Capítulo 24. -No llores más por mi.

170 16 7
                                    

Juliana:

Desde el episodio con Makis a media noche, la vida se había vuelto una especie de escenario marcado por la dulzura de las miradas y la ternura de las caricias cuando llegaba el atardecer y nos podíamos encerrar en nuestro mundo. Pero, lamentablemente esa paz se vería interrumpida por la simple necesidad de informar.

Makis me apoyaba ciegamente, ella respetaría mi decisión y por eso ella era un punto fundamental a la hora de enfrentarme a este nuevo reto. No obstante, una cosa muy diferente era una novia, a unos padres dolidos a punto de perder a su hija, o a una abuela extremadamente cariñosa que tenía una creencia fiel, "una abuela nunca debe llevar en cementerio a su nieta".

El tiempo se me estaba acabando de manera vertiginosamente rápida y tenía que dejar todo en orden, por lo menos dentro de lo que se podía. Parte de esa lista gigante, era conversar con mi familia sobre los términos que quería para mis últimos días. Por otro lado, era necesario poder despedirse de alguna manera.

—¿Estás lista, amor? — Me llamó ella desde la puerta de nuestra habitación. — Ya es hora de que nos vamos, de lo contrario llegaremos muy tarde.

Suspiré. — Si, ya estoy lista. — Con más calma de que era común, comencé a divagar por la habitación. — Solo necesito corroborar que no se me quedara nada.

—Juli. — De inmediato, el pequeño cuerpo de Makis se posicionó frente a mí, tomando mi rostro para dejar mis ojos fijos en ella. — Sé que estás nerviosa, pero cielo, no puedes evitar tener esa conversación con tu familia. — Un beso suave se poso en mi mentón. — Ellos se lo merecen.

—Tengo miedo. — Susurré con voz ausente. — Tengo más miedo del que...de que pueda hacerles daño.

Ella me miró con ternura, al igual que con una innegable infinidad de sentimientos que parecían no ser expresados en palabras simples. Me llenaba de contrarias sensaciones que tampoco podía decir.

—Es considerable que tengas miedo, pero amor. — Susurró con las manos fijas en mis mejillas. — Ellos te aman y te han amado toda la vida, es claro que no les puedes pedir entereza frente a lo que les dirás hoy, pero si puedes darles algo que ellos te han dado siempre. — Sus ojos se clavaron en los míos, devolviéndome la valentía. — Amor, tienes que darles amor.

Posé mis manos sobre las de ella, intentando poner en orden las palabras que querían salir. —No me dejarás sola en todo esto ¿verdad?

—Nunca te dejaré sola, eres mi amor.

Asentí con lentitud, sintiendo que la fuerza volvía a ser parte de mi espíritu, y la entereza volvía a ser parte de mí. Por alguna razón, la sola mirada de Makis lograba hacerme sentir que era capaz de todo, que cada acción estaba completamente en lo correcto.

Nos montamos al carro que había venido en nuestra búsqueda, saliendo de inmediato en dirección a la casa de mis padres. El camino fue silencioso, relajado, como si no estuviera a punto de hacer una de las cosas más difíciles de mi vida.

Makis se había quedado dormida a la mitad del camino, dejándome por primera vez, sola con mis pensamientos. Me cuestioné en muchos sentidos el hecho de mantenerla a mi lado, sabiendo que iba a sufrir enormemente cuando me tocara partir; ella si tenía la opción de irse, no como mi familia, ella tenía la opción de mantener su corazón intacto y buscar otra persona que no la hiciera pasar por este tipo de dolor.

Ella me amaba, era la única manera de poder encontrar la lógica a que siguiera a mi lado.

—Nunca pensé llegar a ver esa mirada tan enamorada en sus ojos, mi niña. — Susurró suavemente Tadeo, el conductor de mi familia.

Una Botella de Amor - (Ventino) [Julkis] [Nalga]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora