Capítulo 10:Encendiendo la luz de sus vidas.

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-Narra Blondegals-

Tranquilidad, esa palabra definía a la perfección lo que reinaba en aquella tétrica mansión. Pero a pesar de que la tranquilidad y el silencio era algo que los Sakamaki disfrutaban, no podían dejar de ser algo incómodo por una razón llamada Irina Romanov, o Ebele Edevane ...O la pelirroja pues :v

Después de todo ella siempre pasaba tiempo con ellos en algún momento del día o se la pasaba corriendo en los pasillos haciendo notar su presencia en cada rincón del lugar. Era realmente raro no escucharla decir ninguna palabra.

Mientras tanto la susodicha se encontraba en su segundo día de guerra, específicamente a segundos de terminar aquel acontecimiento que había traído tanta desgracia al βρόχο.

Allí en la sala del trono se encontraba la actual reina, Astrid Chzo tomándose una copa de vino en total soledad, después de todo había ordenado el escape de todos sus sirvientes y que todos sus caballeros defendieran el pasillo. Sin embargo, al escuchar como cada uno de ellos perecía sabía que pronto llegaría a su fin.

Las puertas fueron abiertas de par en par por Irina quien era seguida por un grupo de guardias que le cuidaban la espalda. Aquella pelirroja miro con frialdad a Astrid, quien con una sonrisa pintada en sus labios levanto su copa en forma de brindis.

—Dime algo Ebele .¿No quieres un trago? —preguntó agitando un poco al copa —Debes estar orgullosa por ser ahora la única que puede matarnos —aseguro tomando el último trago de aquel liquido tan apetitoso.

—Astrid Chzo, has defraudado a nuestro reino con tus actos crueles y diversos crímenes, por lo que ahora no eres más que un criminal —habló Irina apretando con fuerza las armas que sostenían sus manos.

—¡Así me gusta! —exclamó Astrid soltando la copa provocando que esta se rompiera en miles de pedacitos—¡Vamos, vengan, atrápenme! ¡Llévenme ante mi madre y córtenme la puta cabeza, ya estoy aburrida de estar en este lugar!  —agregó la peliblanca c...

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—¡Así me gusta! —exclamó Astrid soltando la copa provocando que esta se rompiera en miles de pedacitos—¡Vamos, vengan, atrápenme! ¡Llévenme ante mi madre y córtenme la puta cabeza, ya estoy aburrida de estar en este lugar! —agregó la peliblanca con diversión levantándose de su trono y extendiendo sus manos.

—Atrápenla —ordenó Irina inmediatamente con una expresión seria haciendo molestar a Astrid.

—¿¡Por qué tan seria Ebele!? ¿¡Esto no era lo qué tanto querías!? —la pelirroja solo asintió y se adelantó a salir de aquel lugar primero, le hastiaba escuchar su irritante voz.

Mientras caminaba hasta su caballo decidió colocarse los audífonos del reproductor de Shu, reproductor que había tratado con mucho cuidado para devolvérselo totalmente intacto al rubio. De hecho, cada vez que lo tocaba recordaba el momento en que la había besado, no era por tener ideas, pero sentía que su estómago se removía y su corazón se aceleraba cada vez que pasaba eso.

—¡Hormonas estúpidas, dejen su desacato allá dentro! >:v —dijo mirando su cuerpo con algo de vergüenza antes de subir a su caballo, luego empezó a buscar una canción que le gustara pero uno sonidos extraños hicieron que se detuviera en seco —Pero ven acá. ¿Y qué maldito fuego he que tienen eto' muchacho? ¡Diablo! >:V —se quejó la muchacha tratando de cambiar los sonidos impuros con los que se habían topado sus oídos, pero solo encontró otra, y otra y otra pista exclusivamente de gemidos —Yo voy a tener que depega' a eso do' muchacho cuando lo ponga a comer :'v — dijo refiriéndose a Shu y a Laito con la esperanza de que los gemidos se acabaran. Cambio nuevamente la pista, esta vez encontrándose con una conocida para ella.

Una chiflada en la mansión.(Diabolik Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora