EPÍLOGO

115 8 18
                                    

Le doy un último vistazo a mi tesis antes de guardarla en la computadora. Cuando reviso que todo está en orden, me tomo un momento para estirar la espalda y revisar mi correo.

Abro con curiosidad un documento que Ronnie me mandó hace una semana, pero que no había tenido oportunidad de revisar. La computadora tarda un poco en cargar las imágenes, pero cuando lo hace no puedo despegar mi vista de ellas: son fotos de nosotros, de hace 12 años. Y no solo de Ronnie y yo, sino de varios compañeros que tuve en la preparatoria. Nunca pensé sentirme tan viejo con tan solo 30 años, pero esto del doctorado me está consumiendo.

Observo con atención cada una de las fotos e intento recordar los nombres de las caras conocidas. Sin embargo, mi mente no colabora mucho. Las únicas personas de la preparatoria con las que todavía tengo comunicación son Ronnie y su esposa Lyanna (a quienes visité hace poco porque Ronnie terminó su especialidad en traumatología), Heather (que me invitó a una convención de robótica hace un año) y Hailey (a quien, de hecho, veré esta noche).

«Hailey —sonrío al recordar su nombre—. Por fin podré verte de blanco...».

Dastan, mi primo terminó sus estudios y ahora trabaja como arquitecto. Su hijo Donovan es una copia al carbón de su padre, pero apenas y puedo verlo porque como dije, el doctorado y mi trabajo me ha robado casi toda mi vida social, aunque tampoco es que tuviera mucha. Su esposa, Elizabeth está completamente dedicada al cuidado de su hijo, que tiene unos 5 años. ¿Quién diría que Heather podría haber sido parte de la familia? Sin embargo, no fue así. Dastan y ella terminaron al año de relación por motivos que desconozco y que nunca quise tocar por el bien de todos.

Por otro lado, Ronnie y Lyanna sí se casaron y están esperando un bebé. Ese bebé probablemente tenga al mejor papá del mundo.

Miro con atención cada una de las fotos y sonrío cuando algún recuerdo ilumina mi memoria.

Poco a poco empiezo a recordar los nombres de algunas de las personas que aparecen allí y conforme lo hago, también intento recordar lo último que supe de ellas: Samara, Chris y Lili se graduaron en el mismo año que Hailey de la facultad de medicina y no he sabido de ellos desde entonces.

Sigo viendo las fotos con curiosidad y encuentro una cara que me parece familiar: Emily. Si no estoy mal, creo que se convirtió en modelo. No lo sé, me parece que Dastan alguna vez lo mencionó.

Y el último de todos: Tommy. El chico de pelo rojizo se convirtió en un beisbolista profesional, pero como no soy un fanático de los deportes, es todo lo que sé sobre él. Aún recuerdo la última vez que lo vi, poco antes de empezar la universidad. Cumplió su parte del trato y aceptó mi relación con Hailey. Se apartó de nosotros; nunca más volví a hablar con él.

Son todas las personas que recuerdo por el momento.

Cierro la computadora y compruebo que estoy a tiempo para tomar el vuelo a casa; llegaré a tiempo para la boda.

Me doy una ducha rápida y me visto con una camisa de seda blanca, smoking y moño negros, y zapatos de charol. Me peino con esmero, aplico un poco de fragancia y creo que estoy listo para partir, aunque siendo sincero, me vería mejor de no ser por estas lívidas ojeras. «Es el precio del esfuerzo», me recuerdo; trabajar como formulador químico y estudiar un doctorado puede llegar a ser muy desgastante.

Me dirijo al aeropuerto con una maleta que ya tenía preparada de antemano, y mientras espero, ignoro las miradas de curiosidad de algunas personas. «Como si nunca hubieran visto a alguien vistiendo de etiqueta», bufo para mis adentros.

En una hora estoy en la ciudad donde alguna vez viví. Apostado justo en la entrada del local (cuya decoración es exquisita), a la espera de alguna cara conocida. Espero, espero, y espero hasta que finalmente llega.

IMPOSSIBLE LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora