Juliana se sentía demasiado feliz, saber que Makis era su novia era lo más lindo que le podía pasar, desde entonces, ella se levantaba con una sonrisa plasmada en el rostro y caminaba por los pasillos del campus con un orgullo extremadamente visible para el resto del mundo.
—Deberías quitar esa cara de huevona. — Reprendió Natalia al verla caminar con una sonrisa que incluso parecía dolorosa. — Me duele la cara solo de verte.
—No es mi culpa. — Respondió mientras gesticulaba con las manos un símbolo de rendición. — Ella me hace feliz, muy feliz.
—No es necesario que te rías 24/7 pendeja.
Juliana le enseñó el dedo del medio a su mejor amiga, pero esto ni siquiera llegó a los ojos de la castaña, porque ella estaba embobada mirando directamente a la rubia que reía mientras la pelinegra le mostraba un video.
—Mira quien habló de la cara de huevona. — Recriminó con gracia.
Para sorpresa de la morena, la castaña se acercó a las amigas completamente mansa, cual gatito se acerca a su ama para buscar caricias, ella se agazapó en los brazos de la rubia, recargando su cabeza con cuidado en el pecho de la rubia de ojos azules, suspirando notoriamente al sentir que si abrazo había sido retribuido.
—¿Qué pasa mi amor? — Preguntó con suavidad la rubia mientras acariciaba con cuidado la cabeza, ocasionando que Natalia se moviera contra sus caricias como si fuera un gatito manso. — ¿Por qué estás así?
—Me gusta tu olor. — Casi ronroneó mientras acomodaba su cuerpo de tal forma que quedara completamente encajada en los brazos de la rubia. — Y me gusta que me hagas cariñitos, se siente rico.
Juliana no pudo evitar reírse; ella estaba completamente acostumbrada a una Natalia que era segura de su misma, que evitaba las muestras de cariño en públicas, la chica que prefería conquistar a una y otra chica en vez de coger la mano de alguien que le hiciera sentir algo real, algo que fuese duradero, pero ahora, Natalia parecía un gatito amansado a bases de mimos y caricias.
La morena, por su parte no se encontraba lejos de la realidad de la castaña, pues ella se quedó completamente en blanco cuando los ojos de Makis la miraron con ternura, y dando pasos torpes, ella quedó justo al frente de la pequeña; la mayor comenzó a pasar directamente el pasó sus manos por la estrecha cintura de la chica, curvando su espalda para poder apoyar su mentón contra el hombro de la más pequeña.
—Preciosa. — Lanzó la morena con una voz aniñada. — Eres preciosa. — Aspiró con vehemencia su cabello.
—Juli, todos nos están mirando. — Recriminó entre risas la pequeña, pero sin dejar de abrazar a la morena.
—¿Y? — Respondió con desinterés. — Que miren todo lo que quieran esa banda de metiches. — Sus labios migraron con un poco de vacilación hacia los de la pequeña, dando un suave beso que duró demasiado poco para su gusto. — Apuesto que estos envidiosos se muere por tener una novia tan genial como la tengo yo.
Las mejillas de Makis se tiñeron de un intenso rojo, dejando a Juliana de una completa boba mientras le miraba; si había algo que la morena adoraba con intensidad, era que las mejillas de la pequeña se tinturaran de rojo cada vez que hacía notar su belleza física, intelectual o espiritual. Se había convertido en una especie de revitalizante para la vida Pérez, el hecho de poder recibir una abrazo, esa sonrisa tímida, o ese increíble sonrojo que aparecía hacían que su día completo se viera diferente, de un color más brillante.
—Juli. — Makis comenzó a mover con delicadeza a la chic; ya la estaba incomodando el hecho de que la mirara tan fijamente y que no dijera palabra alguna. — Juls, me estás dando miedo.
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Una Botella de Amor - (Ventino) [Julkis] [Nalga]
Roman d'amourUna noche de tragos y de atrevimientos puede causar estragos, sobretodo cuando dos mundos completamente diferentes chocan.