Cuando me despierto, me siento bastante embotado. La débil luz amarilla del lugar donde me encuentro me hace entrecerrar los ojos. Tomo mis lentes que están sobre una mesita a mi derecha para ver si así las cosas mejoran. Sin embargo, cuando me trato de estirar noto que una venda gruesa me cubre el pecho y la espalda.
Cuando me pongo los lentes me percato de que estoy en el hospital. No hay nadie, salvo yo.
Poco a poco mi mente comienza a aclararse.
Recuerdo haber sentido un dolor agudo a la altura del trapecio y del dorso de la espalda. Pero, aunque ver sangre me alteró, me calmé al ver que Hailey estaba ilesa. Ojalá ella hubiese actuado como tal, porque cuando vio sangre se alarmó demasiado. Aunque yo tampoco lo hice tan mal, pues gemí como nunca lo había hecho en mi vida. Recuerdo que traté de respirar lento para así tragarme el llanto que amenazaba con salir.
También recuerdo a un grupo de chicos que me ayudaron, creo que vendando la espalda. A partir de ahí, los recuerdos que tengo son borrosos. Solo recuerdo haber escuchado el sonido de una ambulancia y que Hailey estaba conmigo ahí adentro.
Alguien abre la puerta. Es Hailey, que evidentemente sigue preocupada. «Aww, Hailey».
—¡Noah! —dice acercándose con unas muletas y el tobillo vendado.
—¿Hailey, estás bien? —pregunto demasiado preocupado. No lo puedo evitar. Creo saber la respuesta, pero no me quedaré tranquilo hasta que ella me lo confirme de su propia boca.
—Sí, lo estoy. Aunque yo no soy la prioridad. Estoy bien gracias a ti, tú... me protegiste... —explica, pero se le quiebra la voz.
—Tranquila, me siento mejor. Solo un poco confundido. ¿Qué sucedió exactamente?
—En la escuela había un grupo especial para primeros auxilios. Estaban preparados con botiquines en el punto de reunión, así que intentaron vendarte, pero sin tocar las dos astillas de vidrio que te habían herido. La ambulancia tardó menos de 5 minutos en aparecer. Te subieron y como no dejabas de gemir, te sedaron —hace una pausa para secarse las lágrimas que se deslizan por sus ojos hinchados—. Me siento tan mal...
—No. No digas eso. Era lo que debía hacer. Jamás podría perdonarme si algo malo te sucediera —digo compasivo, pero con intensidad.
—Pero, ¿por qué? —pregunta consternada.
«Porque te amo más que a nadie en el mundo», pienso mientras la miro a los ojos, y estoy a punto de decírselo cuando mis padres entran en tromba junto con el doctor.
—¡Noah! —clama mi madre histérica.
—¿Cómo está mi hijo, doctor? —pregunta impaciente mi padre.
«Hasta que por fin se interesa un poco en mí».
—Guarden la calma, él estará bien —indica el doctor muy tranquilo—. Ha salido bien parado. Por suerte, varios factores han hecho posible tu supervivencia —explica dirigiéndose a mí—; extrajimos dos astillas de vidrio de tu espalda. Una te hirió en la parte izquierda del trapecio y otra más abajo, en el dorso de tu espalda, además de eso tienes algunos cortes que tuvimos que suturar. Tú ropa ayudó un poco. Traías puestas 3 capas en la parte superior. Además, recibiste ayuda inmediata y la ambulancia tardó poco.
—¿Fue grave, doctor? —insiste mi madre con ojos llorosos.
—Como dije, la ropa le ayudó un poco. Gracias a eso los cortes son poco profundos y no causaron hemorragias graves. Gracias al vendaje que hicieron los chicos de la institución educativa, su hijo no perdió tanta sangre como en otros casos. Sin embargo, le tuvimos que inyectar un poco de eritropoyetina. No se angustien, su hijo se recuperará.
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IMPOSSIBLE LOVE
Teen FictionMuchos tienen complejos. Complejos que pueden destruirnos. Honestamente, la pregunta "¿Seré suficiente para ella?" Atormenta a más de uno. Una lucha constante contra sentimientos negativos, ser el nerd de la escuela y padecer trastorno dismórfico co...