Rosa

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Las siguientes semanas fueron de reflexión para Le Brown, llevaba a su hermano a la guardería antes de asistir a la escuela todos los días y pasaban la tarde en casa de la señora Flynn, esta les prepara la cena y después los chicos volvían a su casa, Le Brown ahora utilizaba la alcoba de su madre y el pequeño Kobe tenia un cuarto para él solo.

Hombres seguían reparando cosas en la casa, los techos, los vidrios, la tubería y la electricidad, pronto su casa se convertía en un hogar, una mujer venía cada semana a hacer la limpieza y traía con ella un sobre con dinero, para lo que les hiciera falta decía, pero el hombre no volvía, Le Brown sabía que estaba al pendiente de ellos, pero entendía que la ofensa que perpetró era muy grande y tenía que enmendar su error para ser digno de sus atenciones de nuevo.

Ahora más que nunca se aplicaba en la escuela, quería tener las mejores calificaciones, por las tardes leía y hacia las tareas, incluso enseñaba al pequeño Kobe a leer y contar, al terminar salía a correr al parque.

Ahora que sabía que Derek no era indiferente a su cuerpo de adolescente se inscribió en el club de box y comenzó a ganar musculo, quería que cuando volviera a verlo se diera cuenta cual atractivo era y lo deseara.

Una tarde al terminar las clases el maestro de economía se le acercó para decirle que había tenido una reunión con su tutor, el cual estaba muy complacido por sus avances académicos y le había pedido que le preparara para aplicar a la universidad, por lo que ahora pasaría una hora mas en la escuela pues la universidad local era una de gran prestigio y solo los jóvenes con buenas calificaciones lograban ingresar, además le comunicó que su tutor había pedido que lo encaminara al área de economía y finanzas, que esa seria la carrera que Le Brown tomaría.

Una nueva luz de esperanza se encendió para él, su hombre estaba interesado en su futuro y estaba atento a sus avances, sus esfuerzos estaban dando frutos y eso lo hacía llenarse de orgullo, cada tarde daba lo mejor se si en la clase de preparación y seguía dándose tiempo para el entrenamiento de box, pero no estaba interesado en competir en el deporte solo pretendía mantenerse en forma y aprender a defenderse, su cuerpo se desarrollaba de una forma acelerada y ya media un metro ochenta estando a pocos días de cumplir los dieciséis años, y muchas de las jovencitas de la escuela e incluso mujeres mayores se le insinuaban, pero no cometería ese error de nuevo, ahora conocía su lugar.

El día de su cumpleaños al llegar a casa la señora Flynn lo recibió con un delicioso pastel y su pizza favorita, él y Kobe pasaron una hermosa tarde y al caer la noche el auto oscuro se estaciono frente a su casa de nuevo, peor cual fuera su sorpresa al darse cuenta que el hombre no estaba en él, solo era el chofer que le llevaba un paquete que su amo le enviaba, el paquete contenía una computadora portátil y una nota en la que simplemente ponía:

Felicidades, sigue estudiando

D.

Le Brown estaba encantado, no tanto por el regalo, lo que le tenía ilusionado eran las palabras escritas en el pequeño trozo de papel, era un reconocimiento y un aliciente.

Los chicos de su escuela recibían un auto a los dieciséis, pero a él eso no le importaba, él lo único que esperaba para ese cumpleaños eran las atenciones de su amo y ahora las tenía, en el fondo de su corazón creía que el perdón estaba cerca y solo era cuestión de paciencia, pronto recobraría todo lo perdido.

Esa tarde mirándose al espejo ya no encontró en el reflejo al pequeño que cautivó a ese hombre a primera vista así que tenía que convertirse en el hombre que lo conquistara, ahora sabia cual era su lugar y contra quien competía, porque en su imaginación esa mujer era cruel y despiadada, una bruja vestida de princesa que no sabía valorar al hombre que tenía a su lado y por lo tanto él estaba dispuesto a hacerlo, entregarle en cuerpo y alma lo que esa despiadada mujer no podía.

LA VIE DE COULEURDonde viven las historias. Descúbrelo ahora