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Hyunjin y yo no decimos nada. Es como si supiéramos que, en cuanto empecemos a hablar, se dirán cosas que lo cambiarán todo. Nos cambiarán a nosotros. Los sueños que teníamos para nosotros no parecen tan cerca de cumplirse como pensábamos. Hyunjin tiene que saberlo; tiene que percibirlo. De momento, el silencio es mi único consuelo. Aunque, en ese silencio, mi mente vuelve a lo que he hecho, a la posibilidad de haber matado a una persona. Nos hemos detenido para hacer una llamada a Emergencias, pero ese espantoso sentimiento me acosa todavía. Todos los músculos de mi interior se van tensando, con lo que cada respiración se convierte en una agónica lucha por conseguir aire. Las palabras están fuera de mi alcance, pero no así mis pensamientos, que resuenan en mi cabeza. Y tengo muchas más cosas que considerar… Está el asunto de Miram. Mientras esté con nosotros, mientras el chip localizador siga dentro de ella… Sacudo la cabeza. Es una situación que no puedo desatender. No puedo dejar que todo el mundo regrese alegremente al pueblo como si eso no fuera un problema. Continuamos una hora más antes de que Hyunjin reduzca la velocidad. Yo parpadeo como si estuviera despertado de un sueño mientras él se dirige a una de esas gigantescas áreas de descanso que cuentan con numerosos restaurantes y zona de duchas. Prácticamente es una pequeña ciudad. La perspectiva de lavarme el pelo y ponerme ropa limpia me anima un poco. Hyunjin aparca en el extremo más alejado, donde no hay más vehículos. Yo me uno a Hyunjin cuando abre las puertas traseras. Todos parecen exhaustos y deprimidos; ya hace tiempo que ha desaparecido la adrenalina. Siwon se aferra el costado como si todavía le doliesen las costillas. Probablemente haya vuelto a hacerse daño en la desenfrenada carrera por rescatar a su hermana. Jisung se retuerce un mechón del flequillo enredado entre los dedos.
-¿A alguien le apetece una ducha?
-pregunto, forzándome a parecer contento y despreocupado. Jisung es el más rápido. Tras agarrar nuestras bolsas, se apea de un salto, igualmente encantado. Siwon lo sigue. Miram, sin embargo, no se mueve.
-Miram -le digo suavemente. Está encorvada en un rincón, con las rodillas pegadas al pecho y expresión indecisa, como si no estuviera segura de si venir o no. ¿Y quién podría culparla?-. ¿A ti también te gustaría ducharte? Puedes ponerte la ropa que nos sobra. Ella no reacciona.
-¿Miram? -la llama entonces Siwon. Ella da un pequeño respingo y luego asiente y corre hacia la puerta.
-Sí. Gracias -susurra, bajando de la furgoneta. Siwon la rodea con un brazo y la atrae hacia sí, y ella esboza una sonrisa llorosa y se acurruca en el refugio de su cuerpo. Siwon hace una mueca, pero no se queja ni le recuerda que está herido. Jisung permanece junto a la puerta, mirando a Minho. Él está sentado con las muñecas apoyadas en las rodillas.
-¿Estarás bien? -le pregunta mi hermano. Yo le doy una palmadita en el hombro y reprimo un suspiro.
-Vamos, Jisung -le digo-. Estoy convencido de que Minho puede valerse por sí mismo… Las pálidas mejillas de Jisung se colorean de rosa y asiente con la cabeza. Hyunjin cierra la puerta de la furgoneta y todos nos dirigimos a las instalaciones. Jisung, Miran y yo nos separamos de los chicos al llegar a las duchas. Dejo que Jisung y Miram pasen primero. Hay duchas de sobra, pero teniendo en cuenta que Miram es un gigantesco dispositivo localizador para cazadores…, bueno, alguien debería montar guardia. Miram sale enrollada en una toalla y vuelve a mostrarse indecisa al verme. La animo con una sonrisa, esperando tranquilizarla. Su expresión se relaja, se ablanda. Le tiendo unas cuantas prendas y aguardo mientras se viste. Reaparece de nuevo con ropa limpia, frotándose el pelo húmedo con una toalla.
-Ya puedes pasar tú -me dice, señalando los cubículos.
-No hay prisa -respondo. Jisung todavía está duchándose y no puedo dejar sola a Miram.
-Ah -replica, y asiente al comprender mis razones para quedarme. Tras colocarse delante del espejo, levanta mi cepillo para empezar a desenredarse el pelo, pero se queda con la mano en el aire, justo por encima de la cabeza. Yo lo entiendo al instante y sigo su mirada hasta la incisión que tiene tras una oreja. Le arrebato el cepillo delicadamente de sus dedos agarrotados y le digo:
-Trae. Déjame.
Ella me mira, y parece casi sorprendida de verme. Comienzo a cepillarle el pelo. Los finos mechones de color arenoso se desenredan con facilidad. Miro por encima de su cabeza y mis ojos se encuentran con los suyos en el espejo. Todo está en silencio, excepto por el distante sonido de las duchas. Me sobresalto al oír su voz.
-Debería haberme ido contigo. Hago una pausa, y luego sigo cepillándole el pelo.
-¿A qué te refieres?
-A cuando intentaste que me marchara contigo y con Hyunjin… Debería haberme ido. Pero es que estaba tan acostumbrada a tenerte manía que no quería seguirte.
-No pasa nada -digo, porque ¿qué otra cosa puedo decir? Eso ya es agua pasada.
-Nada de esto estaría sucediendo si me hubiera ido contigo. Lo lamento, Jeongin. Perdóname por todo. Yo me encojo de hombros, procurando actuar como si no fuera nada.
-Pero entonces jamás habríamos encontrado a Minho. Todo esto ha tenido algo positivo. Si no, él seguiría siendo prisionero de los enkros. Y los demás drakis también.
-La verdad es que todos los drakis tenían implantes, y lo más probable es que vuelvan a capturarlos, pero al menos ahora tienen una oportunidad. Al igual que Miram. Y no quiero que ella se centre en lo negativo.
-Supongo que debería preocuparme por ellos -dice, mirándose en el espejo la cara, extremadamente joven e inocente-, pero solo deseo que no hubiera ocurrido nada de esto. Desearía estar en casa, con mi padre, con la tía Joy… Termino de peinarla, no muy seguro de qué contestar, la verdad. De hecho, no estoy seguro de si hay algo que decir. Entonces se acerca Jisung, ya vestido.
-Tu turno -anuncia.
-Genial. Seré rápido. ¿Por qué no vais a comer algo y nos vemos luego en la furgoneta? Jisung asiente y recoge sus cosas. Yo me ducho deprisa, aunque nada me gustaría más que quedarme una hora bajo el cálido chorro y dejar que alivie todas las tensiones de mi cuerpo. Me encuentro con Hyunjin al salir de las duchas. Lleva una bolsa de papel marrón.
-¿Llevas algo rico? -le pregunto.
-Desde luego -contesta con una sonrisa, y noto su olor a jabón y a limpio-. Ven, ya verás. Me coge de la mano y me saca del aparcamiento para conducirme hasta una de las muchas mesitas de picnic repartidas sobre el césped. Nos sentamos sobre una mesa de madera astillada, y Hyunjin hurga en el interior de la bolsa. Intento echar una ojeada, pero él agita un dedo y se retuerce para que yo no pueda ver el contenido.
-¿Preparado? -dice, mirándome por encima de un hombro. Yo sonrío de oreja a oreja y muevo las rodillas.
-¡Sí, enséñamelo!
-¡Tachán! -exclama, girándose, y yo me quedo mirando con estupor la caja que tiene en las manos.
-¿Qué es eso? Él me mira a mí y a la caja alternativamente con asombro. -¿Que qué es esto? ¿No lo sabes?
-¿Cracker Jack? -digo, leyendo lo que pone en el envase. Hyunjin asiente entusiasmado y yo examino la caja. Palomitas de maíz y cacahuetes cubiertos de caramelo-. Esto es… ¿una chuchería? Hyunjin se muestra abatido.
-No se trata de una chuchería cualquiera, sino de la primera chuchería del mundo, la que abrió las puertas a todas las demás.
-Abre la caja y vierte unas cuantas palomitas pegajosas en la palma de mi mano y luego en la suya-. A mi madre le encantaban. Se mete el puñado en la boca y mastica. Lo observo un momento disfrutando del modo en que arruga los ojos de placer. Me encanta estar sentado aquí, con él.
