9

142 37 13
                                    

El rostro de Hailey sonríe debajo de los rayos de sol de un hermoso atardecer. Al lado de un lago está la cesta para el picnic que tenemos organizado. La brisa fresca mueve su hermoso cabello castaño claro. Me llama con esa voz tan clara y dulce que tiene, y yo voy casi flotando del gusto de estar allí, con ella, solos. En cuanto la veo me pierdo en sus ojos color miel y en su genuina sonrisa.

Me inclino para darle un beso en sus labios, sin embargo, no puedo. Cuando estoy por besarla su cara se empieza a ondular de forma preocupante hasta formar un remolino que me engulle.

Cierro los ojos con fuerza tratando de volver a donde estaba.

No tengo éxito.

Ahora mismo no hay ni rastro de la hermosa vista en la cual me complacía. Estoy con la cara mojada, en el baño de la escuela. No los veo. De hecho, solo está la taza de baño y yo; alrededor solo un vacío negro. Pero los escucho, puedo reconocer sus voces: las risas burlonas de Tyler, Bradley y Leon. Me insultan y destruyen la poca confianza que tanto trabajo me ha costado ganar.

Sin embargo, cuando los veo no son ellos, son Ronnie, Chris y Yamir.

Ronnie es el primero en tirar de mi cabello para sumergir mi cara en el retrete. Y dejarla allí por bastante rato. Siento cómo me ahogo y cómo el agua se introduce en mis pulmones. Cuando me suelta, toso hasta casi vomitar. Los veo a la cara, que ahora mismo no son más que oscuras siluetas.

Me siento traicionado, percibo con dolor como mi corazón se parte y mi desconfianza en todos aumenta drásticamente. Les hablo y les grito con todas mis fuerzas, pero no se escucha nada, simplemente mis labios se mueven sin emitir sonido alguno.

Entonces me cargan y empujan al vacío. Oscuro, sin fin, eterno.

Cuando abro los ojos no veo con claridad, pero puedo oír un bullicio, un muy familiar bullicio.

Poco a poco mi vista se aclara, pero en cuanto lo hace deseo con todas mis fuerzas no haberlo hecho. Porque estoy desnudo.

Lo que jamás le revelaría a nadie está expuesto ante centenares de alumnos de la escuela, personas que ríen y burlan de cada una de mis infinitas imperfecciones corporales en su máxima expresión.

Las punzadas hacen su aparición y mis lágrimas amenazan por asomarse.

Hailey me ve, pero esta vez su dulce sonrisa se ha convertido en una sonrisa burlona, las demás chicas están como locas cacareando cosas ininteligibles, pero no hace falta saber de qué se están riendo. Sus miradas exploran y critican mi poco agraciado cuerpo de niño.

El resto de la noche navego el interminable océano de pesadillas, y cada vez que despierto me encuentro con algo más humillante y peor que la pesadilla anterior.

Cuando por fin despierto debo pellizcarme un par de veces para recordarme que volví a la realidad. Mi corazón está agitado al igual que mi manera de respirar. Pareciera que he corrido un maratón de varios kilómetros. Por la ventana entra aire refrescante, pero que me hace temblar. El sudor frío desciende sobre mi frente.

Me enfundo en mis sábanas y veo a través de la ventana el panorama oscuro que rodea mi casa; un panorama ornamentado con las luces blancas y amarillas del alumbrado público.

Mis cortinas color vino se mueven con una calma y ritmo tranquilizador. Después de media hora mirando al techo me calmo y reemplazo mi agitada respiración por una más normal.

El reloj digital que tengo en el pequeño mueble al lado derecho de mi cama indica con números rojos que son las ocho cuarenta y tres de la noche.

Vaya siesta.

En dos horas llegarán mis padres del trabajo.

A pesar de no haber comido no tengo apetito; la pesadilla se ha llevado mi hambre (y mi confianza). Fue solamente una pesadilla. Lo sé, pero de algún modo me afecta.

IMPOSSIBLE LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora