocupado que parece, está muy alerta y es muy consciente de todo lo que lo rodea. El pánico asoma a sus ojos cuando me ve, pero solo tarda un segundo en esfumarse.
-¡Eh! -exclama uno de los cazadores al reparar en mí.
-Ah, genial -digo yo-. Has encontrado ayuda… Ya pensaba que iba a tener que llamar a mi madre, lo cual nos habría cortado el rollo, desde luego. Todos los demás se giran a mirarme. Sus expresiones de pasmo son casi cómicas. Los donceles no tienen espacio en el mundo de los cazadores. A sus ojos, según sus normas, yo no debería estar aquí. Mi presencia los confunde, que es exactamente lo que yo quería.
-Es un doncel -se asombra uno.
-Pues claro -replico yo, con tono burlón-. ¿Qué estabais esperando? ¿Un mapache? -Riéndome de mi propia broma, me acerco a Hyunjin-. Mira qué flores he encontrado, cielo. Alzo mi desaliñado ramito de flores silvestres como si fuera una especie de trofeo. La verdad es que es bastante patético, incluso ya está empezando a marchitarse, pero yo finjo que el pobre conjunto vegetal es algo más. Algo ante lo que extasiarse.
-Son preciosas, niño -replica Hyunjin, pasándome un brazo por la cintura y dándome luego un beso largo y profundo. Yo noto las miradas de los cazadores sobre mí e intento que no se me ponga el pelo de punta. Nuestra representación es ahora mismo lo más importante. Lo es todo.
-¿Qué estáis haciendo aquí? -nos pregunta el líder, todavía con expresión desconcertada.
-Hemos salido a dar una vuelta
-respondo, y miro a Hyunjin frunciendo el entrecejo-. ¿No deberíais estar arreglando la furgoneta? Hyunjin se gira hacia los cazadores y les pregunta:
-¿A alguno le importaría echar una ojeada al motor?
-Olvídate de eso -le espeta el hombre con coleta-. No tenemos tiempo.
-Entonces se vuelve hacia su líder y añade-: Venga, vámonos. Debemos de haberlos perdido…
-No -lo corrige el tipo con la caja de metal-. Estamos cerca.
-Alza la caja para mostrar el monitor con sus parpadeantes luces rojas-. ¡Por lo menos tenemos a uno dentro de nuestro radio! Yo me pongo de puntillas para examinar la caja, procurando no parecer demasiado interesada.
-¿Qué lleváis ahí? ¿Es uno de esos detectores de tesoros? ¿Estáis buscando monedas o algo así? -les pregunta Hyunjin, logrando parecer un adolescente entrometido. Pelo Rapado le lanza una mirada de indignación y sacude la cabeza. Aparte de eso, los demás no le hacen ni caso.
-Mira, por ahí la señal es fuerte
-anuncia el de la caja, dirigiéndose hacia el borde de la carretera, hacia el bosque. Mi mano aprieta más la de Hyunjin y él me devuelve el apretón. No puedo evitarlo: mi mirada se va hacia donde sé que se oculta Siwon, que está observándonos. El grupo de cazadores se apiña y empieza a hablar en voz tan baja que es imposible oír nada.
-¿Qué ocurre? -les pregunta Hyunjin. Pelo Rapado se vuelve hacia nosotros con expresión más irritada que nunca.
-Tú y tu novio tenéis que largaros.
-¿Eh? Pero ¿qué dices, tío? Nuestra furgoneta no arranca -le recuerdo en tono de exasperación, y él masculla algo ininteligible. Cazar drakis delante de testigos no es su modus operandi , pero es que ese es precisamente nuestro plan. Complicarles el trabajo y dar a los demás tiempo para escapar. Excepto a Siwon; al parecer, él no va a ir a ningún sitio.
-Debemos ponernos en marcha antes de que el bicho se ponga fuera de nuestro alcance -anuncia entonces el tipo de la caja. «El bicho», como siempre… Me sulfuro, pues soy consciente de que están hablando de un draki. Y ahora estoy seguro de que esa cajita negra supone un grave problema…, si es que antes lo dudaba. Es un rastreador de drakis, aunque no reacciona ante mi presencia. ¿Quizá debería estar completamente manifestado? Si es así, en ese caso el aparato solo puede estar captando señales de Minho. Casi sonrío de oreja a oreja al pensar en ese grupo de cazadores tropezándose con Minho. Sí, buena suerte con la captura… Pero entonces mi media sonrisa se congela al recordar algo. Me llevo una mano a la cabeza y palpo entre mi cabellera la pequeña zona que me rasuraron sobre la oreja. De repente todo encaja. Un escalofrío de comprensión me baja por la columna vertebral. Se me forma un nudo en la garganta, y trago saliva para deshacerlo. Estoy casi convencido de que si examinara la cabeza de Miram, encontraría una zona rasurada de modo parecido. Ahora entiendo qué pretendían hacerme justo cuando me rescataron Siwon y Hyunjin. Iban a implantarme una especie de dispositivo localizador… Lo mismo que hay ahora dentro de Miram. Bajo la mano, y mi mirada se dirige a los árboles con repentina claridad. Los enkros fracasaron conmigo, pero no con Miram. Ni con Minho. Ellos dos han estado cautivos demasiado tiempo. Me sube la bilis a la garganta, mezclándose con el acre del carbón. No se me ha ocurrido preguntarle a Miram si ella había pasado por lo mismo que yo. He estado demasiado ocupado concentrándome en escapar y, después de eso, sobrellevando la presunta muerte de Siwon. Ahora siento una repentina urgencia. Si Miram o Minho llevan un implante, no hay escapatoria para ellos. Los cazadores han salido en su persecución y son auténticos sabuesos. Y, gracias a los enkros, cuentan con las herramientas más ventajosas para su trabajo. Pelo Rapado chasquea los dedos ante nosotros como si fuéramos perros a sus órdenes, y yo no puedo evitar dar un pequeño salto, sabiendo como sé cuál es el verdadero peligro de esa caja.
-Vosotros dos: a la furgoneta -nos espeta-. Cerrad las puertas con el seguro. Como necesito ganar algo de tiempo, niego con la cabeza y cruzo los brazos con firmeza sobre el pecho, sintiéndome aliviado por que mi voz no tiemble al decir:
-Yo no acepto órdenes… -empiezo, pero enmudezco cuando él cruza la carretera hacia mí a grandes zancadas. Hyunjin me agarra del brazo para que no me mueva, comunicándome que debería contenerme, aunque no solo me apetece lanzarle una bola de fuego a este tipo en toda la cara…, sino que hasta me parece necesario. El cazador apunta a Hyunjin con un largo dedo y le dice:
-Mantén a raya a tu chico y meteos en la furgoneta. Estamos persiguiendo a un animal peligroso y no queremos que dos críos atontados se vean en medio del fuego cruzado. A sus espaldas, su equipo empieza a sacar instrumentos y armas de los vehículos: están preparándose para ir tras los demás. Yo sigo sus movimientos con un pánico desesperado; mis ojos se centran en la caja mientras doblo los dedos y las uñas se me clavan profundamente en las palmas. Reprimo el impulso de agarrar la caja y destruirla, romperla y hacerla pedazos en el suelo. Entonces sabrían que Hyunjin y yo no somos una inocente pareja con problemas con su vehículo. Se me contrae la garganta. Tiene que haber una manera… Aun así, doy un pequeño paso adelante, atraído por la caja; la lógica se diluye mientras pienso solo en ponerle las manos encima y destrozarla. Hyunjin tira de mí hacia la furgoneta. Yo arrastro los pies, lanzándole una mirada significativa que él pasa por alto. Una vez dentro del vehículo, encerrados en el pequeño espacio de la parte delantera, yo exclamo:
-¡Esa caja es un aparato localizador!
-Yo he llegado a la misma conclusión -contesta él, y, sacudiendo la cabeza como si esa no fuera la mayor de sus preocupaciones, masculla-: Se supone que tú no tendrías que estar aquí… A través de la polvorienta ventanilla veo cómo los cazadores desaparecen entre los árboles.
-No lo entiendes, Hyunjin. Creo que los enkros implantan una especie de chip en los drakis que tienen prisioneros. Y así, en caso de que escapen, ya sabes…
-Entonces me señalo la cabeza y le explico-: Estuvieron a punto de hacérmelo a mí. ¿Tú sabías algo de esto? -le pregunto, y mi voz suena más cortante de lo que pretendía. La expresión de Hyunjin se endurece y se le tensa la piel alrededor de los ojos.
-Si lo hubiera sabido, lo habría mencionado, ¿no te parece, Jeongin? Yo me estremezco; odio esto, odio el eco acusatorio que flota entre nosotros.
-Lo lamento -digo sinceramente. Hyunjin asiente. Luego, en un tono enérgico que revela que está concentrándose en trazar un plan, me pregunta:
-Entonces, ¿Miram lleva un implante? ¿Y Minho?
-Sí…, creo que sí.
-¡Vamos! -exclama Hyunjin, y salimos de la furgoneta y cerramos las puertas con suavidad. Yo encabezo la marcha, andando silenciosamente en línea recta hasta el árbol de Siwon. Al llegar, levanto la vista y susurro:
-Baja…
-Estoy aquí. Giro en redondo con un respingo y mi corazón desbocado da un vuelco. Siwon está detrás de nosotros, casi manifestado del todo. Su rostro es draki por completo: rasgos afilados, nariz protuberante, piel del color del carbón… Solo su cuerpo sigue igual; no hay alas desplegadas tras sus hombros.
-Han ido por ahí -dice, haciendo una seña. Hyunjin y yo intercambiamos una mirada y sé que debo intentar explicárselo.
-Siwon, espera… -empiezo, pero él me mira por encima del hombro sin detenerse. Yo lo sigo y le cuento-: Miram tiene un chip localizador. Los enkros se lo implantaron. Siwon se para.
-¿Qué? Suspiro, y luego respondo apresuradamente:
-Ya me has oído. Los cazadores pueden encontrarla esté donde esté. Su rostro refleja puro pánico al asimilar mis palabras, aunque después echa a andar de nuevo, gruñendo por encima del hombro:
-¿Por qué no me lo habías dicho antes?
-Acabo de descubrirlo. Enseguida resultan evidentes las heridas de Siwon. No se mueve con su habitual rapidez, y pronto tenemos que reducir el paso para seguir cerca de él. Respira con dificultad detrás de nosotros, con ruidosos resoplidos, y sé que se está esforzando todo lo que puede. No nos cuesta seguir a los cazadores. Aunque son sigilosos, han abierto un camino entre la hierba y la maleza. Hyunjin se pone en cabeza, y yo piso donde él ha pisado, con un ojo en su ancha espalda y el otro en el mundo verde que nos rodea. El viento sopla entre la hierba y las hojas, pero no se mueve nada más. Hyunjin se detiene alzando una mano. Me mira por encima del hombro y luego mira a Siwon. «Estad preparados», nos dice moviendo solo los labios. Y yo sé qué significa eso. Confía en que yo use mi fuego para salvarnos si es necesario. Incluso confía en Siwon, herido como está. Asiento con la cabeza, resuelto a hacer lo que pueda con lo que soy. No voy a permitir que ninguno de nosotros vuelva con los enkros…, ni que acabe tapizando el cuarto de estar de algún cazador. Eso no va a suceder. Se quiebra una ramita de golpe, y todos nos quedamos de piedra. El gorjeo de un pájaro en un árbol cercano cesa de pronto; su canción muere abruptamente. Yo no oigo nada más. Hay un silencio sofocante. Hay demasiado silencio. El pulso me brinca en el cuello, rápido y feroz. Miro a derecha e izquierda, al borde del pánico mientras me preparo, esperando que un cazador salte sobre mí de un momento a otro. Cuando por fin suena algo, es un grito, que se derrama sobre mí como un chorro de ácido. El sonido estremece el aire, y mi piel arde con un hormigueo al reconocerlo. He oído ese grito antes, lo he oído en mis sueños más negros, donde habita el pasado. Siwon también lo reconoce.
-¡Miram! -exclama, echándose hacia delante sin importarle ya hacer ruido. Es absurdo advertirle que tenga cuidado, que intente conservar el elemento sorpresa, no cuando su hermana se siente amenazada. Yo corro para alcanzarlo, preguntándome qué habrá ocurrido, qué estarán haciéndole a Miram. Siwon se detiene algo más adelante y mira a través de las ramas mientras respira con dificultad. Cuando lo alcanzamos, mueve un brazo para impedir que demos un paso más, manteniendo el otro cerca de su costado. Nos ponemos en cuclillas para observar a través de la vegetación la escena que se desarrolla al otro lado. Siento un peso en el estómago
-como si me hubiera tragado una piedra- al ver a Miram, todavía bajo forma humana, con la espalda pegada a un árbol y rodeada por un grupo de cazadores; sus ojos muestran tanto miedo como los de un animal acorralado. Siwon gruñe desde lo más hondo de su garganta. Su rabia me consume, mezclándose con mi pánico, que se alimenta de la certeza de que a Miram no la protegerá su disfraz humano. Siwon desea irrumpir en medio de los cazadores y despedazarlos a todos, uno tras otro. Yo examino a la media docena de hombres, armados hasta los dientes, y aprieto el bíceps de Siwon, transmitiéndole al mismo tiempo que se quede donde está. Su músculo se tensa bajo mis dedos. El anhelo de herir, de destruir, late en su interior. Yo trago saliva e intento luchar contra una oleada de emociones furiosas, procurando liberarme de esos peligrosos sentimientos e inyectarle a Siwon parte de los míos…, una firme dosis de calma que lo ayude a centrarse y a actuar con astucia. Me giro de nuevo hacia Miram y me pregunto dónde estarán mi hermano y Minho. No los culpo por abandonarla, si es eso lo que ha sucedido. Con el chip localizador de Miram, era inevitable que los cazadores dieran con ella. Me alegro de que Jisung esté a salvo. Sé de primera mano que Miram no aguanta bien las situaciones de alto riesgo. De hecho, estoy bastante impresionado por que todavía no se haya manifestado. Como visiocriptora, mantiene el mismo color carne incluso cuando se ha manifestado; por tanto, cuando empieza a transformarse, no resulta inmediatamente obvio que es cualquier cosa menos humana. Y entonces reparo en que está ocurriendo ahora mismo: su piel destella y centellea, pero Miram no se ha rendido del todo. Los cazadores la rodean como una jauría de perros; le gritan, se gritan entre sí, desconcertados ante su visión, una chica aparentemente humana. Intentan comprender por qué han llegado hasta ella cuando esperaban encontrarse con un draki. No tardarán mucho en descifrar el enigma.
-No tenemos mucho tiempo
-susurro. Debemos hacer algo antes de que los cazadores descubran a quién
-qué- han acorralado, antes de que descubran que no han cometido un error. El tipo de la caja metálica mira ceñudo el artilugio y lo sacude como si pudiera haberse roto.
-El aparato dice que estamos justo encima del bicho -afirma. «El bicho» de nuevo…
-¡Déjame ver! -exclama entonces Pelo Rapado, arrebatándole la caja. Se acerca a Miram y la mueve ante ella, por encima de su cabeza y a lo largo de su cuerpo, y Miram se encoge como si ese objeto fuera un cuchillo. Incluso desde donde nos hallamos podemos oír que el sonido de la caja se convierte en un pitido regular y constante. Pelo Rapado vuelve a situarla encima de la cabeza de Miram y el sonido aumenta de volumen.
-Pero ¡qué demonios! -Aparta la caja y se retira unos pasos, pasando la vista de Miram al artilugio varias veces-. ¡No puede ser! ¡Es una chica! Los cazadores empiezan a hablar a la vez acaloradamente. Mi cuerpo se tensa, con todos los músculos listos para saltar a la batalla, porque en realidad no hay elección. Intercambio una mirada con Siwon. En cualquier momento atarán cabos. Por muy increíble que vaya a parecerles, están a punto de descubrir nuestro mayor secreto. Y, de nuevo, nosotros estamos a punto de quedar expuestos. Casi para confirmarlo, el pitido continúa, estridente e infatigable. Devuelvo mi atención a Miram y veo que están pasándole otra vez el rastreador por encima. Justo sobre la cabeza. Ella intenta apartarlo de un manotazo y suelta un quejido de miedo.
