Capítulo 12 - El accidente.

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Makis recorrió con recelo cada parte de su habitación, se podía ver con claridad que esto escapaba de los parámetros de una broma, esto ya rayaba el límite de la crueldad, pues las pertenencias de ella y de sus amigas destrozadas no podían implicar una simple jugarreta; nada de lo que se supone que les pertenecía estaba en pie, lo único que había salvado intacto eran las pertenencias a nombre de la universidad, y por lo que se podía tener una sanción grave si se llegan a destrozar.

—¡No lo puedo creer! — Tal parece que Juliana necesitaba procesar la información para no reventar en rabia.

—¿Quién demonios pudo hacer esto?

—¿Cómo podemos arreglar todo esto?

Juliana, Natalia y Juan Pablo parecían más furiosos que las verdaderas afectadas, quizás instruían algo, quizás sabían que esto iba de la mano con el rechazo que habían efectuado días antes hacia los grandes amores que habían tenido en días de antaño.

—¡NO PODEMOS! — Natalia miraba como las ropas de su Lulú estaban completamente destrozadas, y ahí, entre tanto desastre estaba su pista, una horquilla que solo había visto una vez en toda su vida. — ¡LA VOY A MATAR!

Olga supo por esos ojos enfurecidos, que su casi novia iba a cometer una locura, fue por eso que pudo reaccionar, llevando las manos a su cintura para retenerla a su lado, mientras sus labios iban con delicadeza a la mejilla roja de ira de la castaña.

—Nati, cálmate. —Sin querer, su cuerpo se comenzó a mecer de un lado a otro, como medida provisoria para aplacar el enojo. — ¿A quien se supone que vas a matar?

—¡A POCHÉ! ¡LA VOY A HACER MIERDA! ¡VOY A ZOTAR SU CABEZA EN EL MALDITO PAVIMENTO HASTA QUE SU CEREBRO SE ESCURRA POR LOS ORIFICIOS DE S U CRÀNEO! — La manera en la que vociferaba la muchacha solo podía evidenciar lo inmersa que se encontraba en ese estado colérico.

—¡Maldita sea! — Gruñó Juliana y dio un paso furioso hacia la salida, pero su intento fue frustrado por Makis, quien tomó su mano de manera fuerte y suplicó de manera tácita por que se quedara a su lado. —¡Ella fue Makis!¡Ella te hizo esto! ¡Debe pagar, debe entender que no puede tratar a las personas como mierda!

Makis dio un paso hacia la furiosa muchacha. — ¿Bajo qué precio Juli? No podemos demostrar que fueron ellas las responsables de estos, pero si se puede demostrar que tu las atacaste, y eso se puede significa la cancelación de tu matrícula; solo tenemos un supuesto, no podemos tomar represarías contra ellas, vamos a quedar como unas completas locas.

—¡¿Cómo carajos pueden estar tan tranquilas?! — Bramó Juan Pablo, quien hasta el momento se había mantenido al margen de la situación, pero esa calma extrema de las afectadas había logrado sacarlo de sus cabales y había terminado por intervenir en las conversaciones.

Camila, cual pequeña que busca refugio en los brazos fuertes de esa persona de confianza. — Porque eso es lo que quieren cariño, quieren sacarnos de nuestros cabales para que las ataquemos o quieren asustarnos, de cualquier modo, no lo conseguirán.

—¡Pero no pueden quedarse sin hacer nada!

La voz colérica de Juliana solo era signo de que debían calmar los ánimos de una vez, de lo contrario, las que saldrían perjudicadas serían esas personas a las que tanto cariño tenían, solo por una estúpida jugarreta de personas que no sabían perder.

—Juli, mírame. — Makis tomó con suavidad los pómulos de la morena, pues sabía que la única manera de que olvidara el coraje que la invadía, era que sus ojos se encontraran en esas tácitas charlas que solo transmitían sentimientos, todo por el único gesto de mirarse a los ojos. — Sé que tienes rabia, pero en estos momentos no podemos ir contra nadie porque no tenemos las pruebas suficientes para atacarlos, la única que saldrá perjudicada serás tú y entiendo que estés enojada, pero no quiero que te metas en problemas. — La cabeza de Juliana bajó con lentitud hasta posar su frente junto a la de Makis. — Sé que te frustra no poder hacer nada, pero las cosas siempre caen por su propio peso y las personas que tienen alguna culpa siempre caen.

Juliana de inmediato sintió que sus músculos se relajaban cuando el aliento de Makis se mezcló con el suyo, pues esa pequeña tenía ese efecto calmante en su cuerpo, no importaba cuanta rabia acumulara, con solo pedírselo, María Cristina era capaz de callar cada uno de sus demonios y remplazarlo por el fuerte pálpito de su corazón, uno que solo se intensificó cuando a pequeña se empinó para alcanzar sus labios de manera suave y calmada.

—Te quiero. — Se escuchó susurrar en el aire, quizás fue Makis, quizás fue Natalia o quizás fue Camila, lo cierto es, que en esa habitación completamente destrozada el amor reinaba y más que eso, la complicidad y la confianza plena se habían apoderado de las tres parejas, dejando que sus almas nadaran juntas en el más escondido espacio de su corazón.

Una semana después.

Makis y Olga circulaban por los pasillos de la universidad luego de haber repuesto todas sus pertenencias y de tomar seguridad extra para la puerta de su habitación; se les podía ver más relajadas, quizás un poco más felices, lo cierto es que el amor había hecho mella en sus vidas, quizás para bien, quizás para mal, pero en este momento, la sonrisa que portaban ambas chicas solo podían ser señal de lo bien que les estaban marchando las cosas.

—¿Esta noche irás a cenar con Nati? — Makis iba entusiasmada con la conversación, pues sabía que el propósito de esa cena a la que iría su amiga sería porque la castaña le pediría que fueran novias oficiales.

—Si, de hecho, me pasará a buscar a eso de una hora.

—Entonces tienes que ir a prepararte.

Ninguna vio a esos chucos que se acercaban jugando con el balón, completamente ajenos a cualquier persona que pudiera estar pasando por su camino, también ignoraban el hecho de que una escalera estaba justo frente a esas distraídas chicas, solo fueron consientes cuando alguien gritó.

—¡Cuidado!

Tarde, fue demasiado tarde, porque ambas chicas salieron expulsadas escaleras abajo, siendo aporreadas por cada uno de los escalones, dejando marcas en sus cuerpos, también, haciendo más de algún estrago que pronto sería un problema demasiado grande para sus cabezas magulladas.

—¡Lo siento! No te vi — Un muchacho de cabello castaño claro y expresivos ojos color miel estaba arrodillado con expresión de terror frente a la rubia que ni siquiera era capaz de moverse. — ¿Te encuentras bien? ¡Por dios que burro, obvio que no estás bien, te tiré de una escalera!

—Makis. — Un doloroso suspiro se escapó de los labios de la rubia, sentía como si todavía estuviera rodando escaleras abajo, completamente mareada y con el mundo vuelto de cabezas, sin embargo, y pese al dolor, ella no se podía olvidarse del hecho que venía con su mejor amiga del brazo y probablemente ella también salió expulsada por las escaleras.

—¿Makis? ¿Qué es un Makis? — El muchacho parecía completamente dominado por el miedo, tanto así que parecía simplemente no pensar en lo que decía, o en lo que la chica le quería decir.

—Mi amiga.

—Cierto, tu amiga. —El chico miraba desesperado hacia los costados, él había visto con claridad como un pequeño pelo azabache había salido volando junto con la rubia. — ¡Ehh! Mi amigo la está viendo, no te preocupes rubia.

Olga sentía que la cabeza le estaba dando vueltas, sin contar lo mucho que le dolía el cuerpo, siendo casi imposible moverse, bueno, a decir verdad, no se podía mover, pues sentía que su cuerpo pesaba como mil kilos más, dejándola completamente pegada al suelo.

—Rubia, necesito que me mires, por favor no te duermas.

La gente ya comenzaba a juntarse alrededor de las dos chicas accidentadas, cortando el suministro de aire para la consciente rubia, pues Makis no reaccionaba ante nada, es por eso que un chico un poco más alto que ella, con lentes y frondosa barba castaña la había alzado en brazos y se la había llevado por los pasillos con el propósito de llegar a la enfermería.

—Me duele la cabeza — Rezongó Olga al verse imposibilitada para ponerse de pie.

—No te muevas rubia, yo me encargo, te tengo que llevar a la enfermería, alguien tiene que revisarte.

El muchacho la alzó con la mayor delicadeza posible, y sin siquiera tenerse a mirar salió corriendo en la misma dirección que había salido su amigo. Las chicas no lo sabían, pero ese accidente había llegado con el suficiente aplomo como para poder cambiar sus vidas de manera radical.

Capítulo 13 - No mires a mi novia.

Una Botella de Amor - (Ventino) [Julkis] [Nalga]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora