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Recorro de puntillas el pasillo de la casa de Nidia, teniendo especial cuidado al entrar en el salón, donde está Hyunjin durmiendo en el sofá. Lo contemplo un momento, apreciando su inquebrantable hermosura antes de escabullirme. Debo hacer esto yo solo. Despertarlo es absurdo. El poblado susurra con todos los sonidos de la noche, pero no hay nadie mientras voy hacia el norte, donde vive Siwon. En su casa, una luz atraviesa las sombras. Hay alguien despierto. Pienso en Severin. Jisung dice que está avergonzado, destrozado. Cuesta no sentir compasión por él. Ha perdido a su hija… y, en cierto modo, también a su hermana. Cuadro los hombros y llamo a la puerta, esperando que no abra Severin. Sé que Joy es la responsable de la muerte de mi padre, no Severin, pero, aun así, él ha influido mucho en las desdichas de mi vida. No quiero tener que volver a mirarlo a la cara si no es necesario. Sin embargo, sé quién está al otro lado antes de que la puerta se abra. Lo noto tan vivamente como al aliento que me sale entre los labios.
-Jeongin…
-Siwon repara en que voy vestido con camisón y luego mira por encima de mi hombro-. ¿Has venido solo?
-Yo asiento con la cabeza y él hace un gesto hacia el interior-. Pasa.
-¿Podemos sentarnos aquí fuera?
-replico inmediatamente, señalando el balancín del porche. Siwon cierra la puerta a sus espaldas y se sienta. Yo me acomodo a su lado. Durante un rato, nos limitamos a columpiarnos, y me pregunto si mi vida habría sido así si no hubiese abandonado jamás la manada. ¿Siwon y yo, meciéndonos juntos en un balancín todas las noches?
-Te marchas -anuncio. Él inclina la cabeza.
-Sí. Y tú también -dice en un tono que no es de pregunta.
-Sí -respondo-. ¿Adónde irás?
-No lo sé -contesta, agitando una mano en el aire despreocupadamente-. Hay mucho que ver ahí fuera…, incluso otras manadas. Me gustaría contactar con ellas, compartir lo que hemos descubierto, advertirles sobre los enkros y sobre los dispositivos localizadores. Quizá yo también pueda aprender de ellas.
-Pienso en Momo, en Roc y en los demás…, y me pregunto si habrán conseguido su objetivo. Noto un sabor amargo en la boca-. Estoy seguro de que hay lugares mejores para mí que este.
-¿Qué estás buscando?
-Quizá un sitio al que pueda contribuir con algo bueno.
-Eso puedes hacerlo aquí.
Él frunce el rostro. Una de las comisuras de su boca se curva en una semisonrisa.
-Pues entonces, quizá un sitio donde pueda olvidar -rectifica-. ¿Eso te parece más sincero? Sus purpúreos ojos negros me atraviesan, y sé que está hablando de algo más que de su familia, más que de su hermana. Abro la boca, pero él levanta una mano para detenerme.
-Lo entiendo, Jeongin. Antes no, lo admito, pero ahora sí…, desde nuestro enlace.
-Suelta una carcajada ronca, un sonido desasosegante-. Comprendo qué sientes por Hyunjin, desde luego que lo comprendo. Me arden las mejillas de vergüenza al asimilar el significado de sus palabras. Mientras yo he sentido todo lo que sentía Siwon, él también ha estado experimentando todas mis emociones. Incluso mis sentimientos por Hyunjin.
-Vaya… -murmuro-. Esto es un poco embarazoso. Siwon se ríe de nuevo, y esta vez el sonido es genuino. Me aparto un mechón de pelo de la cara, pero vuelve a caer. Nuestras miradas se cruzan.
-Espero que ahí fuera encuentres lo que estás buscando -le digo. «Lo que te mereces», añado para mis adentros. Siwon me sujeta el mechón rebelde detrás de la oreja y replica:
-Lo mismo digo, Jeongin.
-Sin una palabra más, baja la mano y se dirige a la puerta. Allí se detiene para mirarme de nuevo-.
-Adiós, Jeongin.
Yo me lleno los pulmones con una temblorosa bocanada de aire; sé que es posible que no vuelva a verlo jamás.
-Adiós, Siwon.
Y después se va. La puerta se cierra suavemente a sus espaldas. Yo me levanto, incapaz de permanecer ni un instante más en el porche de su casa, tan cerca de él que todavía puedo captar todas sus emociones. En este momento en concreto, ninguna de ellas es agradable. Hay pesadumbre, aflicción, un cansancio que llega a lo más hondo del alma. Pero lo que no percibo en Siwon es arrepentimiento. Eso es lo que me llevo mientras bajo deprisa de su porche. Me aferro a eso, al hecho de que los dos estamos siguiendo los impulsos de nuestro corazón sin arrepentimiento. Y, ahora mismo, mi corazón me conduce hacia Hyunjin. Recorro rápidamente el sendero de acceso y el camisón se agita entre mis tobillos cuando de pronto surge una figura entre la niebla. Yo suelto un respingo y retrocedo hasta que veo que se trata de Hyunjin.
-Me has asustado -le digo. Él se acerca despacio, con las manos hundidas en los bolsillos del vaquero.
-Lo siento -responde-. Me he despertado cuando te marchabas. Estaba preocupado por ti. No me imagino qué habrá pensado al ver que me escabullía en plena noche para ir a visitar, de todas las personas posibles, a Siwon. Sin embargo, no distingo rabia en su rostro. Solo paciencia. Hyunjin me observa -parece que está esperando-, y su mirada no es tanto recelosa como cautelosa. Lo he llevado al infierno una y otra vez, pero él siempre ha estado conmigo.
-Estoy bien -le aseguro-. Solo he venido a despedirme de Siwon.
-Miro por encima del hombro y añado-: Él ya no estará aquí por la mañana. Lo sé sin que me lo haya dicho directamente. Lo noto. Siwon ha estado esperando mi visita, ha estado esperando para darme su último adiós. Hyunjin mira también por encima de mi hombro, hacia la silenciosa casa de Siwon. Sopla una brisa que mece el balancín del porche. -¿Se va? -me pregunta.
-Sí. -Cojo a Hyunjin de la mano. Sus largos dedos se entrelazan con los míos-. Siwon estará bien -afirmo, y realmente lo creo. Él encontrará lo que necesita. En otro lugar. Echo a andar, pero Hyunjin me obliga a detenerme y a mirarlo a la cara.
-¿Y tú estás bien, Jeongin? -inquiere, frunciendo el entrecejo con inquietud. Yo me inclino hacia delante para alisar las arrugas de su frente antes de deslizar ambas manos por sus mejillas y sujetarle la cara con
ternura.
-Por fin ha terminado, Hyunjin. Somos libres.
-Por fin-. Podemos ir a cualquier sitio. -Pego mi boca a la suya, besándolo con todo lo que soy…, hasta que un calor familiar brota en mi interior y me siento a punto de estallar. Me separo y digo con voz ronca contra sus labios-: Estoy mejor que bien. Hyunjin me atrae para besarme. No necesito un vínculo ritual para sentir que él también está bien. Sé que lo está. Los dos lo estamos. El océano ruge suavemente en mis oídos mientras camino de la mano con Hyunjin. Las tiras de mis sandalias cuelgan de los dedos de mi otra mano. El dobladillo enrollado de mis vaqueros me roza la parte trasera de las rodillas.
-¿Estás seguro de que es aquí? -me pregunta. Me pongo un brazo delante de la cara y ahí se quedan las sandalias, balanceándose. El sol poniente tiñe el cielo de un espléndido naranja rosado, tan brillante que me duelen los ojos. Varias rocas salpican la costa. Durante un momento, me veo a mí mismo hace años, corriendo con mi hermano mientras mis padres nos siguen con paso más lento, cogidos de la mano y disfrutando de vernos saltar entre las olas. Jisung pierde una chancla y suelta un chillido mientras chapotea en el mar para recuperarla. Sonrío ante ese recuerdo y dejo que me reconforte.
-Sí, estoy seguro -respondo al cabo. Hyunjin me aprieta la mano. Seguimos adelante, hundiendo los pies en la densa arena, que me impide avanzar con soltura. Inspecciono la orilla lleno de ilusión, esperando que ella esté ahí. Que no me haya equivocado. He esperado esto durante mucho tiempo. Si ella no está aquí, seguiremos buscando hasta que la encontremos. Mientras tanto, Hyunjin y yo nos tenemos el uno al otro. Y tenemos todo el tiempo del mundo para disfrutar de momentos como este, de un paseo por una playa. Sin miedo al mañana, sin preguntas sobre quiénes somos o qué queremos. Entonces reparo en una mujer; tiene el cabello parcialmente cubierto con un pañuelo morado. Los ondeantes extremos se alzan con el viento como llamas danzarinas mientras ella contempla el mar. Se abraza a sí misma y mira resueltamente hacia delante, buscando algo en esas aguas doradas y en ese sol poniente. Me detengo bajo la sombra de una de las formaciones rocosas y sigo su mirada, contemplando con ella el sol que se hunde en el océano. Se me contrae el pecho. Es una vista preciosa.
-Ahí está -dice Hyunjin mientras me aprieta el brazo-. Vamos. Yo asiento, observando a esa mujer un instante más, casi temiendo llamarla, temiendo que pueda desaparecer como en mis sueños.
-¡Mamá!
Ella se gira hacia mí con una rapidez que me indica que ha estado esperándome. Ella sabía que yo vendría. Entrelazo mis dedos con los de Hyunjin. Nuestras palmas se pegan la una a la otra y noto perfectamente el pulso de su corazón, que late al mismo ritmo que el mío.
-¡Vamos! -exclamo, y doy un paso adelante, saliendo de las sombras a la luz.

🔅Alma de Luz🔅 [Hyunin#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora