Claridad

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El agua era muy cristalina, reflejaba la luz del sol como un espejo bajo la sombra de los verdes árboles, podía imaginarse en cualquier otro lugar, la brisa era fresca y el aroma de las flores fragante y dulce, los muchachos reían y jugaban en la piscina, sus risas y gritos de júbilo le hacían sonreír, le daban una paz extraña.

Después de la muerte de la señora Flynn le llevó un tiempo regresar a la normalidad, la casa ahora era suya, limpiaron cada rincón y donaron las cosas que fueran útiles, algunas mas las dejaron en la casa en honor a la anciana, una vieja máquina de coser de pedal y el juego de té que tanto le gustaba, las mecedoras de mimbre fueron reparadas y los pisos pulidos, al terminar la restauración seria una hermosa biblioteca, con sillones y cojines para que las personas se sintieran cómodas.

La señora Flynn dejó un testamento en lo que decía que todo lo de esa casa les pertenecería a sus jóvenes vecinos, por eso cuando encontraron esa antiguas joyas en su ropero, no sabían qué hacer con ellas, James fue el primero en tocarlas, se puso un vestido de flores con un amplio sombrero y las perlas cortas del joyero, se veía muy hermosa y a Le Brown le aprecio escuchar la risa de la señora Flynn por la casa, james se quedó con algunos sombreros, le encantaban y estaba seguro que a ella le gustaría asi, el joyero lo guardaron con cuidado en su casa y al nieto le enviaron una vieja fotografía de una joven mujer con un niño en su regazo, esperaba que el que la viera fuera ese hombre mayor que se detuvo a llorar sobre las rosas.

Con tanta paz en sus vidas a Le Brown le sorprendió cuando Derek se le acercó una tarde mientras preparaba la cena.

- Dentro de un par de semanas es el cumpleaños de James y quiere celebrar en casa.

- Preparare un pastel.

Le Brown estaba cada día mas acostumbrado al pequeño de Derek, caminaba por esa casa como si perteneciera allí e incluso tenía ya una maleta en la habitación de Kobe "para emergencias" esas emergencias eran muy frecuentes.

- Sería estupendo, pero no me refería a esta casa - Eso le hiso sentirse estúpido, por supuesto que no se refería a esa casa, Derek tendría una perfecta mansión donde invitar a los amigos de James. – y me gustaría que me ayudaras ese día como anfitrión, yo estaré ocupado en la oficina hasta tarde y...

- ¿Y ella?

- Ella no estará, no te preocupes por eso, simplemente tienes que estar allí y decirles a los sirvientes que hacer, supervisar la comida y que los chicos no se metan en problemas.

Se escuchaba demasiado simple, algo sin importancia, pero él no era un sirviente, Derek no podía pedirle que hiciera eso simplemente porque su esposa no podía hacerlo, Le Brown debería ponerse limites, cómo no permitirse ser humillado de esa forma.

- No serás un mayordomo, James quiere que este allí y que hornees su pastel, podrás disponer como señor en esa casa, no como un sirviente.

Eran migajas, jugar un día a ser amo y señor de algo que no le correspondía y al día siguiente despertar de nuevo en su realidad, se sentía transparente bajo la mirada verde de ese hombre.

Derek lo observaba en silencio mientras bebía té, Le Brown no podía saber que a propósito envió a esa mujer a un spa ese fin de semana, James no quería verla en su cumpleaños asi que se lo concedió, además le gustaría ver a Le Brown en su casa, quería que llenara con su presencia esas habitaciones frías.

Era una sensación extraña, pero un día despertó con esa idea, fue un sueño o una alucinación, pero le pareció escuchar la risa de un joven Le Brown por los pasillos de esa casa grande y vacía.

LA VIE DE COULEURDonde viven las historias. Descúbrelo ahora