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—¡Estás aquí! —digo acercándome a él. 

Instintivamente mi mano toca su brazo desnudo y desvio mi mirada a los bíceps que se le marcan en la manga de la polo. ¿Estaba haciendo ejercicio? Las veces que lo había visto en Yers lucía increíble, pero verlo en Kalhu, sin suéteres encima y con ropa ligera... 

Empecé a pensar un sínfin de fantasías. 

—Amanda, te ves... espectacular —dice con su sonrisa tierna y sin retirar su brazo de mi mano. Al parecer no le incomoda en abosluto que lo esté toqueteando todo. Su piel es tan tersa...

Me sonrojo. Por lo visto mi esmero con el maquillaje está rindiendo fruto.

—¡Tú debes ser Tom! —dice Martha, que se nos había acercado sin que me diera cuenta.

—Esto... sí, hola —contesta Tom desviando su mirada de mi rostro para saludar a Martha.

—Encantada de conocerte, yo soy Martha, la mejor amiga de Amy.

—Mucho gusto Martha, Amanda me ha hablado mucho de ti.

—Claro que lo ha hecho, me admira tanto ¿no es así Amy? 

Tom y yo nos miramos de reojo haciendo una mueca burlona. Asiento para seguirle el juego a Martha.

—Bueno, supongo que tienen mucho de que hablar —dice ella, dándose cuenta de que mi mano sigue recorriendo todo su brazo. —Los dejo. Ah y Tom, salúdame al increíblemente talentoso y guapo de James Farrow.

—Lo haré —le dice con una media sonrisa.

—Has llegado en el momento preciso Tom, ya no aguantaba esta fiesta —le digo una vez que Martha está lo suficientemente lejos —. No cancelaste ningún plan importante con los chicos para venir, ¿verdad?

—Los cancelé absolutamente todos, con tal de venir a salvarte —dice guiñando un ojo —. No, no tenía nada —añade con un tono menos alegre que el que había estado manejando—, los chicos se fueron un día antes hacía el sur, se quieren preparar muy bien para lo que queda de la gira.

—¿Los alcanzarás mañana?

—No, está vez no iré con ellos. Decidieron que, Agus, Hann y las demás personas de seguridad, pueden cuidar de sus instrumentos. Todo estaba ya arreglado con los encargados del lugar donde se presentaran, así que no me necesitaban para nada.

—Bueno, entonces puedes relajarte y aprovechar ese descanso para escribir las mejores canciones de la vida —digo tratando de animarlo.

—O puedo aprovecharlo para pasar tiempo con la chica más increíble que he conocido.

Está vez nuestros labios están más cerca que nunca. Sin controlarlo, yo ya me estoy poniendo de puntillas, apoyándome firmemente en sus hombros para no perder el equilibrio. El empieza a inclinar su cabeza, cuando un grito nos interrumpe.  

—¡Todos a esconderse! —grita Rachel—. Roger ya está por entrar.

Como por arte de magia, la casa vuelve a la tranquilidad y todos están en silencio y escondidos. Se escucha el chasquido de la puerta abriéndose y posteriormente la voz ronca de John.

—¿Ves? Te dije que esto era buena idea —le dice a Roger mientras éste cargaba una maleta pequeña—, pasaremos un buen fin de semana. Ahora espera, no encuentro el interruptor de la luz.

—¡Sorpresa! 

El gentío sale de los escondites y Rachel enciende las luces para correr a abrazar a Roger, que luce muy sorprendido de verdad.

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