-Fijaos en sus ojos -comenta el cazador de la coleta, y todos se ponen a examinarla con más atención, reparando en todas las pequeñas señales, como sus pupilas. Desde mi escondite puedo detectar cambios en los ojos de Miram: veo las finas líneas verticales que se estremecen de terror.
-¡Es uno de ellos!
-Pero ¡si es una chica!
-¡Miradla! Mirad su piel… No es una chica: es un dragón.
Yo me quito la ropa a toda prisa, dejándola caer a mis pies, y corremos hacia Miram, aunque no la alcanzamos. Alguien se nos adelanta. De pronto Jisung está ahí. Magnífico en plena manifestación, una clara niebla brota de el, de todos sus poros. Como un ángel, se queda suspendido a varios palmos del suelo, mientras sus resplandecientes alas baten y crean grandes ráfagas de viento, haciendo que en el aire giren hojas caídas y pequeñas partículas de polvo. Siento un gran orgullo en mi interior al ver lo que Jisung es, en lo que se ha convertido, y en tan poco tiempo… Realmente es una criatura bellísima, poderosa y extraordinaria. Los cazadores empiezan a gritar, chillándose órdenes mientras echan mano a sus armas. Aunque el cuerpo de Jisung emite una niebla embotadora, me doy cuenta de que no está yendo lo bastante deprisa. No llegará a tiempo a los cazadores. No antes de que se pongan a disparar. Siwon también lo comprende y se abalanza a agarrar a Miram para sacarla de ahí mientras todos tienen la atención puesta en Jisung. Yo salgo al espacio abierto, gritando para distraerlos e impedir que disparen a Jisung. Consigo mi objetivo. Sus ojos se vuelven hacia mí. Hyunjin se incorpora a la acción, quitándome de en medio de un tirón justo cuando un dardo tranquilizante pasa silbando junto a mí. Cuando recupero el equilibrio, descubro horrorizado que un cazador está apuntando directamente al pecho de Jisung con una ballesta.
-¡No! -chillo, y me elevo en el aire. El viento se levanta a mi alrededor mientras me sitúo justo delante de mi hermana. Mis pulmones se contraen y se dilatan. El fuego corre a través de mi cuerpo y sale con un estallido. Llamas de un color naranja azulado alcanzan al cazador antes de que pueda apretar el gatillo y su figura se convierte en una mancha oscura, un borrón perdido en el interior de una llamarada. Sus alaridos me hieren los oídos mientras lo engullen llamas crepitantes. Yo aterrizo, paralizado. Se me hiela la sangre en las venas, asqueado por la visión de lo que he hecho. Los otros cazadores rodean a su compañero, quitándose las chaquetas y empujándolo hacia el suelo; le gritan que ruede sobre sí mismo mientras intentan apagar el fuego que está devorándolo. El olor a carne quemada llena el aire.
«Yo he hecho esto», pienso.
La niebla se arremolina más espesa que nunca y los movimientos de los cazadores se tornan más lentos, torpes, y uno tras otro empiezan a desplomarse, cayendo en un profundo sueño.
-¡Jeongin! -Levanto la vista. Hyunjin salta sobre un cazador caído y me agarra por ambos brazos para darme una pequeña sacudida-. ¿Te encuentras bien? Yo salgo de mi estupor y aparto la mirada de los cazadores. El olor a carne quemada todavía me asfixia. ¿Que si me encuentro bien? No. En absoluto. A Jisung se le cierran los ojos y la cabeza le gira sobre los hombros como si estuviera borracho. Capto un movimiento a mi izquierda y me doy la vuelta, listo para liberar de nuevo mi fuego, incluso cuando estoy atónito por el daño que he causado. A pesar de lo que ese cazador podría haberle hecho alegremente a Jisung, aún estoy alterado porque yo podría haberlo matado. Pero lo que veo no es ningún cazador. Se trata de Minho, que nos observa desconcertado. Nos examina a todos, y su mirada se detiene en Jisung. Mi hermano da un paso inseguro y de inmediato Minho está ahí, para atraparlo cuando le ceden las piernas. Lo sujeta contra su pecho y Jisung cierra los ojos y se aprieta las sienes como si le doliera la cabeza. Los ojos de Minho se clavan en los míos. Yo asiento una sola vez, aceptando que se encargue de mi hermano; él lo mantendrá a salvo. Mi mirada se desvía entonces hacia la niebla, centrándose en los cazadores caídos, y se para en el que tiene quemaduras humeantes en los brazos. Lo señalo; sé que si lo dejamos aquí, inconsciente y sin tratamiento, es probable que no sobreviva. Siwon está aquí de nuevo, con Miram pegada a su costado. Me hace un gesto con la cabeza.
-Tenemos que irnos. Probablemente haya otros esperando a que estos les den información.
-No dejaré que este hombre muera
-contesto.
-Él nos habría matado…
-¡No me importa! Miro a Hyunjin, y veo que él también está observando el cuerpo humeante. Sus ojos parecen distantes, extrañamente vidriosos…, y no puedo evitar decirme que está pensando en su familia. Que su padre o Jackson podrían yacer ahí. Que yo podría haber abrasado a cualquiera de ellos si nos hubieran localizado. Que eso todavía puede suceder. ¿Le repugna lo que he hecho? ¿Le repugna tanto como a mí mismo…? Hyunjin habla sin apenas mover los labios:
-No podemos dejarlo morir aquí. Siento un gran alivio al ver que él está conmigo en esto. Siwon suelta un resoplido y sus oscuros ojos destellan con irritación.
-Es lógico que tú digas eso -replica.
-¿Por qué no llamamos a Emergencias? -propone Jisung, parpadeando como si intentara recuperar el control de sí mismo. Le hace una seña a Minho para que la deposite en el suelo y él obedece cuidadosamente, dejando una mano sobre su brazo por si vuelve a perder el equilibrio-. Podemos hacer una llamada anónima y vendrá una ambulancia. Hyunjin y yo nos miramos.
-De acuerdo- apruebo
-Bueno -dice Siwon-. Pero ahora pongámonos en movimiento. Siento una gran tensión en el pecho. Me lo masajeo, justo en el centro, como si pudiera borrar esa sensación, pero no sirve de nada. Dudo que desaparezca alguna vez, que yo vuelva a sentirme normal de nuevo. Normal para lo que soy, claro. Casi he matado a un hombre, y saber que lo he hecho para salvar a mi hermano no me ayuda a aceptarlo. De pronto ya no estoy seguro de qué debería hacer, de qué es lo correcto y qué lo erróneo. Mire donde mire, solo veo dolor. Observo de soslayo a Hyunjin. Sus rasgos son duros, como tallados en piedra.Asintiendo muy serio, vuelvo al bosque con los demás, aunque no me siento aliviado, no me siento libre. Noto un peso en el pecho… con cada paso, con cada metro, que solo se vuelve más pesado cada vez. Este trayecto parece… interminable. Nos detenemos al llegar a la furgoneta, respirando entrecortadamente, pero yo creo que se debe más a las emociones y el revuelo que a la carrera. El rostro de Hyunjin es estoico. Aprieta las mandíbulas al abrir las puertas del vehículo y plantarse ante ellas, impidiéndonos el paso.
-Antes de ir a ninguna parte, tenemos que hablar, dejar algunas cosas claras… Yo asiento. Las reglas del juego han cambiado. Jisung mira a nuestro alrededor con inquietud, como si pudieran aparecer más cazadores. Los árboles se alzan hacia el cielo, tapando la luz del sol de la tarde y envolviéndonos en largas sombras. Hyunjin me mira arqueando una ceja y yo asiento débilmente. Tiene razón, desde luego: soy yo quien debe explicar cómo están las cosas, pues soy yo quien ha descubierto lo del chip localizador de Miram.
-Los cazadores volverán a encontrarnos. -Trago saliva y clavo mis ojos en Miram para corregirme-. A ti, en realidad. Volverán a encontrarte a ti.
-Miro a Minho, preguntándome si sabe de qué estoy hablando y ni se ha molestado en contárnoslo-. Y a ti también. Vayáis adonde vayáis, ellos darán con vosotros. No podéis salvaros.
-¿Cómo ha podido suceder?
-pregunta Siwon, con ojos brillantes y salvajes; sus pupilas se estremecen al asimilar que su hermana no es libre. Todavía no.
-Los enkros implantan chips localizadores en la cabeza de sus prisioneros.
-Pensativamente, me toco el trozo de piel desnuda que mi cabello cubre y luego señalo a Miram con la barbilla-. Así es como los cazadores han ido directos a por ella. Hyunjin me observa con atención, sin que se le escape nada…, ni el modo en que me froto la cabeza. Los enkros estuvieron muy cerca de dejar su marca sobre mí…, dentro de mí.
-¿A ti te lo hicieron? -me pregunta Siwon. Yo bajo la mano mientras niego con la cabeza.
-No. Llegasteis antes de que pudieran hacerlo.
-Tuviste suerte -interviene Minho en su retumbante lengua draki.
-¿Y a ti?
-Cassian se gira hacia Minho y le dice-: Tú estuviste allí mucho tiempo. ¿También te implantaron el chip?
-Jamás consiguieron acercarse lo bastante a mí -responde, mirando su cuerpo de color acero-. Cualquiera que lo intentara… Enmudece, pero yo lo entiendo.
-¿Y nunca te dejaron inconsciente con uno de sus dardos tranquilizantes?
-insiste Siwon.
-Cuando trataron de hacerlo no lograron atravesar mi piel.
-Se da unos golpecitos a sí mismo y luego añade-: Tengo una buena armadura. De pronto comprendo por qué Minho pudo sobrevivir tanto tiempo con sus captores…, cómo pudo vivir mientras el resto de su manada perecía. Los enkros jamás pudieron tocarlo. Siwon se pasa las manos por el pelo y recorre una corta línea invisible; se detiene solo a observar desdichadamente a su hermana, que, a unos palmos de distancia, tiene la vista perdida en la masa de árboles. Miram ha oído lo que hemos dicho, pero no muestra reacción alguna. No ha parado de temblar desde que la encontramos rodeada de cazadores, desde que ha sabido qué hay dentro de su cuerpo. No volverá a ser libre hasta que hallemos la manera de extraerle el chip. Probablemente, yo también estaría temblando. Mis dedos van de nuevo a la zona rasurada de mi cabeza… Tal vez podría estar peor: podría estar arrancándome esa cosa con las uñas.
-¿Qué hacemos? -pregunta entonces Siwon, girándose para mirarnos a todos. Este es el momento en el que yo
podría -debería- decir: «¿A quiénes incluyes en esa pregunta?», pero no digo nada. Solo pienso, y mis pensamientos son angustiosos y lacerantes. Se supone que voy a marcharme, a alejarme de todo esto. He hecho lo que había prometido: Miram está fuera del cuartel general. Esto debería ser el final… Noto la mirada de Hyunjin en la cara y sé que él está haciendo idéntica reflexión. Se supone que vamos a librarnos de la manada ya mismo. La libertad está cerca, ya es casi nuestra…, basta con que yo la tome. Los ojos de Siwon se clavan en mí; peor que su penetrante mirada son los torrentes de absoluta impotencia que se precipitan desde él hasta mí como un río crecido y embravecido. Su necesidad y desesperación se mezclan con mis propias emociones…, las dominan, las ahogan hasta que no son más que un eco susurrante. No puedo ningunear los sentimientos de Siwon. No puedo ningunearlo a él. Siwon vuelve a sacudir la cabeza y dice:
-No podemos hurgar en el cráneo de Miram para sacarle esa… cosa. Podríamos matarla al hacerlo. Yo asiento lentamente.
-Lo sé. Tienes que llevarla a casa y hablar con la manada.
-Por mucho que desconfíe de Severin y la mayoría de los veteranos, ellos han vivido mucho más que ninguno de nosotros y saben cosas. Especialmente Nidia. Puede que alguna vez se hayan enfrentado a algo semejante-. A lo mejor Nidia o alguno de los verdas saben qué hacer. No se me ocurre una solución mejor. No podemos llevar a Miram a un hospital local y pedir que le extraigan el implante. Me mordisqueo un pulgar. Estoy seguro de que mi madre habría tenido buenas ideas. Ella podría haber sacado el chip sin matar al paciente… Eso solo me recuerda que mi madre se ha ido. Que ellos la desterraron. Me muerdo con más fuerza el pulgar y agradezco la punzada de dolor. Ahora mismo no puedo pensar en esa traición. Eso solo me enfurecerá y me enturbiará los pensamientos, y ahora necesito mantener la cabeza fría.
-¿Quieres llevarla a casa? -me pregunta Jisung, recostándose un poco contra Minho, y me pregunto si será consciente de su acto-. ¿A la manada, hasta donde pueden seguirla los cazadores? ¿Y eso te parece inteligente?
-No directamente al pueblo. Miram puede esconderse en algún lugar cercano…, en la montaña -contesto, pensando deprisa-. Si los cazadores le siguen el rastro hasta esa zona, no supondrá un gran peligro. Al fin y al cabo, ya saben que hay drakis por allí.
Estoy refiriéndome a la familia de Hyunjin, claro. Hyunjin me mira sin pestañear, de forma indescifrable, y me pregunto qué estará pensando. Con Siwon por lo menos sé sus emociones; eso es lo que pasa cuando experimentas todos y cada uno de los sentimientos de otra persona. Y entonces, con la misma rapidez con la que he pensado esto, me siento mal por compararlos, por desear que mi relación con Hyunjin se parezca de algún modo a la que tengo con Siwon. Hyunjin y yo somos reales. Sin embargo, lo que Siwon y yo tenemos es una manipulación, el resultado de nuestro enlace. Nada más. Siwon asiente y afirma:
-Sí. Eso funcionará.
-Se acerca a su hermana y le da un tierno apretón en el hombro. Ella levanta la vista hacia él; por fin da muestras de estar prestando atención-. Estarás bien, Miram. Iremos a casa… Vamos a solucionar esto. Ella dice que sí con la cabeza y se apoya en Siwon, que la rodea con un brazo y le acaricia el cabello marrón arenoso, haciéndole mimos como si fuera una niña. Y entonces comprendo que prácticamente lo es. Aunque sea algo mayor que Momo, no es más fuerte que esta. Al pensar en Momo, me estremezco. ¿Es posible que ya la haya atrapado algún cazador? ¿Y qué hay del resto de drakis liberados? ¿Y Roc y los demás? ¿Ya los habrán capturado? ¿O les habrán hecho algo peor? Suelto aire pesadamente. No puedo preocuparme también por ellos. Ya tenemos un problema del que encargarnos. Ver a Miram en los brazos de Siwon me llena de desolación… Resulta imposible mantenerse indiferente, no preocuparse; sobre todo con el bombardeo de las emociones de Siwon. Rabia. Derrota. Miedo y aflicción…
-De acuerdo. No podemos quedarnos aquí. La voz de Hyunjin me devuelve a la realidad, así que despego los ojos de Miram y Siwon. Su expresión es tan reveladora que me ruborizo, sintiéndome culpable, con un ardiente hormigueo en la piel. Odio tener con Siwon este vínculo que nos unirá para siempre. Eso es algo que Hyunjin y yo nunca compartiremos. Y de tenerlo con alguien, debería tenerlo con Hyunjin. Pero no es posible; nunca lo ha sido…
-Pongámonos en marcha. Nos amontonamos de nuevo en la furgoneta. Esta vez yo me siento delante, al lado de Hyunjin. Es un alivio no tener que enfrentarse a los demás, sobre todo a Miram. Siento demasiado dolor y arrepentimiento cuando la miro y pienso en todo lo que le han hecho los enkros. Y, aunque está con nosotros, sigue siendo una prisionera. Traqueteamos a lo largo de la carretera llena de surcos, rodeados de polvo, mientras nos dirigimos a la autopista. Hyunjin cubre el espacio que nos separa para cogerme la mano. Yo suelto aire; no me había dado cuenta de que estaba conteniendo la respiración. Mis dedos rodean su mano y se la aprieto con fuerza; mi necesidad de él es un dolor físico en el pecho. Siempre he temido perderlo; ese temor era como una bestia que gruñera tras de mí e intentara morderme. Sin embargo, ahora ese temor me deja un sabor amargo y metálico en la boca. Y sé la razón. Estoy considerando la posibilidad de ayudar a Siwon y Miram a regresar al pueblo. Y si lo hago, podría perder a Hyunjin.

🔅Alma de Luz🔅 [Hyunin#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora