Los siguientes días son un ir y venir de pensamientos pesimistas. Mi estabilidad emocional es tan precaria como una casa de naipes, que cualquier ridículo motivo puede derrumbar, para de ese modo volver a construirla, pero cada vez con menos estabilidad.
Mis padres están soñados con los lujos y los manjares. Mis vacaciones se resumen en nadar, comer, pasear y embadurnarme cada 3 horas de protector solar si no quiero parecer un camarón.
Me siento casi siempre malhumorado. Y gran parte de esto se debe a que continuamente utilizo mi imaginación para autoflagelarme. Mis ojos y mi cerebro le han declarado la guerra a mi autoestima. Soy un escáner de personas para criticarme constantemente.
Mi inseguridad hace que me duela la parte central de las manos como nunca antes.
Pongo buena cara ante mis padres y les hablo con toda la tranquilidad del mundo; una vez que les doy el avionazo mi ceño se vuelve a fruncir.
En eso se resumen mis vacaciones.
Mi padre es especialmente crítico conmigo, y como a veces no logro cambiar a tiempo mi expresión facial, cuando me ve, se lo toma a mal.
Evidentemente, como no he sido de lo más agradable ante mi padre, él decide restregarme en la cara que incluso su relación con Mizael, un chico que conoció hace una semana, es mucho más fuerte e importante que la que tiene con su propio hijo. Cosa que, en lugar de ayudar, me enoja y por lo tanto, me distancia más de él.
Me refugio en mi madre, a quien creo que le agrado más, pero no deja de hablar, de preguntar cosas, hasta cosas arbitrarias o cosas que le acabo de decir hace un minuto.
Aunque agradezco que me quiera, me siento a veces un poco exasperado, incluso irritado. Es decir, me pregunta cosas muy obvias. Además de su incipiente, pero arraigada manía de preguntarme qué hice. No importa si lo que hice hubiera sido lo más normal del mundo, pero quiere detalles y detalles, cosa que me sienta mal, puesto que soy pésimo hablando. Aun así, me controlo para no escupirle las palabras cuando me siento especialmente irritable. Dejo que ella hable, hable y hable... que ella misma responda sus preguntas.
Soy alguien difícil de descifrar. Ni yo sé por qué a veces estoy bien y de buenas a primeras ya estoy mal. Soy una montaña rusa cuando de emociones se trata.
Algo que influye también en mi precaria estabilidad emocional es que como Mizael es nuestro "guía" siempre estamos con él. Me resulta molesto ver a mi padre siendo más cariñoso con él que conmigo. Y si a eso le sumamos las comparaciones como: "Mira qué agradable es", "deberías sonreír más como él", "¿ya viste lo rápido nada?", la verdad es que me resulta casi insoportable (tanto la situación como Mizael mismo).
De modo que mi negatividad, mi inseguridad y mi baja autoestima no hacen más que caerme encima para aplastarme en la miseria. Me molesto conmigo mismo porque no quiero ser así. A veces siento que lucho contra mí mismo, es decir, esperé tanto tiempo sin mis padres y ahora que por fin estamos juntos respondo, pero sin expresarme absolutamente nada. Suena raro, pero me siento más cómodo contando mis sentimientos a mis amigos que a mis propios padres. Como si tuviera temor de que mis padres me juzgaran (cosa que efectivamente harían).
Durante los últimos días de vacaciones en esta ciudad-paraíso me ausento mentalmente. De vez en cuando vuelvo a la realidad, solo cuando veo una cara bonita o unos ojos deslumbrantes, para después recordarme mi absurda fidelidad hacia Hailey, que, aunque no es mi novia ocupa un espacio inmenso en mi corazón.
Mis padres, agotados por la travesía en el ferry que tomamos esta mañana, llegan al hotel únicamente para ducharse y tirarse en la cama. Caen como un tronco.
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IMPOSSIBLE LOVE
Teen FictionMuchos tienen complejos. Complejos que pueden destruirnos. Honestamente, la pregunta "¿Seré suficiente para ella?" Atormenta a más de uno. Una lucha constante contra sentimientos negativos, ser el nerd de la escuela y padecer trastorno dismórfico co...