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No sé cómo describir lo que siento cuando escucho el saludo. 

Es una voz masculina, diferente.

Me provoca escalofríos.

Hace que el corazón me lata a mil por hora y que las manos me suden. 

Esta vez, el piloto automático que se había encendido con Will y James no funciona. Me paralizo por unos segundos, sin saber qué hacer. No volteo de inmediato como hubiera sido instintivo hacer cuando alguien se dirige a ti. 

Nunca en mi vida la voz de un extraño había causado tanto impacto en mí.

—Disculpa, eres tú la que estuvo hablando con Will, ¿no? —pregunta la voz a mis espaldas con un tono más fuerte y más cercano, como para darme a entender que se está dirigiendo a mí.

Poco a poco me vuelvo para encontrarlo. A simple vista luce como una persona normal, nada fuera de lo común. Pero tiene algo que lo hace atractivo. 

Es más alto que yo, pero en términos generales tiene una estatura media. Ojos café oscuro, lentes redondos, cabello castaño, ondulado y corto, pero con algunos rizos sobresaliendo en su frente. Tez blanca, mandíbula recta y con atisbos de una barba descuidada de uno o dos días. 

Viste una playera negra de manga corta ceñida que le resalta los ligeros músculos de sus largos brazos. Un reloj en la muñeca izquierda y un brazalete de cuero en la derecha. Lleva también pantalones negros un poco desteñidos y unos gastados tenis azules.

En menos de dos segundos ya tengo una descripción completa del individuo que está frente a mí. Si tuviera que hacer un retrato hablado, seguramente quedaría igual a una fotografía instantánea. 

Cuando descubro que mi mente ya ha captado todo esto, la pena se apodera de mí. «¿Qué estás haciendo Amanda?, ojalá no se haya dado cuenta de que lo observaste de arriba abajo».

—Pues ciertamente sí, estuve hablando con él, pero creo que todos los aquí presentes hablaron con él —digo por fin, tragando saliva.

Suelta una risita. Casi puedo asegurar que estoy sonriendo abiertamente, mostrando todos los dientes y el pequeño hoyuelo que se forma en una de mis mejillas. Pero no estoy segura, no estoy siendo consciente de mi misma. Mi mente está concentrada solamente en estar al pendiente de cada gesto que este hombre está haciendo. 

En su rostro se forman unas pequeñas hendiduras que empiezan en la comisura de los labios y se extienden hasta llegar a sus pómulos. Eso hace que su sonrisa sea espectacular. 

Con todo mi corazón, deseo que sí sea yo la chica que este sujeto está buscando. 

Siento una necesidad imperiosa de seguir hablando con él. De observarlo un poco más. A pesar de la simple y ordinaria personalidad que aparenta, siento que debo estar con él. Al menos unos minutos más. Estoy loca, lo sé. 

—Creo que estoy con la indicada. —Carraspea avergonzado después de decir eso—. Digo, creo que me acerqué con la chica que Will me describió.

—¿Will te dijo que vinieras conmigo? —exclamo sorprendida.

—Sí, bueno, dijo que te reconocería fácil por la chamarra blanca brillante —dice señalando la chamarra de piel que Martha me había obligado a poner. 

Su voz resuena en mi cabeza. «Torpe o glamurosa, de cualquier manera, destacarás» me había dicho, y al parecer era verdad, había logrado captar la atención de Will y también gracias a la chamarra, este individuo me había encontrado.

CoincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora