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Tienes que ser demasiado frío para lograrlo en este mundo”

“Tienes que ser demasiado frío para lograrlo en este mundo”

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Corea del Sur, Seúl: año 2009-12-12.

Jimin estaba sentado en el suelo mirando sin cesar los rasguños que habían en este ¿Podría ese suelo ser alguna vez tan hermoso como lo fue antes? ¿Podría él algún día volver a ser quién era?

Sus preguntas lo invadían hasta el punto de llevar sus manos a su cabeza y apretarla para hacer desparecer sus pensamientos.

— Jimin, pequeño. ¿Dónde estás? — lo llamaba su abuela.

¿Pequeño? Ya Jimin no era un pequeño, su inocencia no estaba con él. La había perdido hace mucho tiempo. Ahora Jimin era un chico oscuro y sin alma. Frío como la nieve, seco como el polvo.

— ¿Jimin? — su abuela abrió la puerta de la habitación y vió a su nieto recostado en el suelo con las manos en la cabeza hecho completamente un ovillo.

Oh Dios Mío, era lo único que podía pronunciar cada vez que lo veía. Su pequeño, su ángel ya no era ese niño sonriente y cariñoso. Su nieto se había vuelto alguien completamente diferente, y le daba miedo, se culpaba por lo que había pasado aún si no era su culpa. Ella debió alejarlo de ese lugar.

Esas enormes paredes que los rodeaban habían sido su perdición, la niñez que había perdido dentro de la oscuridad pintada por su padre y la adolescencia que no estaba pudiendo abrazar. Las había perdido, lo estaba perdiendo.

— ¡Vete! — lo escuchó gritar desgarrando su garganta — ¡Vete, fuera de aquí! ¡No lo soporto! ¡No lo quiero! ¡No quiero! — lloriqueó.

¿Qué podía hacer? Necesitaba recuperar a su nieto, necesitaba verlo feliz. Necesitaba verlo bien.

— Señora... — la empleada hizo una reverencia.

— Abre las ventanas, quita todas las cortinas. Necesitamos luz, mi pequeño Jimin necesita luz — demandó.

— Pero Señora... — quiso intervenir, porque sabía que no debía hacerlo. Se lo habían prohibido.

Su Señor. Park Jimin, el heredero de toda la fortuna y de aquella mansión le había ordenado oscuridad absoluta. No quería ver la luz, no quería ver nada.

— ¡Te he dicho que lo hagas! Tomaré la responsabilidad, Jimin es mi nieto. Me debe respeto, tan solo tiene catorce años. Necesito recuperarlo antes de que sea demasiado tarde.

Dijo y se retiró. Comenzando ella misma a tirar de una de las grandes y oscuras cortinas que cubría el gran ventanal de cristal que daba a la calle. Jimin tenía que ver el mundo, tenía que ver lo hermoso que era.

(...)

Corea del Sur, Seúl: año 2009-10-13.

Sus pasos se escuchaban sobre la madera, Jimin estaba caminado despacio por el ancho pasillo con una hermosa sonrisa. Llevaba un bello traje azúl y unos zapatos perfectamente limpios color negro con su cabello azabache peinado hacia atrás.

Ese sería su cumpleaños número catorce y sus padres habían preparado una fiesta en su honor.

Sería muy divertido para él ya que podría conocer nuevas personas. Nunca había salido de la mansión así que estaba muy nervioso por conocer personas, este, sin duda. Iba a ser el mejor día de su vida.

O tal vez, el peor de todos.

Lo soy, soy el cazador.

— Lo soy, soy el cazador

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Mask; pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora