9

7 1 0
                                    


No sé qué clase de magia ocurrió, pero hoy mis habilidades para socializar están incrementadas. Sin darme cuenta ya llevo más de diez minutos platicando con Tom. 

—En el fondo creo que es bueno que no vayas a la fiesta. Algunas veces se salen de control y tú no pareces del tipo de chicas que se salen de control —dice relajado, terminando lo que queda de su cerveza. 

—¿Ah no? —pregunto intrigada—. ¿De qué tipo parezco entonces? Aburrida y sosa seguramente.

—Alguien aburrido no traería esa chamarra. —Me está encantando este juego sarcástico.

—Buen punto —le contesto sonriendo.

—Hay algunas otras fiestas que se ponen demasiado lentas y tediosas, que se acaban temprano y no valen la pena. Creo que la de hoy es de ese tipo, pero ya sabes, tú tampoco entras en esa categoría.

—Así que solo soy... una persona normal —digo encogiéndome de hombros. 

—No, debes tener algo escondido, como todos. Nadie es normal. 

Hace unos cuantos movimientos para quedar frente a frente y mirarme a los ojos, como si me estuviera examinando. Le sostengo la mirada por unos segundos, pero luego es tan penetrante que me siento expuesta, así que bajo la vista, tratando de esconder la cara bajo mi cabello. 

Él también mira hacia otro lado y después de unos segundos vuelve a hablar. 

— La gente suele catalogarme a mí como simple y normal...  —Me invade la vergüenza, hace unos minutos pensé exactamente eso de él—. Pero en mi interior siento que soy especial, que tengo algo, creo que aún no lo he descubierto, pero está ahí. ¿Me explico? 

Asiento tranquilamente. Aún sin mirarlo a los ojos. 

Sí que se explicaba, yo misma lo sentí cuando lo vi, incluso desde que escuché su voz. A simple vista lo catalogué como un hombre común y corriente, tal vez porque no luce igual que Will y James, con su apariencia de artista y todo eso, pero también sentí que había algo en Tom que lo hacía especialmente diferente. 

—Entonces, estoy de suerte al escaparme de una fiesta cansada —digo cambiando de tema—. Gracias Martha una vez más. 

Los dos chocamos las cervezas y las elevamos nuevamente en dirección hacia la pareja más romántica del público. Me dan naúseas de ver cómo Martha está completamente encima de Roger. 

—Supongo que no te quedará de otra, más que esperar a tu querida amiga, mientras platicas conmigo —comenta Tom, claramente también vio la escena que se está montando mi amiga. 

—Supongo —digo tratando de esconder mi repentina emoción. 

Me encanta la idea de quedarme platicando un rato más con mi nuevo amigo.

—Espera... —le digo meditando— ¿Cómo es que estás enterado de las fiestas de The Game? Y de todo en general, hasta tienes un contacto con Will muy personal.

—Es algo un poco raro de explicar. Soy el hombre que acomoda sus instrumentos, los carga, los lleva de un lado a otro y se encarga de repararlos si se necesita.

—¿Entonces los acompañas a todos lados?

—Sí. También soy como una especie de representante. Les consigo los lugares donde presentarse, algunos contratos, promocionales y cosas por el estilo.

—¡Súper! Eres el hombre de los contactos entonces. Ahora veo cómo fue tan fácil contactar conmigo.

Intento guiñar el ojo ante mi también intento de broma. Me enternezco al ver que sonríe, como si en verdad le hubiera gustado mi guiño. 

CoincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora