Capítulo 26: Sugar cube.

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-Narra Irina Romanov-

Abrí los ojos poco a poco al escuchar un golpeteo insistente en mi puerta, chasquee mi lengua y me levante de la cama dispuesta a decirle do' o tre' vaina bien dicha a la persona detrás de aquella puerta. Sin embargo, al abrirla me encontré a Yuma, quien me saludo con una bella sonrisa en sus labios.

—¡Vine a buscarte para desayunar! — avisó cuando entro a la habitación.

—Oh, de acuerdo. Solo déjame cambiarme —le dije antes de dirigirme al baño para tomar una ducha rápida y cepillarme los dientes. Como lo único que me servía de lo que había en mi armario era la ropa interior, me volví a poner la ropa del día anterior —¡Ya estoy lista! — avise con una sonrisa.

Con eso dicho Yuma me tomo de la mano guiándome por toda la mansión hasta una sala que no era el comedor, sino que el salón de baile. Allí se encontraba un majestuoso piano de cola color negro y una mesita con nuestro desayuno.

—Ayer me dijiste que sabias tocarlo, así que me gustaría que tocaras una pieza para mi luego de desayunar—

—Ayer me dijiste que sabias tocarlo, así que me gustaría que tocaras una pieza para mi luego de desayunar—

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—De acuerdo —afirme con una sonrisa acercándome a mi desayuno.

Al terminar de desayunar Yuma recogió la mesa y yo me senté en el banco del piano, empecé a ver las teclas pensando en cual canción tocar. Momentáneamente llegaron hasta mi cerebro recuerdos de mi primera vida, postrada a una silla de ruedas, pero feliz de utilizar mis manos para alegrar a los demás. Utilizaba la música como una vía de escape de mi cruel realidad.

—¿Listo? —le pregunté a al castaño que se había recostado en el suelo.

—Sí —contestó cerrando sus ojos.

Solté un suspiro llevando mis dedos hasta las blancas teclas del piano, empecé a tocar una melodía que me recordaba a alguien relacionado con la música, que le fascinaba la música. Alto, cabello rubio, ojos azules cual zafiro y una sonrisa encantadora.

—¡Eso fue genial! —soltó Yuma cuando termine de tocar —¡Realmente eres talentosa! —agregó levantándose del suelo.

Cuando estuve a punto de hablar las puertas del salón fueron abiertas estrepitosamente por el dueño de mis pensamientos, quien por su rostro deduje que se encontraba bastante incómodo. Se acercó a nosotros provocando que Yuma y yo nos estremeciéramos, al parecer para el castaño también era extraño ver a Shu así.

—Sal de aquí ahora —le ordenó a Yuma sobriamente, por lo que el menor no tardo en obedecer.

—¿Sucede algo Shu? —sin contestarme, me tomo de las muñecas y me planto un fogoso beso en los labios.

Una chiflada en la mansión.(Diabolik Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora