Prólogo

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Tom, ¿sabrás tú qué es una coincidencia? 

La explicación más sencilla que he leído dice que, coincidencia, es necesitar de un martillo, estirar el brazo a la caja de herramientas y lo primero que encuentras, es al martillo. 

Aquella noche del concierto, yo estaba necesitada de un refugio. Y al estirarme, la música fue lo que apareció.

¿Es el destino el culpable de las coincidencias? 

Qué va. El destino no es más que un concepto que se inventó la gente para tener algo a lo que echarle la culpa. 

Porque Tom, bien sabemos que fueron nuestras acciones las que nos llevaron a coincidir aquel día. 

A veces, quiero creer en el destino. Porque así sería todo más fácil. Me dejaría llevar por la marea. Dejaría que todo fluyera. Y ya. 

¿Pero entonces qué caso tendría la vida? No experimentaríamos las emociones de la misma manera. No sabríamos lo que significa el esforzarnos tanto por una recompensa. Pensaríamos que todo es cosa del destino. 

Incluso el amor. 

Pero, he aquí otra cuestión, ¿por qué tanto empeño en encontrar al amor? Si no es más que un sinfín de complicaciones. ¿Y que no deseamos una vida tranquila?

Sí y no. No queremos complicaciones. Pero anhelamos una historia de amor.

¿Y qué es una historia de amor? ¿Una historia donde chico conoce chica, se enamoran perdidamente y después de unos cuantos dimes y diretes, viven felices para siempre?

Ojalá fuera así de simple. Ojalá alguien me hubiera enseñado todo lo que el amor implica. 

Ojalá alguien me hubiera advertido de los sacrificios que se cometen por amor... como el que yo estoy a punto de cometer. 

Ojalá tuviera un manual para saber cómo llegué hasta aquí y cómo salir del embrollo en el que estoy metida...

CoincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora