Derek no se esperaba el choque de cuerpos con un joven de esa estatura y peso, así que cuando Le Brown aterrizó en sus brazos se tambaleó y tuvo que sostenerse de él para no caer ambos al césped.
Ya que estaba en sus brazos se deleitó con su calor y su aroma olía a té de naranjo, al levantar la mirada pudo ver el árbol en la casa de la vieja con sus hojas verdes y sus frutos brillantes, volvió a ver al chico en sus brazos ahora Le Brown era apenas unos centímetros mas bajo que él, con un cuerpo grueso y con la masa muscular correcta para que fuera atractivo a sus ojos, era la primera vez que lo tenia en sus brazos después de ese día que se durmió llorando en su pecho.
- Estas muy grande ahora, ya no eres un niño, deja de llorar.
Le Brown se sintió avergonzado, no quería ser un chico llorón en los brazos del hombre que amaba así que lo soltó y se limpió las lágrimas, se detuvo a mirar a ese hombre, ya no tenía que levantar tanto la mirada para verlo, y eso le incomodó, sentía que estaba mal mirarlo directamente a los ojos así que bajó la mirada y ese simple gesto excitó a Derek, saber que Le Brown era sumiso a él, mas tenía que disimularlo, su visita no era con la intención de terminar en la cama con el chico.
- Vamos adentro, tenemos que hablar.
Le Brown siguió al hombre mansamente a casa, Derek se detuvo en el umbral para admirarla, ya no era la pocilga en la que entró hace cuatro años, ahora era una casa limpia y ordenada, con todas las comodidades que los jóvenes necesitaban y se sintió orgullosos de si mismo por poder dárselas, pero esa tarde no estaba allí para regodearse en ello, necesitaba un favor personal de su amante, pero por primera vez no sabía cómo pedirlo, podía exigirlo como estaba acostumbrado, pero estaba intrigado de la reacción de Le Brown.
Aun pensativo se dirigió a la sala, él mismo escogió los muebles de esta casa, unos muebles solidos y cómodos, que le daban ese aire acogedor al lugar, tomó asiento y se puso cómodo, mientras Le Brown lo veía encandilado, sabia lo que el chico estaba esperando, lo sentía como electricidad alrededor de su cuerpo, la sensualidad que el joven irradiaba lo distraía pero aún no se sentía capaz de perdonarlo, por más que su piel le quemara por tocarlo.
- Toma asiento, estás en tu casa.
Le Brown sonrió a la ligera broma de su amo, él sabía bien que nada en esa casa le pertenecía, ni siquiera el mismo se pertenecía, todo en esa casa incluido el aire que respiraba era del hombre frente a él.
- El día que se me informó que tu madre estaba muerta, se tomaron acciones legales para que esta casa te pertenezca, se cubrieron las deudas y se evitó que tu hermano y tú fueran puestos en una casa de acogida, ahora por ello necesito que entiendas, que me perteneces.
No toleraré que una acción como la que cometiste antes se repita, tu hermano y tú tiene una deuda incalculable para conmigo, sólo cuando legalmente te libere de esa deuda serás libre, esta casa y el terreno en el que está están como garantía de tu deuda así que solo cuando yo quiera será saldada, tus estudios y los de tu hermano también son parte de esta deuda, así que Kobe irá a la escuela que escogí para él y a partir del primer día el chofer pasará por él todos los días.
Todo lo que Derek le dijo él ya lo sabía, estaba muy consciente de que le pertenecía, pero no se esperaba que pensara en Kobe, ese monstruo frio y resbaladizo en su interior se revolvía de celos, había pasado tanto tiempo lejos del calor de los brazos de su dueño, que temía que cualquier pudiera robárselo, incluso su amado hermano.
Derek se dio cuenta al ver como su hombrecito apretaba la mandíbula y fruncía los labios sin decir una palabra que estaba celoso y eso le complacía, sentía en su alma un placer retorcido en saber que Le Brown sentía celos de su pequeño hermano y quería regodearse en ello, quería que el joven sintiera lo que él sintió al verlo con aquella chiquilla en aquel callejón oscuro, que se diera una idea del desprecio y la humillación sentidas, pero no lo hiso, bien sabia que en el fondo con lo que le pediría lo lastimaría aún más.
ESTÁS LEYENDO
LA VIE DE COULEUR
RomanceLe Brown cuando era un niño sólo conoció la generosidad de su mano, el amor en sus caricias y el calor en su brazos. Nadie le dijo que el precio que ese hombre pagaba por él la vida se lo cobraría con creces, que la pasión consume, las caricias son...