Juliana:
—Ya dime. — Susurré restregando mi nariz contra su mejilla. — ¿Qué te dijo mi abuelita? — Ella solo negaba como si fuese una niña consentida que se negaba a soltar su dulce favorito. — Por favor, yo te he contado todo lo que me han dicho.
—No te diré, no seas mimada. — Me reprendió. — No te voy a decir porque es un secreto entre la nona y yo. —No lo podía creer. — Y ya llevamos — Y ya llevamos varios minutos en el carro y no quiero volver a escuchar tus reclamos porque nos quedan varios más.
—¿Le dices nona?
Makis me miró con una sonrisa traviesa. — ¿Celosa? — Nuevamente esa sonrisa malévola cruzaba su rostro. — Ella me dijo que le dijese así, que sería su nieta preferida y que la próxima vez cocinaríamos juntas.
—¿Mi abuela te robará cuando vengamos otra vez? — Le hice un puchero. De verdad esto que se estuviera llevando tan bien con mi familia no me gustaba para nada. — No, no volveremos a venir, me niego a perderte por mi abuela.
Makis comenzó a reírse como si yo no estuviera hablando enserio, sin saber que era la preocupación más real que había tenido en la vida desde que Gallardo había aparecido idiotamente con la intenciones de separarme de mi amor.
—No seas infantil. — Susurró tirando suavemente de mi mano para llevarme a recostarme en su pecho. — Sabes que te amo, y aunque tu abuelita me conquistó.
—¡Hey! — No pensaba perder a mi novia por culpa de mi abuela.
Makis parecía haber llegado a un punto perfecto para molestarme como a ella se le antojaba. — Cállate y déjame continuar. — Espetó tirándome para volver a recostarme en su pecho. — No te cambiaría por nada del mundo Juli, eres una maravilla. — Tiernas caricias comenzaron a repartirse en mi nuca, volviéndome a la calma irritante en la que entraba cuando estaba recostada contra ella. — Gracias por hacerme sentir especial.
Tomé su cintura con delicadeza, estrechando más nuestro abrazo. — No entiendo porque me agradeces. — Con cuidado metí mi cabeza bajo su mentón, acomodando mi cuerpo completo al de ella. — Si tú eres quien me ha ayudado a ser mejor persona, me has enseñado a querer bonito y me has hecho sentir como una verdadera princesa.
—Eres una princesa. — Concedió acomodándose de mejor manera bajo mi cuerpo. — ¿Acaso no te diste cuenta en el castillo en el que vives.
—No es un castillo. — Jadeé conteniendo la risa, sintiéndome en casa solo por tener sus piernas apretando mis caderas y sus brazos rodeando mi espalda. — Es solo mi casa y es de mis padres, no mía.
Makis comenzó a darme caricias suaves en el cabello, logrando que ese suave arrumaco me transportara a un mundo diferente en el que mi conciencia pululaba entre el sueño profundo y las ganas incesantes que tenía de seguir viéndola tan perdida con la vista en las ventanas del carro.
—Tienes sueño testaruda. — Lanzó cogiéndome por sorpresa. — Duerme un poco, yo te despierto cuando lleguemos a destino.
—No quiero llegar. — Confesé con calma. — No quiero romper esa encantadora sensación de que todo está saliendo bien.
—Cuando despiertes seguiré acá. — El susurro de su voz suave, sumado a las caricias incesantes de su mano me dejaron casi completamente sumida en el limbo. — Descansa princesa, duerme mucho que lo mereces.
—No quiero despertar de este sueño nunca.
Mi cabeza quedó suspendida en su pecho y mis brazos quedaron prendados a su cintura, mientras tanto mi cuerpo completo quedaba sobre ella como un pequeño colchón de sueños cumplidos y de anhelos tiernos.
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Una Botella de Amor - (Ventino) [Julkis] [Nalga]
RomanceUna noche de tragos y de atrevimientos puede causar estragos, sobretodo cuando dos mundos completamente diferentes chocan.