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La orquesta de grillos es la banda sonora de la noche.

Mientras nos alejamos, las luces de las luciérnagas van perdiendo brillo, distinguiéndose solo algunos parpadeos trémulos de vez en cuando.

Generalmente suelo ser una persona cuerda, pero ahora mismo siento algo muy parecido a la euforia o algo con adrenalina. No es como que sea mi estilo aventurarme a dar un paseo con alguien desconocido a mitad de la noche.

—Bien, Adara Rowins, ¿a qué debo el honor de este encuentro? —pregunto con actitud bastante extrovertida. «Raro».

—No lo sé. Supongo que aún no me acostumbro a la casa ni al vecindario. Además, me parecía muy raro que la casa de al lado no hubiera tenido movimiento en estas últimas semanas.

Entonces al ver que sí estaba habitada, pensé en saludar.

—¿En plena madrugada? —suelto con ironía mientras reprimo una sonrisa—. Vaya manera de hacer amigos. Lo siento, al menos es mejor que mis intentos de... no quise decir que... —me enredo con las palabras, y el sueño que empiezo a sentir no ayuda—. Lo siento, lo que quiero decir es que es una forma bastante singular de hacer amigos.

—¿Crees que soy rara? —pregunta como si estuviera ofendida.

—¡No, no, no! —«Ya lo arruiné», me lamento, pero trato de arreglarlo—: Solo que... —me interrumpe con una carcajada; entonces se da cuenta de su estruendo y se tapa la boca.

—¡Era broma! —exclama aun riendo, pero en voz baja. «Ok, sí eres rara», pienso para después recordar que yo soy más raro todavía. Trato de tomármelo a juego así que aquí vamos de nuevo:

—Háblame de ti —continúo un poco menos tenso. Este tipo de personas, las que prefieren reírse contigo en vez de reírse de ti son con quienes más cómodo me siento, pues sacan a relucir una personalidad que yo no sabía que tenía.

En la siguiente hora llego a conocer a Adara Rowins, una chica pelirroja proveniente del sur, con padres reporteros que acaban de adquirir una de las imprentas de periódicos de la zona. Una chica amante de la danza con una gran dulzura y carácter espontáneo. Una persona que se ríe por todo, por nada y por si acaso. Sin embargo, no lo hace como si estuviera desquiciada, sino que lo hace con una naturalidad tan única que resulta difícil no contagiarse y reírse con ella.

El tiempo se pasa volando. A mis ojos pudiera parecer un sueño bastante loco. Como si mi subconsciente deseara crear un amigo imaginario con el cual pasar tiempo durante estas vacaciones. Sin embargo, esto es real.

Recuerdo que incluso cuando era pequeño se me dificultaba hacer amigos. Recuerdo a los niños jugando fútbol, a las niñas jugando a la casita o a la familia; yo siempre terminaba jugando solo. Mi situación actual no era tan diferente, hasta que conocí a Ronnie, y es gracias a él que conozco a más personas además de los profesores y la señora de la biblioteca.

Mientras conversamos, caminamos por todo el vecindario. Como ya sé dónde guardan mis padres las llaves de repuesto, no me preocupo por quedarme fuera.

Yo sé que el mundo es un caos, pero al menos en este vecindario todo está tranquilo. Donde ahora estamos, el alumbrado público funciona bastante bien; hasta pareciera que fuese de día.

Entramos en una tienda que está abierta las 24 horas para comprar golosinas (aunque ella solo ha dicho que comparamos dulces como si fuera un chiste, yo accedo y lo hago). A papá no le molestará que tome un poco de dinero de su tarjeta.

El gesto la impresiona.

Gomitas, refrescos, dulces y frituras son nuestro festín. Empezando el día con un desayuno balanceado. Siempre fit nunca infit.

IMPOSSIBLE LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora