Una chica de apariencia angelical llega a la mansión y con tan solo poner un pie en ella,ya pone la vida de todos sus residentes patas arriba.
Sigue la historia de Irina Romanov viviendo en la mansión Sakamaki mientras trata de llevar una vida norma...
Un grito de dolor se escuchó por todo el lugar y el suelo comenzó a temblar violentamente. Irina llevo su visión en dirección del grito encontrándose a Astrid de rodillas en el suelo, observando como "Madoka" se transformaba en un Aquia.
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—¿¡Por qué siempre tienes que arruinarlo todo!? —preguntó Astrid hecha furia levantándose del suelo —Aunque supongo que ya no importa, de todos modos terminaras atrapada aquí junto a tus amiguitos —aseguró antes de crear un portal detrás de ella y atravesarlo.
Irina:
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—Claudia —la llamo la pelirroja con seriedad —Crea un portal para que todos se vayan, este mundo está apunto de desmoronarse —ordenó poniendo sus pies nuevamente en el suelo.
—¡Onee-chan! ¿¡Acaso pretendes quedarte aquí!? —pregunto Kou algo histérico acercándose a Irina y a Shu.
—Tengo que volver a la normalidad a Madoka. Es probable que no pueda volver a traer su alma, pero puedo dejarles a sus padres algo con lo que despedirse —explico con seguridad antes de mirar a Shu a los ojos —Volveré para la cena —le aviso con una sonrisa.
—Está bien —contestó Shu antes de que su novia le soltara las manos y se lanzara a la batalla.
—¿De verdad la dejaras irse así? —preguntó Reiji notablemente molesto por la acción del vago de su hermano.
—Obviamente, sería un problema si me meto en su camino —contestó sin ponerle mucha importancia, aunque en realidad la había dejado ir así porque toda su confianza estaba depositada en ella, sabía que pronto la vería frente a él.
Y así, los chicos atravesaron el portal mientras que Irina se enfrentaba al Aquia de Madoka. Este era realmente fuerte e inteligente, esto sorprendió mucho a Irina, más no le hizo echarse hacia atrás.
—Madoka, de verdad lamento no poder haberte protegido de ella —se disculpó Irina con pesar haciendo aparecer su arma, la cual sorpresivamente era una lanza bastante bonita —Pero te aseguro que algún día la haré pagar —susurró Irina empuñando su lanza lista para atacar.
