GOOD NIGHT 》BTS

TAEKOOKJIN: destinados

     JIN TENÍA QUE ESTAR REALMENTE JODIDO para ser perseguido de esa manera, aunque, mirando más allá del desastre que era en esos momentos, también pensaba que era afortunado.

Reiterando lo acontecido, pensando a fondo la situación en la que estaba, ¿por qué habría de sentirse así al ser perseguido por todo el bosque por dos estúpidos alfas? Exacto, no había un lado bueno, mucho menos ahora, pues Jin estaba sintiendo la temperatura de su cuerpo subir mientras un escalofrío le recorría desde los pies a la cabeza.

Maldito celo. Malditos alfas. Todo estaba yendo en picada desde que se presentó en casa de su mejor amigo hace algunas horas. Si tan sólo Namjoon no hubiera invitado a esos tipos, Jin podría estar viendo una película con tranquilidad mientras se atascaba de palomitas.

Pero la madre luna parecía no quererlo lo suficiente, o al revés, la madre luna de verdad lo amaba. Porque no era posible que Jin, tan pronto como aquellos chicos entraron por la puerta, sintiera su trasero humedecerse y el aroma a madera de sus cuerpos fornidos hiciera que su celo se adelantara.

¿Dos predestinados? ¡Ja!, ¡que graciosísima broma!

Ahora, regresando al presente, Jin no estaba riéndose, ni siquiera un poquito. Aún podía oler aquel aroma fuerte en su cuerpo, producto de haber sido toqueteado a la fuerza antes de salir huyendo.

Sí, bueno, para ser sinceros, Jin lo había disfrutado, pero la parte racional de su cerebro había encendido la luz roja, y sus pies de inmediato decidieron moverse para correr muy lejos de Jungkook y Taehyung.

A medida que avanzaba, Jin más se arrepentía. ¿Correr y adentrarse al bosque?, esa era una idea totalmente estúpida, pero buena si lo que quería era perderlos. Aun así, no pensaba que eso fuese a durar lo suficiente.

Su esencia, el oloroso líquido escurriendo de su trasero como lubricante listo para hacer que una polla cupiera dentro, parecía oler incluso más ahora que sabía, dos alfas estaban detrás de sus huesos. Y eso tenía que ser una ironía, considerando que era tras su culo por el que iban.

Ambos chicos se habían descontrolado tan pronto habían olfateado en el aire, y los dos se habían devuelto hacia Jin como si este último tuviera un letrero en la frente anunciándoles que, efectivamente, era él del que provenía.

Malditas hormonas, pensó Jin. Así que siguió caminando entre los árboles hasta que llegó a un claro, cerca del arroyo que cruzaba el pueblo.

Jin se sentó en el pasto, agitado, cansado, maloliente, con hambre, enfurecido y excitado. Todo al mismo tiempo. Miró hacia al cielo, y suspiró.

—Madre, ¿por qué me haces esto? ¿Darme a dos alfas? ¿Enserio?

Pero la luna parecía burlarse todavía más, resplandeciendo como si le fuese la vida en ello.

El dolor que recorrió su cuerpo parecía también reírse, porque Jin cada vez se sentía más abrumado. Joder, quería sexo como nunca antes lo había deseado. Se sentía caliente y dispuesto a abrir las piernas para que Taehyung y Jungkook se hundiesen y se fundieran con él al mismo tiempo.

De tan sólo pensar en sus cuerpos, altos y fuertes, aquellas manos que lo tocaron antes de fugarse, el aliento de cada uno de ellos sobre su nuca, intentando absorber como imbéciles su aroma, y sus voces calentando sus oídos demasiado cerca.

Sí, quería follar duro y toda la noche, pero no era así como Jin era. Le tendría que echar la culpa al celo. Y, bueno, no podía negar que haber conseguido lo que tanto quería por partida doble también lo emocionaba, pero haberlo descubierto de esa forma no era muy lindo que digamos.

De pronto, una rama se quebró detrás de él, y Jin salió de sus pensamientos tan pronto como escuchó el sonido entre el silencio.

No tenía que adivinar quién se escondía entre la oscuridad de los árboles, con tan sólo olfatear el aire le bastaba para saber que eran ellos.

Bien, estoy jodido, pensó. Y de todas las formas posibles.

—Jin —llamó Taehyung, quien fue el primero en salir de su escondite. Tenía el rostro enrojecido, algunas venas sobresalían de su largo y grueso cuello, uno que Jin quería morder, pero no lo admitiría por el momento, y se veía totalmente hipnótico con el porte imponente de un alfa cachondo y hermoso—. Te encontramos.

—Me he dado cuenta —dijo Jin con fastidio, era tan obvio que no hacía falta decirlo.

—¿Por qué corriste? —preguntó Jungkook, saliendo igualmente y mostrando sudor que escurría desde su sien izquierda y se escondía en la abertura de su camisa; Jin también quería saber cómo lucía ese pecho firme y espalda ancha sin ninguna prenda encima. Pero, como se dijo antes, no revelaría nada hasta que lo ataran de pies y manos en una firme y ancha cama.

Si tuviera suerte...

—¿Por qué corrí? —Jin soltó un bufido, acompañado de una carcajada seca que hizo que Taehyung y Jungkook fruncieran el ceño—. Bueno, si no se han percatado, soy un pobre omega en celo expuesto a dos alfas cachondos y listos para la acción. Si no corría, mi culo habría sufrido allí mismo, en la sala de mi mejor amigo, antes de que la película terminara.

—Pero Jin —dijo Taehyung lastimeramente—, ¿no lo sabes? Eres nuestro ahora.

—Al parecer, tendrás a dos alfas —añadió Jungkook—. El celo adelantado en los tres no es coincidencia.

—Claro que no lo es —terminó Jin con resignación. ¿Qué podría hacer ante eso? Sólo quedaba aceptar la voluntad de la madre luna y la fortuna de ser consentido por dos parejas destinadas—. Pero me asusta.

—No tengas miedo —dijo Taehyung, extendiendo la mano hacia Jin, esperando ser correspondido.

—Nosotros te cuidaremos a partir de ahora —dijo Jungkook, que hizo lo mismo que Taehyung, a la espera de un Jin dispuesto y ansioso por ellos.

Jin miró ambas manos. La luna seguía sobre el cielo, riéndose. Y, cuando su trasero comenzó a doler de nuevo, maldijo en sus adentros, y tomó cada una de las manos que eran entregadas a él, junto a sus corazones.

Bueno, está bien. Quizá esto no era tan malo. Lo malo sería tratar de caminar al día siguiente, pero eso lo resolvería después.