-No hablas mucho de ella.
-Yo era muy pequeño cuando murió -replica con toda naturalidad mientras se sirve más Cracker Jack-. Por la noche, en la cama, intento repasar todos los recuerdos que tengo de ella, casi como si estuviera ejercitándolos, ¿sabes? Para mantenerlos frescos y en forma antes de que se desvanezcan por completo. Yo asiento y pestañeo; de repente me arden los ojos.
-Sí. Lo entiendo.
-¿Acaso yo no he hecho lo mismo con los recuerdos que tengo de mi padre? La mirada de Hyunjin se desliza por mi rostro…, como si estuviera memorizándome a mí y este instante. -Sí, supongo que sí -contesta. Tras echar la cabeza atrás, se mete más Cracker Jack en la boca y yo lo imito.
-Hum, está bastante bueno… Hyunjin sacude la cabeza y me da un empujón con el hombro.
-No puedo creer que no hayas probado nunca los Cracker Jack. Yo pongo los ojos como platos.
-¿Probarlos? Ni siquiera sabía que existieran -confieso.
-Eso es un pecado.
-¡Oye! He pasado…, ¿cuánto?, ¿dos meses en el mundo humano? Mi máster aún no ha llegado a los Cracker Jack.
-Río entre dientes, balanceándome sobre la mesa-. Tengo mucho que aprender; lo admito. Todavía con esa sonrisa enternecedora, Hyunjin me pasa una mano por el pelo húmedo y murmura:
-Tendremos todo el tiempo del mundo. Y te enseñaré. De pronto estoy casi seguro de que no estamos hablando de futuras lecciones sobre chucherías. Me arden las mejillas cuando se inclina a besarme. Contra mis labios, Hyunjin susurra:
-Jeongin, pronto estaremos solo nosotros. Viviremos en paz. Seremos libres y felices. Todas las partes de mi cuerpo reviven al primer roce de sus labios. Saboreo los salados Cracker Jack en su boca, y sé que nunca olvidaré la sensación de este instante. -Será mejor que nos vayamos
-digo entonces, levantándome.
-Sí -suspira Hyunjin, recogiendo la bolsa-. Pero espera. Casi había olvidado la mejor parte.
-Esparce palomitas por todos lados al rebuscar dentro de la caja-. ¡Ah, ya lo tengo!
-¿Qué es eso? -El regalo. Todas las cajas llevan un regalo.
Algo cae en la palma de su mano. Hyunjin se queda contemplándolo un largo momento, mientras una lenta sonrisa va curvando sus bien dibujados labios.
-¿Qué? -digo, dándole un codazo juguetón. Él me coge la mano y contesta:
-Esto es perfecto. Hasta que pueda comprarte algo mejor… Me pone en el dedo un anillo de plástico morado. El aro se ajusta a la perfección. Los dos nos quedamos mirándolo un instante. La parte superior tiene tallado un corazón, por cuyo contorno deslizo la yema del dedo.
-Ahora puedes mirarte la mano en cualquier momento y aunque yo no esté ahí, lo sabrás.
-Los cálidos dedos de Hyunjin aprietan los míos, y nuestras miradas se encuentran.
-¿Qué sabré? -susurro.
-Que tienes mi corazón. Que te quiero. Esas palabras, su profunda mirada… No puedo respirar. Pero luego siento como si no necesitara oxígeno cuando lo tengo a él. Hyunjin me alimenta…, me insufla vida, hace que todo sea bueno. Me ha sido fiel a pesar de todo: mi desaparición, mi enlace con Siwon… Siempre me pone a mí por encima de sí mismo. Es un milagro que no haya salido corriendo en dirección contraria. Se oye el claxon de la furgoneta en la distancia. Levanto la vista y veo a Jisung cerca del asiento del conductor, sacando la mano por la ventanilla. Está impaciente por continuar, y seguro que nervioso por la posibilidad de que nos alcancen los cazadores. Al recordar eso, se me borra la sonrisa de la cara. Y así, sin más, el instante feliz se apaga.
-Vamos.
Me encamino hacia la furgoneta. Solo doy unos pasos antes de que Hyunjin reclame mi mano. Y eso me alegra. Me alegra notar sus dedos palpando el anillo que llevo en la mano. Y saber que no importa lo mal que vaya todo si él no me suelta. Quizá nunca lo haga, ocurra lo que ocurra; sin importar lo que yo le pida. No sé qué he hecho para merecérmelo. Solo sé que no quiero perder a este hombre que ha llegado a significar tanto para mí. Ha llegado a significarlo todo.
-Uy, vaya. He olvidado comprar pilas para las linternas y  las lámparas
-dice Hyunjin de repente-. Creo que se nos están acabando.
-Me entrega la bolsa y añade-: Enseguida vuelvo. Yo me giro, admirando su ágil figura mientras corre hacia el edificio.
-¿Jeongin? Me sobresalto al oír mi nombre. Siwon está detrás de mí. No me sorprende no haber oído que llegaba…, me sorprende no haber percibido que estaba aquí. Sus ojos destellan con irritación al mirar a Hyunjin. Luego se vuelve hacia mí, y enseguida se rebaja la intensidad de su mirada, pero yo todavía noto que sigue ahí.
-¿Sí? -le pregunto, odiando lo incómodo que resulta este momento.
-Solo quería darte las gracias.
-¿Por qué?
-Por todo lo que has hecho por mi hermana. Sé que tu y ella no siempre os habéis llevado bien. Sonrío.
-En realidad no nos hemos llevado bien nunca. Él sonríe, de acuerdo conmigo, ladeando la cabeza. Y ante su mirada matadora, ante el destello de sus dientes blancos y rectos en su rostro moreno, recuerdo cuántas chicas y chicos lo codician. No solo por su poder y su posición en la manada.
-Sí. No te ha puesto fácil que le caigas bien. Y me temo que mi padre también tiene mucho que ver en eso. -Su sonrisa se evapora-. Pero, aun así, tú quisiste rescatarla… y te quedaste a su lado cuando creías que yo había muerto.
-Lo hice por ti. El silencio cae entre nosotros, y yo me muevo nerviosamente bajo su vehemente mirada. Pienso en sus palabras…, en cuánto nos hemos arriesgado para rescatar a Miram…, y trago saliva a duras penas. Ella aún está en peligro, aún no está a salvo. ¿Acaso Siwon está intentando que me sienta culpable para que me quede a ayudarlos? Sin embargo, al mirar sus ojos oscuros y líquidos, solo veo sinceridad en las líneas de su rostro. Esta conversación no tiene ningún motivo oculto.
-Dame. Me coge la bolsa de las manos y caminamos juntos hacia la furgoneta, con pasos silenciosos sobre el asfalto. Le lanzo una mirada valorativa. Cojea levemente.
-¿Cómo estás?
-Sobreviviré. Volveré a ser el mismo de siempre dentro de poco. Al fin y al cabo, nosotros sanamos deprisa. Eso es cierto. Por eso pienso que debió de resultar gravemente herido si todavía sufre los efectos. Algo se arruga en mi interior al pensar que Siwon pueda sufrir. Él me mira, y sus labios se curvan en una sonrisa que, imagino, se supone que debe  animarme y convencerme de su bienestar.
-No te preocupes, Jeongin -me dice. Por supuesto: ha sentido mis sentimientos, que la idea de que sufra me revuelve el estómago-. Todo ha terminado. Estaré bien. Y me pasa un dedo por una mejilla. Luego frunce el entrecejo, da un paso atrás y baja la mano. Se arrepiente del leve contacto. Llegamos a la furgoneta y él se aleja convenientemente para dejar la bolsa en el asiento delantero. Yo me quedo junto a las puertas traseras, con el rumor de sus palabras repitiéndose en mi cabeza: «Todo ha terminado». ¿Es eso cierto? ¿Puedo dejar que Siwon y los demás se marchen con ese
interrogante, con ese miedo serpenteando por mi cuerpo como un virus? Apoyo la cabeza contra la dura pared de la furgoneta y suelto el aire sonoramente. Me duele un montón. Siwon ha querido sentarse delante. A mí me ha parecido un poco raro, pero no creo que sea malo que él y Hyunjin pasen algo de tiempo a solas. Me froto los párpados con el pulgar y el índice, apretando hasta el puente de la nariz. Lo hago varias veces, intentando mitigar el dolor de cabeza. Minho está sentado justo frente a mí, y me observa con sus ojos de peltre…, unos ojos tan fríos que me estremezco. Al final ya no puedo soportarlo más. Aparto la mano de mis ojos y le pregunto de malos modos:
-¿Qué estás mirando?
-A ti. Suelto un resoplido.
-Eso está claro. Pero ¿por qué no paras de mirarme? Jisung levanta la vista, evidentemente interesado en su respuesta. Minho hace un pequeño gesto con la mano.
-Me recuerdas a alguien.
Sacudiendo la cabeza, aparto la mirada para clavarla en el suelo de la furgoneta, notando su retumbar a través de las suelas de los zapatos. No me interesa ningún draki al que le recuerde, ningún draki al que él… Me giro hacia Minho de golpe. Todos los nervios de mi cuerpo se ponen en tensión, repentinamente alerta.
-¿A quién? -exijo saber. Él se encoge de hombros.
-Solo a otro prisionero. Ya estaba allí cuando yo llegué. Era un ónix, pero me recuerdas a él por la manera que tienes de frotarte los ojos y la nariz. Él hacía lo mismo. Y también por cómo te pones…, cómo ladeas la cabeza cuando alguien está hablando. Y tienes la misma expresión resuelta, casi como si estuvieras enfadado. -«¿Era?». Esa palabra rebota en mi cabeza y Minho continúa-: Tienes el mismo… aire. Ahora estoy temblando. Siento náuseas, pero aun así le pregunto:
-¿Qué le pasó?
-Un día lo sacaron de su celda para someterlo a más experimentos
-contesta, y entonces sus ojos se apagan-. Y ya no regresó. Aunque ¿sabes qué es lo peor de todo? «¿Peor que morir?».
-¿Qué? -inquiere Jisung, tan rígido como una roca, y sé que en su mente giran los mismos pensamientos que en la mía.
-Que su propia tribu lo había traicionado -responde Minho-. Nos contó que alguien de su manada le había tendido una trampa para que lo atraparan. Lo puso directamente en el camino de los cazadores. Al oír eso, mi piel pasa del calor al frío sucesivamente. Intento tragar saliva para deshacer el nudo que se me ha formado en la garganta.
-¿Cómo se llamaba? -le pregunto tensa, sin mover apenas los labios, entumecidos. «No digas el nombre de mi padre -pienso-. No digas Ji-ho. Ji-ho no».
-Ji-ho -responde Minho. Me levanto de un salto con los brazos abiertos, estirándolos a los lados como en busca de un asidero, algo a lo que aferrarme. Mi mundo da vueltas. Mi visión se vuelve de color rojo. Jisung entierra la cabeza entre las manos y se echa a llorar entre espasmos. Yo golpeo la pared de la furgoneta hasta que me duelen las palmas, y ni siquiera entonces me detengo.
-¡Parad! -grito-. ¡Parad! El vehículo reduce la velocidad. En cuanto se detiene, yo abro las puertas y salgo corriendo…, me interno en el bosque tan deprisa como puedo. No me importa adónde voy. Solo intento alejarme, escapar del dolor, el dolor punzante e implacable que siento en el pecho. Oigo que me llaman a gritos en la distancia, pero no doy la vuelta. No me paro. Corro, volando entre los árboles, aunque el dolor no pierde intensidad. No logro dejarlo atrás. Todavía me sigue. Y con una nueva oleada de angustia, comprendo que siempre me seguirá. Me detengo; lágrimas silenciosas forman rastros calientes por mis mejillas. Me tambaleo un momento antes de caer al suelo, donde aterrizo de rodillas. Con un sollozo lastimero, me doblo por la cintura y vomito, vaciando el contenido de mi estómago. Cuando ya no me queda nada dentro, me acurruco en el suelo formando un prieto ovillo. Ramitas y agujas de pino arañan todas las zonas expuestas de mi cuerpo, pero no tengo energías para que me importe. Ahora lo sé. Por fin lo sé, después de todo este tiempo. Mi padre está muerto. Traicionado por alguien de la manada, alguien con quien yo he convivido durante años… Hay un susurro de hojas cerca de mí cuando aparece Jisung, materializándose de la nada como un espectro. Tiene el pecho agitado por la carrera a través del bosque. Su cabello flota a su alrededor como un nimbo salvaje de color blanco plateado. Sus ojos se quedan clavados en los míos mientras compartimos una certeza, la verdad de lo que sucedió con nuestro padre. Su mirada de escarcha reluce húmeda. Nos separan apenas unos pasos.
-Jisung -susurro, y pronunciar su nombre hace que me desmorone. Su rostro está demudado, convertido en el reflejo perfecto de lo que yo siento. Mueve la cabeza con una sacudida; las palabras resultan innecesarias entre nosotros. En estos momentos estamos viviendo la misma pesadilla. Al instante estamos abrazándonos, llorando como niños. Yo me seco la nariz y digo, entre sollozos y respingos:
-Supongo que siempre había esperado que papá estuviera vivo…
-Lo sé. Yo también.
-Jisung asiente tenazmente-. Mamá. Quiero a mamá.
-Se le quiebra la voz, y empieza a llorar de nuevo. Lo cojo por los hombros, lleno de determinación.
-Vamos a encontrarla. Ella es la única familia que nos queda. Ahora, ahogándome con la noticia del destino de mi padre, siento la falta de mi madre más agudamente que nunca. Se oye el crujido de una rama. Nos damos la vuelta y vemos a Hyunjin. Él se detiene, alzando una mano como para disculparse por la intromisión.
-No te preocupes.
-Jisung se sorbe la nariz y se seca las mejillas húmedas-. Yo… necesito un momento a solas.
-No tienes por qué… -empieza Hyunjin, pero mi hermano sacude la cabeza y se aleja. Yo me quedo mirando a Hyunjin, sintiéndome en carne viva y expuesto, roto. Como si no fuera a estar entero nunca más. Y entonces él está ahí, rodeándome con sus brazos. Me derrumbo contra su cuerpo, dejo que me sostenga.
-Jeongin -dice, pronuncia mi nombre en un susurro. Yo le agarro la camiseta con fuerza, apretando hasta que los dedos se me ponen blancos.
-Mi padre se ha ido de verdad
-afirmo, mirando sus ojos cambiantes. -Lo sé, lo sé -replica, acunándome.
-Siempre he querido saber la verdad…, pero en lo más hondo creía que estaba vivo. Ahora me doy cuenta de eso. Durante todo este tiempo…, jamás he creído que se hubiera marchado realmente.
-Es mejor que lo sepas. Ya no seguirás haciéndote preguntas ni suposiciones inútiles. Me bajan lágrimas por las mejillas. Estoy convencido de que en esto no hay nada «mejor». Antes tenía esperanzas, pero ahora no tengo nada. Nada excepto la completa certeza de que mi padre está muerto, y de que nunca volveré a verlo. Si es que es posible, estrecho a Hyunjin con más fuerza. Como si eso pudiera aliviar, de algún modo, este lacerante dolor. Sin embargo, el dolor no deja de intensificarse, crece en mi pecho hasta que se impone una emoción más potente todavía. En mi interior brota la furia mientras pensamientos nuevos y desagradables se abren paso hasta mi cabeza. Y yo se lo permito: dejo que la furia se imponga. Llevo una bocanada de aire caliente hasta lo más hondo de mis pulmones, donde se vuelve más caliente todavía. Alguien traicionó a mi padre, y no es muy difícil concluir quién fue probablemente ese alguien. Severin. Corbin confesó la animadversión de su tío hacia mi padre…, que Severin se sentía amenazado por mi padre. Pero mi padre no estaba intentando asumir el poder. Solo quería llevarse a su familia a otra parte, lejos de la manada. Qué pena que no escapáramos antes de que le tendieran una trampa… Suelto aire por la nariz, flexionando los dedos, relajando la presión sobre Hyunjin. Entonces me invade un nuevo propósito y ya no necesito agarrarme a nada. Sé lo que tengo que hacer. Voy a volver con la manada. Antes quería saber la verdad; ahora busco justicia. Solo cuando la consiga, cuando descubra al traidor y este reciba un castigo por lo que hizo, podré curar esta herida. Y luego seré libre.

🔅Alma de Luz🔅 [Hyunin#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora