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—...Sólo te digo que lo pienses, es todo. Puede ser muy conveniente para ti. 

Sólo alcanzo a escuchar la última frase de lo que Roger está diciendo. Tom tiene los labios apretados y el ceño fruncido. En cuanto me ven llegar, Roger y Rachel dejan su postura relajada y empiezan a caminar fuera de la cocina.

—¿Qué te dijeron? —le pregunto a Tom mientras le coloco la toalla con hielo sobre la mandíbula.

—Nada... Auch, cuidado ahí.

—Lo siento. A ver, no te muevas. En serio, ¿de qué hablaban? —inquiero curiosa. 

—No hablábamos de nada, tú más que nadie sabe que las pláticas de esos dos no son interesantes.

—¿De verdad no te estaban molestando?

—Nadita. ¡Auch! No presiones tanto.

—¡Es que no dejas de moverte! 

Los dos reímos y entre cada movimiento quedamos más cerca.

La música suena cada vez más fuerte y hay una peregrinación constante de gente hacia la cocina. De repente alguien pasa muy cerca de nosotros y me tira encima un vaso entero de tequila.

—¡Ya basta! Se acabó —exclamo enojada—. No puedo más con esta fiesta.

—Tal vez yo pueda arreglarlo —dice Tom. Se levanta de la silla y toma mi mano—, lamento mucho que la estés pasando tan mal.

—No es tu culpa.

—No lo es, pero terminará siéndolo si no hago algo para cambiarlo.

—¿Qué quieres decir?

—Vamos arriba.

—¿Arriba? ¿A los cuartos? —pregunto mientras mi corazón empieza a latir intermitentemente.

—Me refiero, ósea... quiero decir... bueno podemos ir a que te seques. Y a un lugar más tranquilo.

—Vamos —contesto eufórica—. El cuarto principal tiene un pequeño balcón, creo que de ahí se ve un paisaje espectacular.

Subimos y entramos al primer cuarto. Tomo una toalla que cuelga del baño y empiezo a secarme.

—Sí, aquí está el balcón —dice Tom abriendo una puerta—, tienes que venir a ver esto. El lago se ve increíble.

Me acerco despacio. De verdad que se ve impresionante. 

Parece que el segundo piso aísla todo el ruido de abajo. Ahora en el balcón sólo se escucha el ruido de los grillos, el ulular de las lechuzas y el sonido del agua a lo lejos. 

Para rematar la atmósfera de cuento de hadas, Tom saca su móvil y comienza a reproducir "Love of my lifede Queen.

—Necesitaba un cambio de música —dice mientras me mira a los ojos, seductoramente. 

—Yo igual —digo suspirando. Me recargo en el barandal del balcón. Tom se planta frente a mi y coloca sus manos también en el barandal, acorralándome—. Me alegra que estemos aquí. Que estés aquí. No soy muy buena para convivir en este tipo de ambiente. A veces quisiera tener la personalidad de Martha o de Rachel. Ellas le caen bien a todo mundo.

—¿Qué dices? Por ningún motivo tienes que pensar eso —dice con sorpresa en su rostro—. ¿Sabes por qué estás tan preocupada en caerle bien a la gente? Porque muestras tu verdadero yo. Eres única y auténtica. Por eso puede que no le gustes a todos. Ellas no se preocupan por eso porque cambian su personalidad de acuerdo con las personas con las que estén. Así garantizan que le caerán bien a todo mundo. Pero tú no. Y por eso eres tan especial. Y no solo yo lo noto, ya viste a John muriendo por ti.

CoincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora