Capítulo 19.- La familia Pérez Bejarano

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Makis:

Aprendí a bailar, eso era un punto demasiado bueno para mí, sobre todo porque mi negra parecía tener esa especie de sabor en sus caderas, y al batir su trasero, el mundo completo parecía detenerse para observar semejante espectáculo. Al otro lado estaba yo, una cosita pequeña, con piernas de palillo, que parecía tener que moverse entera para poder mover una parte específica de su cuerpo.

Así es, era un completo asco.

Ahora estaba el otro maldito tema que me estaba matando de a poco, y es que esta noche se llevaría a cabo la reunión con la familia Pérez Bejarano, en donde Juliana me presentaría como su novia "en sociedad". Y como ella decía, a quien le guste que nos acepte y a quien no, que se vaya a chupar trasero de macaco rojo a la punta del culo de África.

Creo que el nerviosismo era evidente, quizás por el hecho de que llevaba más de 20 minutos viéndome al espejo, intentando que el maldito labial me quedara impecable, y que fuese imposible. ¡No entiendo en qué puto mundo mal habido a alguien le queda chueco el labial! Eso no le pasa a nadie, absolutamente a nadie, pero yo, estaba nerviosa, a menos de dos minutos de un colapso nervioso y Olga no hacía más que sonreírle como una soberana huevona al puerco celular.

—¡Ya me harté! — Bufé al ver que ella seguía con esa cara de idiota, y sin pedir permiso arranqué el celular de sus manos para que dejara de mirar lo que sea que viese. — ¡Tienes que estar lista en menos de una hora y tu estás ahí mirando el celular!

Olga hizo una completa cara de espanto. — Makis, dame mi celular.

—¡No te doy una mierda! — Vociferé con rabia. — Eres una irresponsable, sabes que nos pasan a buscar en menos de una hora y sigues en toalla. — Justo en ese momento el celular vibra en mi mano, y eso solo sirvió para que la rabia aumentara. — ¡Y ahora mismo le digo a la culo de elefante que se espere una maldita hora!

—¡Makis no!

Demasiado tarde. — ¡Puta madre! — Solté el aparato. — ¡Mis ojitos!

Si, señoras y señores, Olga la santurrona Vives tenía una foto de su novia caminando distraídamente, desnuda en su totalidad. ¡Le había visto el trasero!

—Yo te dije. — Me recalcó ella una vez más, como si de verdad quisiera reírse de mí.

Le tiré el celular a la barriga, y ya sin importar si terminaba de arreglarse, salí de la habitación para poder arreglarme sin la distracción de su cara boba (por una razón que ahora conocía). Era suficiente el nerviosismo como para saber que ella provocaría una especie de mini ataque porque no quería tomarse eso con seriedad, sabiendo que conocería a toda la familia de mi nova. Yo, una chica sin ninguna peculiaridad, una chica que no era linda, que no era rica, que pasaba con la nariz metida en los libros, que no tenía nada más que una memoria demasiado grande como para olvidar algo, excepto la primera noche en a que se implicó con la chica más hermosa de todo el maldito campus.

—Amor. — Escuché a mis espaldas, y ahí estaba ella, con ese hermosa ninfa caída del cielo, con su hermoso vestido, con su perfecto rostro, con sus ojitos tan lindos, con su humanidad llena de belleza.

¡Ay, me enamoré diez veces en menos de dos minutos!

Ah sí, y al lado estaba la chica a la que le había visto el trasero en una foto hace menos de una hora. ¿¡Y ahora cómo rayos la miro a la cara!?

—¿Amor? — Insistió Juli devolviéndome a tierra. — ¿Estás bien? ¿Te sientes bien?

Le sonreí abiertamente. — Si, estoy bien. — La seguí mirando sin miedo de parecer una completa acosadora. — Eres muy linda, muy muy linda.

Una Botella de Amor - (Ventino) [Julkis] [Nalga]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora