Natalia:
—Debiste decirle Juliana. — Le susurré mientras acariciaba su espalda con tranquilidad. — Ella merecía saberlo, aunque tu no quisieras decirlo.
Los sollozos ahogados de Juliana estaban haciendo que temiera por el bienestar de sus pulmones y que un irracional miedo de que ella se pudiese ahogar comenzara a invadirme de muchas maneras diferentes.
—No quería que me viera como lo hizo. — Jadeó entre hipidos y sollozos. — No es justo Natalia.
—Sé que no lo es querida. — Le apoyé. — Pero no puedes esperar a que ella comprenda tu enfermedad cuando...cuando...cuando estás...
—A punto de morir. — Completó ella sin miedo.
Resoplé resignada, porque aunque no me gustara admitirlo, ella estaba muriendo. A estas alturas, la cuenta regresiva ya había dado inicio, y el reloj había delatado que había consumido cuatro años de los cinco que le daba esa maldita enfermedad; también era necesario admitir, que había ciertos síntomas que nos evidenciaba lo avanzada que estaba su enfermedad.
—No lo digas. —Supliqué. — Por favor, solo déjame tenerte un momento más. — Mis dedo se hundieron en su cabello, buscando sentirme un poco más cerca de mi mejor amiga. — No quiero saber que te voy a perder.
La voz se me quebró en un momento y no me preocupé en ocultarlo, no me importaba que ella supiera que la sola idea de perderla me hacía perder la cabeza. No podían esperar a que me sintiera compuesta luego de tener que aceptar que mi mejor amiga tendría que partir y ni siquiera había vivido la mitad de la vida que tenía merecida.
No era justo, claro que no era justo, y lo peor de todo es que habíamos vivido temerariamente, al igual que nuestras familias. No obstante, el estatus familiar siempre debía mantenerse, así que la arista del amor siempre fue desconocida como tal entre nosotras; no había amor en absoluto, solo había encuentros arreglados y noviazgos permitidos por toda la estirpe familiar. Claramente, ni ella ni yo habíamos enfrentado los abrumadores sentimientos de amor como lo era ahora.
Toda esa parafernalia de protocolos y estúpidas reglas habían sido olvidadas hace cuatro años atrás, cuando la hija menor de los Pérez había sido diagnosticada con una enfermedad que apenas le daría cinco años más de vida en buenas condiciones. Entonces, la familia completa tuvo que reestructurarse, y con eso, mi familia también lo hizo. Pero ya era tarde.
Ella merecía más que cinco míseros años, ella merecía una vida larga, merecía tener tiempo para cometer errores, para que le rompieran el corazón o quizás ella romperle el corazón a alguien, merecía emborracharse hasta no poder más, merecía ser una hija de puta inmadura por más años de los que se le permitió y luego merecía una oportunidad de redención más larga de la que le había proporcionado Makis.
—Se me acabó el tiempo, aunque no lo quería admitir. — Susurró torturándome un poco más. — Yo solo esperaba que Makis estuviera un poco más a mi lado, que no me dejara al enterarse la verdad.
La vi levantarse como un fantasma de la cama, con los ojos hinchados de tanto llorar y con la nariz tan roja como la de un tomate; era deplorable de muchas maneras, pero era real. Juliana estaba sufriendo profundamente del rechazo de Makis al enterarse de su enfermedad, o como ella quería llamarlo, por el miedo a su enfermedad y a salir lastimada a largo plazo.
—Iré a hablar con ella. — Corté medio consumida por la rabia que estaba quemando en mi bajo vientre. — No tiene ningún derecho a...
Juli me tomó del brazo, deteniendo por completo mi avance. — Yo no tenía derecho. — Susurró con una sonrisa triste plasmada en el rostro. — Debí ser sincera con ella desde un principio, decirle lo que estaba pasando y el porque era la chica que solo se preocupaba de llevar un récord de personas a su cama. — El dolor estaba vivo en sus ojos, pero su sonrisa transmitía una gran paz. — Tuve que darle elecciones, decirle que me gustaba y dale a elegir si se arriesgaba a amarme o cuidaba su corazón del dolor de la perdida. Y no lo hice. — Sus ojos se cerraron y una única lágrima se deslizó. — Lo que yo hice no fue justo de ninguna forma.
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Una Botella de Amor - (Ventino) [Julkis] [Nalga]
RomanceUna noche de tragos y de atrevimientos puede causar estragos, sobretodo cuando dos mundos completamente diferentes chocan.