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— Muévete y pierdete de aquí antes de que me moleste TaeHyung

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— Muévete y pierdete de aquí antes de que me moleste TaeHyung.

Jimin miró a su primo con sumo odio, lo odiaba y sus amenazas no eran juego. Ya le había dado demasiadas oportunidades a Tae para perderse de su vida y no verlo nunca más.

— Ay — suspiró y rió — Tu siempre con tus amenazas — Jimin le dedicó otra mirada de odio. Se estaba conteniendo solo porque estaban en medio de la Universidad — A ver, que sé que eres capaz de muchas cosas, ¿no? Claro que sí, yo mismo lo he visto.

Corea del Sur; Seúl: año 2009-12-18.

— Jimin, cariño — su abuela lo había estado buscando durante toda la mañana. Jimin se había desaparecido al escuchar que su primo iría a vivir con él.

La anciana suspiró y se sentó en la habitación del chico.

— Jimin... — ella sabía que él la escuchaba — Tae es tu primo, está solo y sufriendo como tú, ¿quieres dejarlo solo?

— No lo quiero aquí — su voz se escuchó desde debajo de la cama — Si viene no va a ser feliz.

— Cariño...

— ¡No! ¡No va a venir! ¡No lo voy a permitir! ¡Fuera, fuera de aquí!

Los gritos y golpes se escuchaban por toda la mansión, los empleados se quedaron estáticos al volver a presenciar otro de los ataques de su amo. Jimin cada día estaba peor.

Al otro día, un muchacho de hermosa sonrisa llegó a la mansión de los Park acompañando de un Señor que estaba encargado de él hasta ese momento. La Señora Lee recibió al pequeño con alegría.

— Hola, soy la abuela de Jimin — le sonrió.

— Soy TaeHyung — la miró.

Él chico era menor que Jimin por un año, era hijo del hermano de su padre. Él cuál este había matado. TaeHyung perdió a su madre cuando era pequeño, por eso, la partida de su padre fue tan dolorosa para él. Se había quedado solo en el mundo, creía no tener a nadie más. Pero cuando recibió la noticia de que su primo estaba bien y que iría a vivir con él se puso muy feliz, al menos le quedaba alguien. Los dos no se habían visto mucho, solo en algunas fiestas y cenas que no siempre iban muy bien gracias a la relación de sus padres.

Tae terminó de organizar sus cosas y salió en busca de su mayor. Tenía muchas ganas de ver cómo lucía su primo con catorce años, porque con seis era un niño muy bonito. Tal vez ahora era un muchacho aún más atractivo.

— Jimin — tocó la puerta de la habitación — Soy Tae, TaeHyung.

— Dije que no podías venir — el menor se asustó al escuchar la voz de su primo detrás de él.

Se giró y observó a Jimin. Más bien la máscara que llevaba puesta, asustaba.

Tragó en seco al percatarse de su fría mirada.

— Yo voy a vivir contigo ahora — sonrió.

— No, tú te vas — lo empujó y entró a su habitación.

Y así pasaron los días, Jimin cada vez que veía a Tae lo trataba mal y le dedicaba miradas de odio. El menor intentó aguantar, la abuela de Jimin le explicó por todo lo que había pasado y él lo entendió. Dejando que el tiempo pasara y esperando a que Jimin algún día se diera cuenta de que él no estaba ahí para quitarle nada ni hacerle daño.

— ¿Jimin? — Tae bajó a los pasadizos en busca de su primo.

Él le había dicho que lo esperaba allí abajo para jugar, Tae de verdad fue muy feliz al escuchar eso de él.

Llegó hasta las celdas y miró a su alrededor, no había nadie, ¿acaso era otra broma de su primo? Suspiró y cuando se dio la vuelta para irse lo vio.

— Oh, menudo susto — tocó su pecho — ¿Qué quieres hacer aquí? Está muy oscuro.

— Vamos a jugar.

— Pero, ¿aquí? — miró el lugar con desagrado — No me gusta...

— ¿No? — Jimin ladeó la cabeza — ¿No querías estar con tu papá? Él está aquí.

Tae no entendió. Jimin abrió la puerta de una de las celdas.

— Aún lo recuerdo — sonrió de lado — El sonido de la bala, ¡Ban! Y murió.

Rió sin parar, a Tae se le heló la piel y quiso salir corriendo de allí. Pero cuando lo intentó fue detenido por el pelinegro, Jimin lo atrajo hacia la celda y cuando lo tuvo dentro la cerró con candado.

— Jimin... — el menor estaba muy asustado — No juegues así, déjame salir.

— No estoy jugando, dijiste que no querías jugar.

Se dio la vuelta y salió de allí dejando a Tae encerrado mientras gritaba.

— ¡Jimin! ¡Por favor!

Corea del Sur, Seúl: año 2019.

— ¿No me has oído? Desaparece.

— ¿Por qué has vuelto? — lo agarró del brazo.

— Suéltame — dijo entre dientes — Me estás hartando.

— Voy a encontrar la razón de tu regreso — afirmó el menor — Y cuando lo haga, me tomaré la tarea de destruirlo.

Se fue dejando a Jimin más que furioso, tal parece que su primo no lo conocía bien ¿Acaso debía recordarle de lo que era capaz?

Jimin fue en busca de SunJi, cuando la vio trató de calmarse y se le acercó.

— SunJi — la llamó. La chica lo miró y sonrió.

— Jimin — estaba nerviosa.

— ¿Podemos hablar?

— Sí — asintió y lo siguió hasta el patio.

Los dos se miraron. SunJi mordió su labio en cambio Jimin rió.

— Es difícil, ¿no? — revolvió su cabello — Solo quiero que sepas que lo que pasó no fue un error, ni me arrepiento ni mucho menos te utilicé. Me gustas, desde que te vi SunJi — tomó su mano — Lo que quiero decir es qué, quiero algo contigo. Quiero que seas mía.

— Quieres decir que estemos juntos, ¿no? El término mía no está bien.

— Sí, perdón.

— Bueno Jimin — suspiró — Tampoco me arrepiento de lo que pasó, pero no tengo en claro lo que siento. No sé bien que quiero y ahora mismo no puedo tomar una decisión.

Se levantó.

— Lo siento pero, necesito tiempo.

Jimin asintió viéndose comprensivo. La vio alejarse y al fin dejó notar su verdadero rostro. Ese día parecía no ser uno bueno para él, ahora estaba molesto. Y sabía muy bien con quién desquitarse todo lo que estaba sintiendo.

 Y sabía muy bien con quién desquitarse todo lo que estaba sintiendo

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Mask; pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora