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Las luces se apagan por completo. Diez segundos después, se vuelven a encender dejando ver que The Game ya había salido del escenario. Dos hombres del staff se encargan de recoger los instrumentos.  

Mientras que mis ojos se acostumbran a la nueva iluminación, puedo ver cómo la gente detrás de la cadena de separación de secciones empieza a salir ordenadamente, mientras que los que quedan del otro lado, en nuestra zona VIP, siguen emocionados, platicando y observando expectantes una puerta a la orilla del escenario. De repente, una voz gruesa y ronca se escucha por las bocinas que rodean el recinto. 

«Les pedimos amablemente a todas las personas que tienen los pases amarillos, se queden en sus lugares, en aproximadamente diez minutos, la banda saldrá para la firma de autógrafos.»

Instintivamente saco mi boleto para revisarlo. ¡Es amarillo! Mi corazón se detiene nuevamente. ¡Estoy a tan solo diez minutos de tocar las manos de James Farrow y Will Jen! Es una locura.

Contando a todos los secuaces de Roger, somos unas cincuenta personas en la zona VIP, si todos nos organizamos, podemos convivir con la banda en persona, aunque sea unos minutos, pero por las dudas, intento abrirme paso lo más cerca de la puerta, para ser de las primeras en saludar. 

Alzo mi cabeza lo más que puedo para no perder de vista a Martha, pero al verla tan interesada en la plática de Roger, continuo mi camino hacia el frente, sin importarme lo que haga mi amiga el resto de la velada.

Pasan los diez minutos que prometió la voz del anuncio y puntualmente, la puerta se abre, dejando ver la figura de James. Su voz se escucha fuerte y clara a pesar del griterío del público. 

—¡Al fin me dejaron salir! Ya tenía muchas ganas de verlos —exclama mientras sale.

Dos hombres fuertes y vestidos de negro, se posicionan a su lado mientras detienen y ordenan a los primeros admiradores que se lanzan a la puerta. Poco a poco, los demás entendemos cómo es la fila que los guardaespaldas intentan formar y toda la audiencia se relaja. 

James deja la puerta completamente atrás dando paso a que los demás salgan. Cuando Will asoma la cara, los gritos vuelven y la fila se empieza a romper nuevamente, pero los guardaespaldas hacen todo lo posible por controlar la situación.

—Oigan, estamos demasiado contentos de que nos reciban así —dice James sin ocultar su emoción—. Es nuestro primer concierto con casa llena, es algo súper emocionante para nosotros —dice con una brillante y tierna sonrisa.

Por las expresiones de las personas que me rodean, sé que no soy la única a la que se le acaba de derretir el corazón con esa sonrisa. James se percata de las emociones que acaba de causar y su sonrisa se ensancha aún más. De inmediato proceden a firmar papeles, tomarse fotografías y saludar de mano a los primeros fans. 

 Después de un rato, ahora es Will quién habla.

—¿Prometen que se portarán bien si dejamos atrás esta fila? Sólo estaremos un rato más  y queremos celebrar como se debe. 

La audiencia exclama al unísono que sí, por lo que Will ordena a sus hombres que se relajen y dejen que la fila se rompa.

Como por arte de magia, se empiezan a formar nuevamente círculos entre el público, tal cual como fue al principio del concierto, alrededor de sus mesas y volviendo a sus propios temas de conversación. Los chicos de The Game se empiezan a mezclar entre todos, conviviendo alegremente, paseando entre las mesas para tomárse una que otra foto e incluso piden a los meseros algunas bebidas. 

—Esto es una buena fiesta, ¿a qué sí? —dice Will dirigiéndose a mí. 

No sé en qué momento mis pies se movieron solos, pero en un abrir y cerrar de ojos ya estoy frente a él, cerca de la barra del bar, sonriendo como idiota.

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