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“¿Por qué vienes? Sabes que te deberías haber quedado. Traté de advertirte”

Corea del Sur; Seúl: 2009-12-30

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Corea del Sur; Seúl: 2009-12-30.

Jimin se encontraba observando el cadáver de aquel chico que él mismo había matado, su rostro estaba serio pero la sonrisa de aquella máscara que llevaba lo ocultaba.

— ¿Qué debo hacer? — sacó el cuchillo del pecho del muchacho joven — Deberías habérmelo dado, es mío. Todo es mío y me lo tienes que dar.

Volvió a clavar el cuchillo viendo como la sangre manchaba el uniforme blanco que llevaba. Suspiró y se levantó mirando hacia la puerta.

— Jimin...

TaeHyung estaba parado en la puerta mirándolo con los ojos muy abiertos y su corazón a punto de salirse de su pecho.

— ¿Qué has hecho? — preguntó con los ojos llenos de lágrimas — ¿Está... está muerto?

Jimin alzó una ceja y aplaudió, se agachó volviendo a sacar el cuchillo del cuerpo del sirviente. Ladeó la cabeza mirando a su primo, ese niño era una molestia.

— ¿Quieres jugar? — preguntó acercándose a él.

— ¡No!

Tae salió corriendo por todo el pasillo mientras pedía ayuda. Jimin estaba loco, eso era lo que pensaba mientras corría rápido hacía la habitación de la anciana. Llegó sofocado y abrió la puerta, se subió a la cama y la despertó.

— Abuela... — sus manos temblaban — Jimin tiene sangre, y un cuchillo.

La mujer mayor se levantó y lo abrazó acariciando sus cabello. Sus lágrimas cayeron, no podía creer que su pequeño ángel hubiera hecho algo así otra vez.

— Tengo miedo...

— Tranquilo — besó su frente y lo miró — Jimin no te hará daño, él es tu primo y te quiere. Él no es malo, solo está enfermo.

— Pero... — la miró.

— Jimin te quiere.

Le sonrió y se volteó buscando en los cajones. Era el cumpleaños del menor.

— Feliz cumpleaños Tae...

Le dio su regalo. En eso momento el pelinegro se asomó en la puerta y vio a TaeHyung sonreír junto a su abuela.

— Yo te protegeré de todo mi pequeño.

Lo abrazó, Jimin apretó los puños y una lágrima cayó de sus ojos. Se la había robado, TaeHyung le había robado a su abuela, ella lo había traicionado. Miró el cuchillo y sonrió.

La noche se acercaba, la mansión poco a poco iba quedando en la oscuridad y los sollozos de Jimin resonaban por toda la habitación.

— Debiste solo amarme a mi... — observó el cuerpo inerte de su abuela y el cuchillo en sus manos.

TaeHyung caminó hasta la puerta de Jimin. Tenía su regalo en la mano. De verdad quería ayudarlo, de verdad quería a su primo y quería ser feliz en familia. Pero Jimin no abrió la puerta, el castaño se fue a dormir.

Poco después, la puerta de Jimin fue abierta. El observó las cortinas y suspiró.

— Bienvenido a casa...

Miró la puerta del castaño y dejó caer la vela. Observó como las cortinas comenzaban a quemarse, volvió a su habitación y se acostó.

(...)

Corea del Sur; año: 2019.

— Jimin...

— ¿Que? — rió irónico — ¿Vas a decirme que no te imaginabas nada de esto? — alzó una ceja — Veamos, todo este tiempo te lo advertí...

SunJi frunció el ceño, ¿de qué estaba hablando? ¿Por qué se comportaba así? De un momento a otro todo pareció cambiar, Jimin no parecía ser él.

— Digo... — se sentó — Mi pequeño yo, intentó advertirte de quién soy, ahora.

La miró, era la primera vez que la miraba así. La primera vez que podía enseñarle su verdadero yo y estaba siendo tan divertido.

— No sabes lo que dices...

El peligro volvió a reír negando.

— Por eso me gustas, sabes muy bien lo que está pasando. Sabes de qué se trata y lo ocultas, lo evitas. Tratas de crear otra realidad... — lamió sus labios — Todo eso porque te gusto y no quieres verme como un asesino.

— Jimin basta — sus lágrimas corrieron por sus mejillas — No eres así, tu querías ayudar a Tae, ¿no es así?

— ¿Tae? — frunció el ceño — Él solo corrió con suerte...

— No entiendo...

— Soy como mi padre me enseñó — dijo — Sé el mejor, sé el ganador. Lo entendí, por eso ahora soy quién soy.

— ¿Quién eres?

Jimin la observó y volteó el rostro.

— Dime, ¿quién eres? — se acercó — Eres un asesino, es lo único que eres. Un mentiroso...

Una máscara.

— Me vas a decir que ya no te gusto, ¿solo por eso?

SunJi abrió mucho los ojos, ¿como después de decirle todo aquello el aun estaba tan tranquilo?

— De verdad, ¿no te arrepientes de nada?

— No. Ya nada me afecta SunJi — se levantó y se paró frente a ella. Alzó su mentón — Por que en un mundo de máscaras, nadie llora.

 Alzó su mentón — Por que en un mundo de máscaras, nadie llora

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Mask; pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora